lunes, 30 de abril de 2007

Sigo sin poder entrar en mi blog. Leo los comentarios entrando a través de otros y edito ésto valiendome de algunas argucias, pero no las veo. En mi ignorancia, los misterios de la tecnología me vuelven loco. Prometo que ni bien se regularice (lo espero) pondré el capítulo siguiente y volveré a la normalidad. Un abrazo a todos/as y gracias por aguantarme.
No sé el motivo, pero he encontrado hace unos dias mi blog totalmente en blanco. Estoy tratando de descifrar cual es la causa, pero no he podido...Veremos que sucede....

viernes, 20 de abril de 2007

ROBO EXPRESS - CAP. 4





Luego de haber realizado todos los interrogatorios y tomando conocimiento de las distintas versiones, los policías llegaron a la conclusión que el hecho se desarrolló de la manera que se explica en el plano confeccionado al efecto. El trazo de puntos en violeta es el camino que siguió la Tesorera. Los puntos en negro son los movimientos que realizó el delincuente. La cruz en rojo es el lugar donde se produjo el arrebato de los sobres con el dinero. El vigilador se encontraba "vigilando", dentro de la caseta de color colorado.
Los Detectives del departamento Robos y Hurtos no tenían mayores elementos para llevar una investigación coherente al estilo Sherlock Holmes, pero esperaban datos importantes del departamento de Criminalística.
Las características del robo eran casi similares a los de una salidera bancaria. Es posible que el ladrón hubiese planeado robar al matrimonio Giménez cuando salían del Banco con el dinero, o seguirlos hasta un lugar apropiado para cometer el delito, pero la oportunidad se les brindó cuando vieron a la cajera con los sobres de dinero.
La otra posibilidad era que el delincuente conociera los movimientos que se realizaban cuando se realizaba una extracción importante de dinero, y esperara el momento propicio, pero… tendría que haber sabido que el matrimonio Giménez iba a realizar esa operación. Infidencia de los Giménez o de algún allegado al matrimonio ?. Y si el matrimonio hubiera urdido esa farsa ?.
En el interrogatorio realizado al matrimonio, ellos aseguraron que debían concurrir a la Escribanía para realizar la operación inmobiliaria. Dieron nombre de la Escribanía y dirección de la misma, asi que los investigadores se apersonaron allí y pidieron hablar con el Escribano.
- El Sr. Juan Carlos Giménez tenía planeado comprar un inmueble - comenzó diciendo el Inspector Alvarenga
- Es verdad - contestó el Escribano - y lamentablemente el día que debía venir a pagar, sucedió el robo en el banco.
- Usted piensa realmente que la operación se iba a concretar ? – inquirió el detective.
- Si, claro - afirmó el Escribano - incluso habían señado la operación, habían pagado hace unos días diez mil dólares en concepto de seña.
- Y en qué quedó la compra ? – preguntó el Inspector.
- Ante el problema que se produjo y no contando el Sr. Giménez con el dinero robado, la operación quedó sin efecto - informo el Escribano
- Pero el Banco garantizó que le iban a entregar el dinero – acotó el Inspector.
- Si, pero al no darle una fecha exacta, el vendedor no quiso saber nada más y hasta incluso aceptó devolver la seña dadas las características del caso - dijo el Escribano.
- Así que entonces el Sr. Giménez no perdió la seña ? – se aseguró el detective.
- No. No es común que esto suceda…tampoco es común que cuando una persona venga a pagar, roben su dinero, así que el vendedor, una excelente persona, aceptó dejar sin efecto la operación y devolver la seña – aclaró el Escribano.
- Bien – dijo el Inspector dando por finalizada la conversación – Muchas gracias por su información.
Cuando los detectives se retiraron de la Escribanía, comentaron lo sucedido.
- Sigo pensando que la operación puede haber sido “trucha” – dijo el Inspector Alvarenga.
- Te parece ? – preguntó incrédulo el comisario Lucarini – no creo que el Escribano se haya prestado a una tramoya semejante.
- No digo eso - aclaró el Inspector – puede haber sido todo planeado por el Sr. Giménez.
- El Sr. Giménez no tiene el aspecto de ser una persona con tantas luces como para planear una cosa asi – dijo el comisario – es demasiado simple.
- En fin… - dijo el Inspector – tú sabes que todo el mundo es sospechoso hasta que se demuestre lo contrario.
