martes, 11 de septiembre de 2007

SIGO AUSENTE...

No he podido escribir nada nuevo, porque estoy abocado a elaborar una novelita que enviaré a un certamen literario... sin mayores pretensiones. A pesar de todo, espero tener suerte.
Lo importante es competir...dijo alguien que se tiraba de los pelos cuando perdía. Esto me va a mantener un poco alejado, por lo cual no publicaré nada. El plazo para la presentación vence el 30 de setiembre, por lo cual estoy trabajando a full, y para colmo el día 4 de octubre me voy a tomar otras vacaciones. Me voy a tomar unos días en Rio de Janeiro y Angra dos Reis, a gozar del "dolce far niente".
A pesar de no publicar nada, no me olvido de mis amigos/as blogueros/as, a quienes visitaré y dejaré mis comentarios, alabanzas y "críticas", según corresponda.
Los veré en sus respectivos blogs y a todos les envío un abrazo gigante.

lunes, 3 de septiembre de 2007

REGRESO DE VACACIONES

Hola, mis queridos/as amigos/as blogueros/as… Ya estoy de regreso de mis vacaciones.
Lo he pasado maravillosamente, contemplando bellos paisajes, teniendo hermosos momentos de recogimiento, degustando sabrosas comidas y exquisitos vinos. No he perdonado ningún producto regional y es por eso que me he traído algunos kilos de más.
Contrariamente a lo que tenía pensado, no he tenido tiempo para la meditación, la creación de nuevas tramas para mis cuentos o novelitas. Es así que estoy en cero…
No tengo nada para escribir… Deberé aguzar la imaginación para que me salga algo medianamente coherente.
Pero lo más importante es que he recibido en mi blog mensajes de todos con los mejores deseos. Como primer paso, me ocuparé de ponerme al día con todos, visitando a cada uno en sus interesantes blogs…. ya comenzaré a escribir …ni bien pueda exprimir algo de mi cerebro. Muchas gracias a todos.

sábado, 18 de agosto de 2007

JUEGO SUCIO - Cap. 9 (epílogo)

Al dia siguiente, miércoles, Christine y Ahmed se despertaron temprano. No tenían nada que hacer, sino esperar que llegara el viernes para ir al aeropuerto y tomar su vuelo hacia Marruecos. Christine preparó el desayuno y mientras lo tomaban, Ahmed encendió el televisor para mirar las noticias. Nada trascendente y menos que menos la noticia que él esperaba.
No le había dicho a Christine de su comunicación a la policía avisando del asesinato de Logan. Pensaba que se iba a poner nerviosa inútilmente.
Las horas iban pasando y ambos estaban como presos en el departamento. No salían a la calle, ni abrían demasiado las ventanas. Era una larga y tensa espera que no se podía acortar bajo ningún concepto. Ahmed se dedicó a preparar sus valijas, ayudado por Christine. La joven trataba de disimular inútilmente su nerviosismo, había reducido su consumo de cocaína, pero a pesar de ello ya había terminado la droga que había traído.
Ahmed se daba cuenta de su tensión, sabía que habia terminado la cocaína, y también sabía las consecuencias que ello podía acarrear. Estaba atento a la posibilidad que desarrollara un sindrome de abstinencia.
A las cinco de la tarde, mientras tomaban un café, Ahmed encendió el televisor para ver las noticias, y se produjo lo que esperaba. Con un inusitado despliegue periodístico, el canal de noticias informaba el asesinato de un narcotraficante en su casa de Brooklyn. Las cámaras de los móviles mostraban la casa, bien conocida por Ahmed y Christine, el ir y venir de policías y de forenses, más las notas que realizaban los reporteros a policías y vecinos.
Christine estaba entre asustada y sorprendida, porque no pensaba que tan pronto se iban a dar cuenta de la muerte de Logan.
Por ahora se limitaban a informar del asesinato, pero no daban mayores detalles. Vieron a través de la pantalla cuando retiraron el cuerpo, que fue transportado en una ambulancia de la policía y varios comentaristas de noticias policiales desarrollaban multiples teorías, producto de su imaginación y de la conexión de Logan con el mundo de las drogas, pero ninguno ni por asomo imaginaba siquiera la verdad del hecho.
Durante el resto del dia las noticias en relación con el crimen se repitieron, sin que se profundizaran aspectos de la investigación o probables indicios.
Llegó el jueves y la espera era cada vez mas tensa. El noticiero de las 11 de la mañana informó que había adelantos en la investigación del crimen de Logan.