- El robo se hizo de una manera bastante clásica - reflexionó el comisario - es común hacerlo en moto, sobre una avenida de mucho tránsito, para poder escapar mejor…
- Es verdad - aceptó el Inspector - y de acuerdo a las estadísticas, son motos de alta cilindrada, manejada por muy hábiles conductores.
- Otro elemento a tener en cuenta es que lo suelen hacer con motos de su propiedad, dado que no corren el riesgo que los sorprendan por la denuncia de la moto robada - amplió el comisario.
- Creo que debemos investigar por ese lado - dijo el Inspector - si es que Criminalística nos da algun dato de la moto.
De regreso a sus oficinas, incluyeron en el expediente las declaraciones del Escribano, volvieron a leer todos los interrogatorios, pero nada aportaba otro indicio.
En eso estaban cuando sonó el teléfono. El propio Inspector Alvarenga atendió:
- Inspector Alvarenga – dijo – quién habla ?
- Hola Inspector - saludó el interlocutor - habla Miranda, de Criminalística.
- Hola…que tal ? … tiene alguna novedad para mí ? – preguntó el Inspector.
- Bueno….algunas cosas tenemos…no demasiado, pero por lo menos podemos precisar que la moto en la que huyó el delincuente usa cubiertas Michelin – Pilot Road – informó el comisario Miranda.
- Bien – dijo Alvarenga – si tiene alguna explicación al respecto, le agradezco, porque mucho no entiendo de motos.
- Es una tipo de cubierta que usan las motos del alta cilindrada, son cubiertas que se usan en motos pisteras – dijo Miranda.
- Motos pisteras….son las que corren en pistas ? – preguntó el Inspector.
- Efectivamente – asintió el comisario Miranda – la huella que dejó en el pavimento es lo suficientemente positiva como para precisar el tipo de cubierta y algunas particularidades de ella, dado que al acelerar, dejo una marca muy notoria, que realzada con el polvo de yeso y fotografiada con cámara tridimensional, da una imagen muy clara. Además ese tipo de cubierta suele ser usada por motos de marca Yamaha, Honda, Suzuki o Kawasaki, que son las más frecuentes.
- Y algo más como para identificarla ? – preguntó ansioso el Inspector.
- Bueno…la cubierta tiene bastante poco uso, por lo que se presume que es muy nueva – dijo el comisario Miranda.
- De acuerdo - dijo el Inspector – creo que lo mejor será buscar entonces los comercios que venden esas cubiertas.
- Eso es – asintió Miranda – le puedo decir que en una ciudad como ésta, de unos 500.000 habitantes, no hay demasiados comercios que los vendan… puede resultar más fácil de lo que piensa.
- Formidable - se entusiasmó Alvarenga - ya iniciaremos la búsqueda de compradores en los últimos tres meses de ese tipo de cubiertas… algo más ?
- Si… - dijo Miranda – La moto llevaba dos personas, la huella registrada es de la cubierta trasera y de acuerdo a los técnicos, se piensa que la moto llevaba una carga de no más de 140 kg, por lo que se piensa que la persona que viajaba en el asiento posterior no pesaría más de 70 kg, tal vez menos.
- Bien – dijo Alvarenga satisfecho – ya tenemos otro dato.
- Por otro lado – continuó el comisario Miranda – hemos recolectado colillas de cigarrillos en la zona donde los testigos dijeron que habia estado fumando el ladron. Recogimos dieciséis colillas, nueve de ellas de la misma marca y probablemente fumadas por la misma persona.
- Cómo pueden saber eso ? – preguntó el Inspector.
- Porque cada persona tiene el hábito de tirar la colilla del cigarrillo de un largo similar, algunos la fuman hasta quemarse los dedos, otros tiran la colilla larga, etc. - aclaró Miranda.
- Y que pueden precisar en ellas ? – inquirió Alvarenga.
- Podemos encontrar huellas dactilares en las colillas mas largas y si la suerte nos ayuda también se puede registrar el ADN si quedan restos suficientes de saliva – contestó Miranda.
- Cuándo podemos tener esos datos ? – preguntó el Inspector.
- Las huellas dactilares en un par de dias – contestó el comisario – y el ADN en una semana a diez días.
- Perfecto. Lo felicito por su trabajo – concluyó el Inspector – sigan ustedes con lo suyo, que ya nos abocaremos a buscar motos…
- Muchas gracias, ni bien tenga algun dato, se lo pasaré – dijo Miranda y cortó la comunicación.
De inmediato el Inspector Alvarenga solicitó un listado de las casas de comercio donde venden cubiertas para motocicletas y hacia allí dirigieron su investigación.
(continuará)

viernes, 13 de abril de 2007

ROBO EXPRESS - CAP. 3



La policía cerró el tránsito vehicular en la Avenida, por la mano donde se encontraba el Banco y el paso de la gente por la vereda. Varios investigadores de Criminalística se dedicaron a recorrer palmo a palmo tanto la zona externa al Banco como el hall del mismo.
Por supuesto las quejas de la gente se escucharon de inmediato. La Policía trataba de explicar su función:
- Deberán perdonar las molestias – decía un oficial – pero las razones se fundamentan en impedir la eliminación, destrucción, contaminación u ocultamiento de las pruebas materiales. Todo delincuente deja una parte de sí en la escena del delito y se lleva algo consigo, deliberada o inadvertidamente, y así es que vamos a descubrir al ladrón.
La gente escuchaba las exlicaciones, con cara de escepticismo, comentando entre ellos:
- Estos no encuentran a nadie, salvo que haya alguna denuncia de un cómplice traicionado.
El Gerente de la entidad, cedió su despacho a los detectives, quienes procedieron a la identificación de todos los empleados y ocasionales clientes del Banco, incluyendo al Sr. Giménez y su esposa, quienes no cesaban en sus protestas. En el momento del robo había quince empleados en el banco y aproximadamente veinticinco personas en el hall del mismo, realizando distintos trámites.
De los interrogatorios surgió que un momento antes del asalto, el ladrón se encontraba en el hall del Banco, habiendo retirado un número para su atención y esperando que le toque el turno, pero había no menos de 15 personas delante de él, asi que tenía para esperar un rato largo. Un cliente que ya estaba próximo a ser atendido, refirió que el ladrón había estado previamente en la vereda, mirando hacia el interior del Banco, fumando sin cesar y paseándose nerviosamente en una distancia de unos diez metros a derecha e izquierda de la puerta.
Quienes lo vieron huir, refirieron que lo hizo en una motocicleta “de las grandes”, color negra. El rodado se encontraba a metros del Banco, en marcha y lo esperaba otra persona que era la que conducía. Nadie pudo precisar la marca, pero dijeron en general que parecía de marca japonesa. (Honda, Kawasaki, Suzuki) y que tenía un rodado de banda ancha. Varios coincidieron que al salir, realizó una “patinada” sobre el pavimento, presuntivamente al ser acelerada bruscamente. Nadie vió el número de patente de la motocicleta. En lo que todos coincidieron fue en la velocidad con la que partió, la habilidad del conductor para esquivar a los autos y buses que a esa hora pico circulaban en gran cantidad por la Avenida.
- Iba a toda velocidad en zigzag entre los autos, inclinándose peligrosamente. En un momento pensé que iba a caer de lado - dijo uno de los declarantes.
La Tesorera, que tuvo justamente el delincuente a su lado, lo describió como de una persona de unos 27 a 30 años de edad, estatura normal, delgado, de piel blanca ligeramente mate, cabello castaño oscuro, con bigote no muy prolijo y mal afeitado. Su cabello era abundante y mas bien largo, daba la impresión de no estar muy limpio, parecía grasoso. Frente amplia, no pudo precisar color de ojos. Estaba vestido con un pantalon vaquero, una camisa cuyo color fue motivo de polémica (algunos decían que era celeste, otros gris) y un sweater color azul marino. Sobre él un gabán o saco amplio de paño, en la tonalidad del marrón claro. Calzaba unas botas no muy pesadas, cubiertas por el pantalón. Con todos estos datos, se compaginó el retrato robot del delincuente, aceptado por los que lo vieron mejor, pero con las dudas de la posibilidad que el bigote sea postizo, que el color del cabello sea producto de una tintura o matiz suave y la cantidad del mismo reforzada por artificios.
El arma con el cual intimidó a la empleada era un revólver. Algunos decían que podría tratarse de un revólver de calibre 38 corto, pero la mayoría declaró no conocer demasiado de armas como para afirmarlo.
El Inspector Alvarenga, quien oficiaba el interrogatorio, era flanqueado por el detective Lucarini de la sección Robos y Hurtos y un experto en Criminalística, que cuando surgía algún dato de interés lo comunicaba a la gente que estaba tratando de levantar indicios en el lugar del robo.
A medida que iban interrogando y registrando a la gente, les permitían salir de la entidad.
Cuando declaró el vigilador, éste contó su visión del robo:
- A esa hora, la afluencia de público es mucha y continuamente entra y sale gente. En el instante preciso del robo, se encontraban varias personas, unas efectuando trámites ante las ventanillas, donde se forman colas que perturban la normal circulación, otras haciendo consultas a los empleados que atienden los mostradores, también había algunos clientes junto a los pupitres adosados a las paredes, llenando formularios o escribiendo cosas personales. Uno siempre está atento, prestando una atención rutinaria a todo lo que ocurre a su alrededor, pero súbitamente escuché la voz del ladrón que le gritó a la Tesorera “Si te movés, te quemo…!!!”, mientras le quitaba los sobres, daba media vuelta y salía por la puerta. En total todo habrá durado cinco segundos. Fue como un rayo.
- Usted que hizo ? - preguntó el Inspector.
- Salí de la caseta y lo primero que hice fue auxiliar a la Tesorera que estaba en el suelo, para ver si había sido herida - contestó el vigilador - cuando me dí cuenta que la Tesorera no tenía nada más que el susto, traté de ver al delincuente, pero ya se alejaba en la moto. ba en el asiento trasero, otra persona manejaba.
Uno a uno todos pasaron por el interrogatorio. Todos justificaron su presencia en el Banco realizando trámites u operando en sus cuentas de clientes habituales.
Así es que se terminó el interrogatorio, todos los presentes se retiraron a sus casas, incluyendo al Sr. Giménez y Sra., quienes estuvieron todo el tiempo quejándose de que por culpa de la inseguridad del Banco, seguramente habían perdido la oportunidad de hacer una pingüe operación inmobiliaria y amenazaban con retirar todo su dinero del Banco para ir a otra entidad más segura.
La Policía terminó sus tareas, la Policía Científica reunió todo el material que consideró de utilidad y comenzaron las tareas de inteligencia para tratar de descifrar la incógnita. Hicieron mediciones, recogieron material de la vereda donde estuvo el delincuente fumando, y tomaron fotografías de las marcas de los neumáticos que la motocicleta dejó sobre el pavimento en su acelerado arranque. Previamente esparcieron sobre ellas un polvo de yeso para hacerlas más notorias. Usaron un aparato fotográfico que tomaba impresiones tridimensionales. El personal trabajaba con equipos especiales, guantes y botas plásticas para evitar contaminaciones. Todo eso sería analizado posteriormente en los laboratorios en busca de obtener conclusiones válidas.
Mientras tanto, el astuto ladrón se había llevado los ciento cincuenta mil dólares, robados al Banco, en una rapidísima operación express. Y como hacía hincapié el matrimonio Giménez, el dinero era del Banco, ya que nunca alcanzó a llegar a sus manos.
(continuará)