Fuentes policiales indicaron que estaban trabajando en dos pistas y que en las próximas horas podría haber algunas novedades.
Eran las ocho de la noche cuando a través de la televisión, el periodismo informó que de fuentes policiales había trascendido que tenían una persona sospechosa y que no era improbable que en la noche o a la mañana siguiente se realizara alguna detención.
A Christine la espera, más las noticias sobre la muerte de Logan la tenían en vilo. Ni siquiera tenía posibilidades de drogarse. La noticia de una inminente detención impactó de lleno en ella, quien sintió que las fuerzas la abandonaban y comenzó a llorar desconsoladamente. En vano Ahmed trataba de tranquilizarla.
- Corazón, tienes que sobreponerte a tu ansiedad. Piensa que falta muy poco para que partamos - le dijo Ahmed
- A veces pienso que nunca voy a poder llegar siquiera al Aeropuerto - dijo la joven temblorosa.
- Faltan solo algunas horas, nada más - trataba de estimularla Ahmed - Si bien el avión sale a las 19, a las 10 de la mañana nos vamos al Aeropuerto, asi nos alejamos de la ciudad.
- No quiero defraudarte, amor - dijo Christina sollozando – Sé todo lo que estás haciendo por mí, pero ya no puedo soportar más.
Ahmed la tomó entre sus brazos, colmándola de besos sobre sus ojos húmedos, pero era consciente que debía proceder de alguna manera para romper esa conjunción de tensión, angustia y abstinencia de cocaína. Para colmo de males era imposible recurrir a una consulta médica. Pero con su experiencia de años en circunstancias difíciles, sabía como actuar y tenía los elementos para ello.
Trató de esperar al máximo, pero a las once de la noche la situación se hizo insostenible. Christine siguió con su llanto, agregando sudoración profusa, temblor, dificultad respiratoria, mareos y palpitaciones con una taquicardia importante. El Síndrome de Abstinencia estaba presente con todo su esplendor, por lo cual optó por inyectarle un poderoso tranquilizante para que descansara hasta la hora de la partida. La llevó a la cama, le suministró el sedante y se quedó con ella hasta que la vió conciliar el sueño.
Pocos minutos antes de las doce, encendió el televisor para ver el extenso informativo de la medianoche. Las noticias eran las mismas.
Finalizado el noticioso se acostó. Bajo los efectos del sedante Christine dormía plácidamente. Apagó la luz, y durante un largo rato estuvo pensando todo lo sucedido en los últimos días. Su vinculación con Mr. Cummings, la casualidad que el trabajo encomendado la conecte con Christine y el destino que hizo que se enamoraran.
¡ Qué giro inesperado había tomado su vida !. Miraba con dulzura a Christine y no podía creer que estuviera tan enamorado. Tanto, como para abandonar su azarosa y difícil vida actual y regresar a las fuentes, a su lugar de origen, a sus raíces; a vivir alejado de los peligros, en paz y honestamente. Y pensar que para éso solo faltaban horas !!.
Cuando despertaran, ultimarían los detalles y se irían al Aeropuerto. Esperarían la hora de embarque y luego la salida del vuelo. Interponer distancia con todo ese maremágnum de cosas. Sus pensamientos se fueron diluyendo lentamente hasta que quedó completamente dormido.
A las siete de la mañana Ahmed despertó. Christine seguía durmiendo a su lado. Se levantó sigilosamente y veinte minutos después sorprendió a Christine con el desayuno servido en su cama. Había llegado el día de la partida !!.
Christine había dormido profundamente y se encontraba bastante repuesta. El descanso le habia sido beneficioso y la proximidad de la partida era un aliciente. Desayunaron, se bañaron, se vistieron y a las diez de la mañana los pasó a buscar un remise que los condujo al Aeropuerto. Hicieron el check-in, despacharon su equipaje, almorzaron despaciosamente y luego, como si fueran dos turistas en espera, se dedicaron a recorrer los comercios del Aeropuerto. Descansaron en la sala VIP y ni bien informaron la puerta de salida, se dirigieron a preembarque. Habían interpuesto una valla más entre el pasado y unl futuro cada vez más cercano. Ahmed compró el diario, que leyó minuciosamente, donde se informaba todo lo relacionado con el crimen de Logan, pero no había novedades respecto a lo ya conocido.
En un momento determinado por los altavoces se escuchó el esperado aviso:
“Royal Air Maroc anuncia la salida de su vuelo número 201 con destino a Casablanca. Por favor embarcar en puerta B 15”.
Christine y Ahmed se incorporaron y se dirigieron lentamente hacia la puerta indicada, donde ya se había aglomerado una buena cantidad de pasajeros ansiosos de abordar el avión. Un par de empleados de la aerolínea se preparaban para el embarque.
Uno de ellos anunció: “Pasajeros de primera clase, por este sector”. Allí se dirigió Ahmed llevando del brazo a Christine. Metros antes de la puerta de embarque, Ahmed se detuvo bruscamente, apretó el brazo de Christine indicándole que observara la imagen de un televisor que se encontraba a pocos metros. Se veía la imagen de la policía que llevaba detenido y esposado a Mr. Cummings y un subtítulo que decía:
“Mr. Dave Cummings es el asesino de Logan. Se hallaron claras evidencias en el lugar del crimen”. Mientras tanto, la voz del locutor informaba: “la policía encontró semioculta en los jardines de la casa el arma con la cual se efectuaron los disparos que causaron la muerte de Logan. Es una pistola calibre 9 mm, registrada como propiedad de Dave Cummings. También se hallaron en el living de la casa colillas de cigarrillos y una boquilla pertenecientes al asesino”
Se quedaron inmóviles unos segundos, luego Ahmed le dijo en voz baja:
- Sigamos…
Penetraron en la manga que los llevó al avión y se ubicaron en sus asientos. Pocos minutos después la aeronave despegó, llevándose a Ahmed y Christine, sus ilusiones y sus secretos.