lunes, 9 de abril de 2007

ROBO EXPRESS - CAP. 2


Luego de una semana, apareció nuevamente el Sr. Giménez por el Banco. Por supuesto pidió hablar directamente con el Gerente. El empleado lo anunció en el primer piso, como la primera vez y en minutos estuvo sentado en el despacho.
- Señor Gerente – comenzó el Sr. Giménez – tengo que retirar diez mil dólares de la cuenta.
- No hay problema – contestó el Gerente.
- Debo hacer la extracción por la Caja ? - preguntó el Sr. Giménez
- De ninguna manera - dijo el Gerente - llamo al empleado de contaduría para que le haga la boleta y la Tesorera le traiga el dinero aquí.
- Ah… ! … me parece mejor – dijo contento el Sr. Giménez – usted sabe que con tanto ladrón que anda al acecho… lo mejor es que nadie vea cuando cobro.
- Por supuesto - dijo el Gerente que ya había comprendido que tenía que seguirle la corriente a su cliente. Mientras tanto había llamado a Contaduria y le trajeron la boleta de extracción.
- Va a tener que aguardar unos minutos - aclaró el Gerente - porque dentro de las medidas de seguridad que tenemos, la Caja trabaja con poco dinero y debemos abrir el Tesoro, que cuenta con un sistema retardado por el cual se deben esperar unos diez minutos hasta que se abre.
- Qué interesante…!!! - dijo el Sr. Giménez, tan cuidadoso de la seguridad.
Mientras esperaban, el Gerente entabló conversación con el Sr. Giménez. Y tanto como para decir algo preguntó:
- El dinero de su herencia se lo trajeron a través de la Embajada de España ?
- No. Me ofreceron hacerlo, - dijo el Sr. Giménez - pero no tuve confianza. Preferí viajar a España y me lo traje personalmente - añadiendo - Y cuando tenga que cobrar nuevamente, haré lo mismo.
- Mire que corriendo por cuenta de la Embajada lo hacen con una transferencia, no es que lo manden en una valija - le aconsejó el Gerente.
- Y si no llega la transferencia…? - desconfió el Sr,. Giménez - vaya usted a pesquisar dónde se trabó la operación… Más vale pájaro en mano…dice el refrán.
- Y …sí … - no tuvo más remedio que aceptar el Gerente – La extracción la realiza para hcer alguna operación comercial ? – se atrevió a preguntar.
- Si. Hemos adquirido una propiedad - confesó el Sr. Giménez - por lo cual necesito ese dinero para señarla. Cuando la escriture, dentro de unos veinte días, necesitaré hacer una extracción mayor.
- Cuando usted lo disponga - dijo el Gerente servicial - para agilizar la cuestión, me puede llamar por teléfono un par de días antes.
- Por qué ? – preguntó el Sr. Gimenez con cara de desconfiado - es que no tienen el dinero ?
- No - dijo el Gerente tragando saliva - simplemente es para que no espere tanto.
Mientras el cliente y el Gerente conversaban en la Gerencia, la Tesorera activó el sistema de apertura del Tesoro, pasaron los minutos correspondientes, tomó los diez mil dólares, los contó en la Caja, los puso en un sobre de papel madera y cruzando la contaduría se dirigió hacia la escalera que conducía al primer piso.
Cuando entró en la Gerencia, el Sr. Giménez la saludó efusivamente, contento de reconocerla. La Tesorera recontó el dinero delante del Sr. Giménez, quien lo recibió. Miró los billetes uno a uno y los colocó en una especie de faja que llevaba en la cintura bajo la camisa.
El matrimonio Giménez se despidió del Gerente y la Tesorera y se retiraron del Banco.
- Son terribles - le comentó el Gerente a la Tesorera - desconfían de todo.
- Habrán tenido alguna mala experiencia previa - dijo la Tesorera.
- No. - contestó el Gerente - creo que es la primera vez que se han encontrado con dinero y han leído muchas novelas policiales de robos y cosas asi.
Justamente a los veinte días, el Sr. Giménez llamó por teléfono al Banco pidiendo comunicarse con el Gerente.
- Necesito retirar ciento cincuenta mil dólares – dijo el Sr. Giménez.
- No hay problema - contestó el Gerente - cuando hará la extracción ?
- Mañana mismo - se apresuró en decir el Sr. Giménez – aproximadamente a las once de la mañana estaremos por el Banco.
- De acuerdo – aceptó el Gerente - los esperamos.
Efectivamente a las once en punto, el Sr. Giménez y su esposa llegaron al Banco y se
repitieron los pasos de la visita anterior, subiendo al despacho del Gerente para recibir el dinero allí.
- Me imagino que ya tienen que escriturar - comentó el gerente.
- Así es. Dentro de un par de horas nos esperan en la escribanía - dijo el Sr. Giménez – debemos pagar el saldo de la propiedad, los ciento cincuenta mil dólares y ya tomaremos posesión.
- Qué bien !! – exclamó el Gerente – los felicito.
- Muchas gracias – contestó el señor – imagínese que esta nueva casa es algo largamente añorado.
Mentras tanto, el empleado de contaduría trajo la boleta de extracción que firmó el Sr. Giménez. Nuevamente el Gerente le explicó que deberían aguardar unos diez minutos hasta que se pudiera abrir el Tesoro, aprovechando para ofrecerles un café que esta vez el matrimonio aceptó.
El empleado descendió a la planta baja con la boleta de extracción firmada, la pasó a la Tesorera, quien activó el mecanismo de apertura del Tesoro, y todo era cuestión de esperar el tiempo suficiente para retirar de alli el importe citado.
A los diez minutos, el Tesoro se abrió, la Tesorera retiró los quince fajos de diez mil dólares cada uno, los recontó en la caja, los preparó en dos grandes sobres de papel madera y se dirigió como siempre hacia la Gerencia. Cruzó la contaduría, llegó al pìe de la escalera y cuando iba a poner su pie sobre el primer escalón, sintió la punta de un revólver en su pecho, al mismo tiempo que una voz le gritó imperiosamente:
- Si te movés, te quemo…!!!..., y le quitaron de un manotazo los dos sobres con el dinero. La persona que lo hizo, salió rápidamente por la puerta que tenía a su lado antes que nadie pudiera reaccionar, ni siquiera el vigilador que se encontraba dentro de la caseta. Escucharon el ruido del escape de una moto, presumiblemente de alta cilindrada,
que raudamente se alejaba por la Avenida principal.
Todo esto transcurrió en un lapso de cinco a diez segundos. Los empleados del Banco y el personal de vigilancia se quedaron perplejos, la Tesorera cayó al suelo presa de una crisis de nervios. Luego comenzaron los gritos y las corridas y el gerente escuchó desde la planta alta el bullicio, bajando presuroso y enterándose de lo ocurrido.
Inmediatamente el personal de Seguridad llamó a la policía, donde le ordenaron que cierren las puertas del Banco, que ningún cliente se retire, que corten el tránsito por la vereda y la calle del Banco y que nadie toque nada hasta que la policía llegue, cosa que se produjo en tres minutos.
Cuando se le informó al Sr. Giménez de lo ocurrido, éste montó en cólera e increpó al Gerente:
- Qué clase de seguridad tiene este Banco ? - preguntaba furioso - Nadie pudo prevenir esta situación ?
- Es que fue una cosa totalmente sorpresiva - se justificaba el Gerente.
- De todas maneras – puntualizó el Sr. Giménez - a mí no me entregaron el dinero, asi que el robo fue al Banco, no a mí.
- Por supuesto, señor - trataba de calmarlo el Gerente - Usted tendrá su dinero.
- Pero lo necesito ya mismo - tronó el Sr. Giménez - tengo que estar en un rato en la Escribanía y debo escriturar, si no perderé la operación y la seña que ya entregué.
- No habrá problemas, - decía no demasiado convencido el Gerente - que ya conocía las medidas que habia ordenado la Policía.
- De todas maneras tendré que comunicarme ya mismo con la Escribanía – decía desconsolado el Sr Giménez - para decirles lo que ha pasado.
- Será mejor - aconsejó el Gerente
En ese momento llegó un Oficial de Policía a la Gerencia, indicando que nadie se retirara del establecimiento hasta haberse realizado el primer interrogatorio policial.
De nada valieron las protestas del Sr. Giménez ni los llantos de su mujer, diciendo que iban a perder la compra de la casa. Había que someterse a la orden policial y de allí en más se iniciarían las investigaciones.
Luego de una semana, apareció nuevamente el Sr. Giménez por el Banco. Por supuesto pidió hablar directamente con el Gerente. El empleado lo anunció en el primer piso, como la primera vez y en minutos estuvo sentado en el despacho.
- Señor Gerente – comenzó el Sr. Giménez – tengo que retirar diez mil dólares de la cuenta.
- No hay problema – contestó el Gerente.
- Debo hacer la extracción por la Caja ? - preguntó el Sr. Giménez
- De ninguna manera - dijo el Gerente - llamo al empleado de contaduría para que le haga la boleta y la Tesorera le traiga el dinero aquí.
- Ah… ! … me parece mejor – dijo contento el Sr. Giménez – usted sabe que con tanto ladrón que anda al acecho… lo mejor es que nadie vea cuando cobro.
- Por supuesto - dijo el Gerente que ya había comprendido que tenía que seguirle la corriente a su cliente. Mientras tanto había llamado a Contaduria y le trajeron la boleta de extracción.
- Va a tener que aguardar unos minutos - aclaró el Gerente - porque dentro de las medidas de seguridad que tenemos, la Caja trabaja con poco dinero y debemos abrir el Tesoro, que cuenta con un sistema retardado por el cual se deben esperar unos diez minutos hasta que se abre.
- Qué interesante…!!! - dijo el Sr. Giménez, tan cuidadoso de la seguridad.
Mientras esperaban, el Gerente entabló conversación con el Sr. Giménez. Y tanto como para decir algo preguntó:
- El dinero de su herencia se lo trajeron a través de la Embajada de España ?
- No. Me ofreceron hacerlo, - dijo el Sr. Giménez - pero no tuve confianza. Preferí viajar a España y me lo traje personalmente - añadiendo - Y cuando tenga que cobrar nuevamente, haré lo mismo.
- Mire que corriendo por cuenta de la Embajada lo hacen con una transferencia, no es que lo manden en una valija - le aconsejó el Gerente.
- Y si no llega la transferencia…? - desconfió el Sr,. Giménez - vaya usted a pesquisar dónde se trabó la operación… Más vale pájaro en mano…dice el refrán.
- Y …sí … - no tuvo más remedio que aceptar el Gerente – La extracción la realiza para hcer alguna operación comercial ? – se atrevió a preguntar.
- Si. Hemos adquirido una propiedad - confesó el Sr. Giménez - por lo cual necesito ese dinero para señarla. Cuando la escriture, dentro de unos veinte días, necesitaré hacer una extracción mayor.
- Cuando usted lo disponga - dijo el Gerente servicial - para agilizar la cuestión, me puede llamar por teléfono un par de días antes.
- Por qué ? – preguntó el Sr. Gimenez con cara de desconfiado - es que no tienen el dinero ?
- No - dijo el Gerente tragando saliva - simplemente es para que no espere tanto.
Mientras el cliente y el Gerente conversaban en la Gerencia, la Tesorera activó el sistema de apertura del Tesoro, pasaron los minutos correspondientes, tomó los diez mil dólares, los contó en la Caja, los puso en un sobre de papel madera y cruzando la contaduría se dirigió hacia la escalera que conducía al primer piso.
Cuando entró en la Gerencia, el Sr. Giménez la saludó efusivamente, contento de reconocerla. La Tesorera recontó el dinero delante del Sr. Giménez, quien lo recibió. Miró los billetes uno a uno y los colocó en una especie de faja que llevaba en la cintura bajo la camisa.
El matrimonio Giménez se despidió del Gerente y la Tesorera y se retiraron del Banco.
- Son terribles - le comentó el Gerente a la Tesorera - desconfían de todo.
- Habrán tenido alguna mala experiencia previa - dijo la Tesorera.
- No. - contestó el Gerente - creo que es la primera vez que se han encontrado con dinero y han leído muchas novelas policiales de robos y cosas asi.
Justamente a los veinte días, el Sr. Giménez llamó por teléfono al Banco pidiendo comunicarse con el Gerente.
- Necesito retirar ciento cincuenta mil dólares – dijo el Sr. Giménez.
- No hay problema - contestó el Gerente - cuando hará la extracción ?
- Mañana mismo - se apresuró en decir el Sr. Giménez – aproximadamente a las once de la mañana estaremos por el Banco.
- De acuerdo – aceptó el Gerente - los esperamos.
Efectivamente a las once en punto, el Sr. Giménez y su esposa llegaron al Banco y se
repitieron los pasos de la visita anterior, subiendo al despacho del Gerente para recibir el dinero allí.
- Me imagino que ya tienen que escriturar - comentó el gerente.
- Así es. Dentro de un par de horas nos esperan en la escribanía - dijo el Sr. Giménez – debemos pagar el saldo de la propiedad, los ciento cincuenta mil dólares y ya tomaremos posesión.
- Qué bien !! – exclamó el Gerente – los felicito.
- Muchas gracias – contestó el señor – imagínese que esta nueva casa es algo largamente añorado.
Mentras tanto, el empleado de contaduría trajo la boleta de extracción que firmó el Sr. Giménez. Nuevamente el Gerente le explicó que deberían aguardar unos diez minutos hasta que se pudiera abrir el Tesoro, aprovechando para ofrecerles un café que esta vez el matrimonio aceptó.
El empleado descendió a la planta baja con la boleta de extracción firmada, la pasó a la Tesorera, quien activó el mecanismo de apertura del Tesoro, y todo era cuestión de esperar el tiempo suficiente para retirar de alli el importe citado.
A los diez minutos, el Tesoro se abrió, la Tesorera retiró los quince fajos de diez mil dólares cada uno, los recontó en la caja, los preparó en dos grandes sobres de papel madera y se dirigió como siempre hacia la Gerencia. Cruzó la contaduría, llegó al pìe de la escalera y cuando iba a poner su pie sobre el primer escalón, sintió la punta de un revólver en su pecho, al mismo tiempo que una voz le gritó imperiosamente:
- Si te movés, te quemo…!!!..., y le quitaron de un manotazo los dos sobres con el dinero. La persona que lo hizo, salió rápidamente por la puerta que tenía a su lado antes que nadie pudiera reaccionar, ni siquiera el vigilador que se encontraba dentro de la caseta. Escucharon el ruido del escape de una moto, presumiblemente de alta cilindrada,
que raudamente se alejaba por la Avenida principal.
Todo esto transcurrió en un lapso de cinco a diez segundos. Los empleados del Banco y el personal de vigilancia se quedaron perplejos, la Tesorera cayó al suelo presa de una crisis de nervios. Luego comenzaron los gritos y las corridas y el gerente escuchó desde la planta alta el bullicio, bajando presuroso y enterándose de lo ocurrido.
Inmediatamente el personal de Seguridad llamó a la policía, donde le ordenaron que cierren las puertas del Banco, que ningún cliente se retire, que corten el tránsito por la vereda y la calle del Banco y que nadie toque nada hasta que la policía llegue, cosa que se produjo en tres minutos.
Cuando se le informó al Sr. Giménez de lo ocurrido, éste montó en cólera e increpó al Gerente:
- Qué clase de seguridad tiene este Banco ? - preguntaba furioso - Nadie pudo prevenir esta situación ?
- Es que fue una cosa totalmente sorpresiva - se justificaba el Gerente.
- De todas maneras – puntualizó el Sr. Giménez - a mí no me entregaron el dinero, asi que el robo fue al Banco, no a mí.
- Por supuesto, señor - trataba de calmarlo el Gerente - Usted tendrá su dinero.
- Pero lo necesito ya mismo - tronó el Sr. Giménez - tengo que estar en un rato en la Escribanía y debo escriturar, si no perderé la operación y la seña que ya entregué.
- No habrá problemas, - decía no demasiado convencido el Gerente - que ya conocía las medidas que habia ordenado la Policía.
- De todas maneras tendré que comunicarme ya mismo con la Escribanía – decía desconsolado el Sr Giménez - para decirles lo que ha pasado.
- Será mejor - aconsejó el Gerente
En ese momento llegó un Oficial de Policía a la Gerencia, indicando que nadie se retirara del establecimiento hasta haberse realizado el primer interrogatorio policial.
De nada valieron las protestas del Sr. Giménez ni los llantos de su mujer, diciendo que iban a perder la compra de la casa. Había que someterse a la orden policial y de allí en más se iniciarían las investigaciones.
(continuará)

miércoles, 4 de abril de 2007

ROBO EXPRESS - CAP. 1


El Sr. Giménez, hombre obeso y sexagenario, llegó al Banco acompañado por su esposa, también cursando la sexta década de la vida. Entraron por la puerta giratoria del mismo, no sin antes tener sus tropezones y se dirigieron al mostrador más cercano. Le informaron que debía sacar un número para ser atendido y así lo hicieron, sentándose luego en el Hall. Mientras tanto, miraban con atención todo el ambiente que los circundaba. Cuando les tocó el turno, se dirigieron hacia el empleado que los había llamado.

Buenos días - saludó amablemente el empleado del Banco - en qué puedo servirle ?
Buenos días - contestó el Sr. Giménez - quiero abrir una caja de ahorros en dólares.
De acuerdo - dijo el empleado y le informó - Llenaremos los papeles, tendrá que firmar la tarjeta para el registro de firmas y hacer algún pequeño depósito. Trajo el dinero ?
Sí, por supuesto - dijo el cliente - pero quisiera previamente hablar una palabra con el Gerente, sobre el tema seguridad.
- No hay inconvenientes - aceptó el empleado - lo anuncio y enseguida lo atenderá.
El Sr. Giménez era de aspecto mas bien humilde. Su esposa también. Los denunciaba su vestimenta, que era totalmente standard, de esa que se compra en supermercados. Tal aspecto modesto hizo que el empleado pensara: “Por unos pocos dólares, tener que molestar al Gerente... no sé que pretenderán.”. De todas maneras se dirigió a la escalera que se encontraba inmediatamente a la derecha de la entrada al Banco, subió al primer piso, donde estaba la secretaría y la Gerencia. Allí le dijo a la Secretaria que el Sr. Giménez y Sra. querían hablar con el Gerente para abrir una caja de ahorros, no ahorrando comentarios sobre el aspecto del matrimonio. Ambos se rieron de las pretensiones de los clientes, pero la Secretaria no tuvo más remedio que anunciar al Gerente la entrevista. El empleado hizo subir por la escalera al matrimonio Giménez y los hizo sentar en los sillones de la Sala de Espera.
A los pocos minutos, la puerta de la Gerencia se abría e ingresaban en ella el Sr. Giménez y su Sra.
- Mucho gusto, Sr. Giménez - saludó cordialmente el Gerente - Ud. dirá en qué puedo ayudarle.
- Como le dije al empleado, quiero abrir una Caja de Ahorros en dólares - comenzó a explicar - pero quiero saber qué seguridades me ofrece el Banco.
- Bueno - dijo el Gerente - el dinero en Caja de Ahorros es lo que se dice dinero a la vista, lo cual quiere decir que está a su disposición en cualquier momento que usted lo requiera, sin límite de montos. El Banco es uno de los más prestigiosos y solventes del país. Tiene 48 sucursales en el país y cuatro en el extranjero y una trayectoria de más de 50 años en la actividad. La entidad está calificada AA, lo cual indica que es de primera línea.
- De acuerdo - insistió el Sr. Giménez - pero usted sabrá que con los problemas cambiantes que ofrece la economía mundial, hay que ser muy sólido para no sufrir vaivenes.
- Entiendo - dijo el Gerente sonriendo - Nuestro Banco ha superado todas las crisis que se han presentado, la crisis de México, del Sudeste Asiático, la de Brasil etc. etc. y nunca dejamos de respetar los fondos de los clientes.
- En realidad, eso me lo habían informado, por eso estoy aquí – dijo el Sr. Giménez sonriendo - pero aún así tengo cierto recelo en el tema de la seguridad contra robos, etc.
- En ese sentido, puede estar completamente seguro - dijo orgullosamente el Gerente - Por una parte nuestro personal es seleccionado y de absoluta confianza. No sé si habrá observado la caseta del vigilador que se encuentra al pie de la escalera que lo condujo aquí. Tenemos personal de vigilancia permanente. Y por otra parte, en toda nuestra historia, jamás hemos sido robados.
- Bien - dijo el Sr. Giménez – confiamos en lo que nos dice.
El Gerente ya estaba un poco molesto de tantas preguntas y pensando lo mismo que el empleado preguntó:
- Cuánto dinero desean ustedes depositar ?
- En principio haremos un depósito no demasiado importante - dijo el Sr. Giménez - Sólo trescientos mil dólares.
Los ojos del Gerente se abrieron desmesuradamente, no dando crédito a lo que escuchaba. Inmediatamente les dijo que no se molestasen en bajar, que en la misma Gerencia iban a llenar todos los formularios y por el intercomunicador llamó al empleado que originalmente los había atendido para que traiga todos lo necesario para abrir la cuenta.
- Lo único que necesitaremos - dijo el Gerente - es algun tipo de justificación del origen del dinero, no por nosotros, sino que es una exigencia del Banco Central.
- El dinero es un cobro parcial de una herencia que recibimos de un familiar de España - aclaró el Sr. Giménez - Ya nos instruyó el abogado que debíamos traer la copia de la resolución dictada en el juicio sucesorio.
- Eso es más que suficiente - aceptó el Gerente. Mientras tanto ofreció gentilmente al Sr. Giménez y a su esposa:
- Desean tomar algún café o una gaseosa ?
- No, muchas gracias - dijeron los esposos Giménez.
- Sr Giménez - se atrevió a sugerir el Gerente - no considera usted de más provecho realizar algún tipo de inversión con tanto dinero ?. A través del Banco puede comprar algún tipo de Bono, o Fondo de Inversión, o simplemente colocarlo a Plazo Fijo. En todos esos casos usted cobraría un interés por ese capital.
- La verdad… - dijo el Sr. Giménez - prefiero tener la disponibilidad del dinero para cuando quiera. No me interesa la renta que me pueda dar, ni cosa parecida. Sólo confío en el dinero al alcance de mi mano…y no sabe cuanto me costó decidirme por venir a depositarlo en el Banco… !! Estuve a punto de guardarlo en mi casa...!!!
- Está bien - aceptó el Gerente - si usted lo considera así… no hay más que hablar. El dinero lo traerán más tarde, me imagino. Ahora haremos una apertura simbólica, no ?
- No, señor Gerente, el dinero lo tenemos acá - dijo Giménez señalándose el pecho, la cintura y la enorme cartera de su esposa.
- Mientras llenamos los papeles, le diré a la Tesorera que venga aquí a hacer la recepción del dinero, asi no tienen que bajar donde está el publico en general - ofreció gentilmente el Gerente, con un mohín de complicidad. Acto seguido llamó a la Tesorera por el intercomunicador y le indicó que traiga una máquina para contar billetes.
- Antes debo hacerle una pregunta señor gerente - dijo el Sr. Giménez
El Gerente se quedó helado…pensando: “Qué más querrá saber ? ”…
- Cuando haya que realizar alguna extracción, también podemos cobrarla fuera de la vista del público ? - preguntó el Sr. Giménez
- Por supuesto - contestó prestamente el Gerente - en ese caso, también la Tesorera le traerá el dinero aquí.
- Bien - aceptó el Sr. Giménez, y comenzó a sacar fajos de billetes desde debajo de su sweater y su cintura.
El Gerente y el empleado presentes notaban cómo el Sr. Giménez adelgazaba bruscamente. También la señora de Giménez abrió su enorme cartera y comenzó a sacar fajos de billetes. El Sr. Giménez contaba…1…2…3….4………….28…29…30.
- Acá está todo - dijo acomodándose las ropas.
- Bueno… no había tanto apuro - dijo dubitativamente el gerente con el escritorio lleno de dinero - Llenemos los formularios.
Así entonces les tomaron los datos. El señor se llamaba Juan Carlos Giménez, de 67 años de edad, su esposa Maria Fuertes de Giménez, de 62 años de edad, casados, con dos hijos mayores de edad. El hombre era jubilado, habiendo trabajado toda su vida como empleado ferroviario… Un hombre normal, modesto como inicialmente había pensado el empleado.
La Tesorera, una simpática mujer de unos 35 años, menuda y grácil llegó en ese momento y luego de saludar al matrimonio, comenzó a contar el dinero con la máquina, verificando además la autenticidad de los billetes, uno por uno. Todo era normal, asi que se hizo la recepción del depósito, y el matrimonio se retiró plenamente feliz del Banco.
Ni hablar de los comentarios de todos los empleados… Todos envidiaban al Sr. Giménez por la herencia recibida y maldecían no tener algún familiar en España, Italia o donde fuese que les dejase una herencia parecida.

(continuará)