F I N

Al finalizar el último capítulo, me dí cuenta que, tal como ocurre en los culebrones de la TV, se puede continuar la historia, con la vida de Ahmed y Christine en Marruecos, o con los avatares de Cummings tratando de demostrar su inocencia. Tal vez algún día lo haga...
Por ahora, me tomaré unas vacaciones hasta fin de este mes de agosto, asi que no me verán por unos días...no me extrañen....snif... volveré.

domingo, 12 de agosto de 2007

JUEGO SUCIO - Cap. 8


Alarmado se dirigió al dormitorio y encontró a Christine sobre la cama, acurrucada en un rincón, en posicion fetal, con su cabeza hundida entre sus dos rodillas. Cuando lo vió levantó la cabeza y Ahmed pudo observar sus ojos llorosos tremendamente abiertos y cara de pánico.
- Amor ! - dijo Ahmed, mientras la joven se arrojaba a sus brazos.
Sin articular palabra ella comenzó a besarlo, mientras lloraba. Ahmed miró a su alrededor y vió sobre la mesa de luz el frasco con la cocaína y la cánula.
- Te has estado drogando ? – preguntó con suavidad.
- No podía aguantar la espera – contestó Christine.
- Esto tiene que terminar, corazón. Tienes que ser fuerte para llevar a cabo nuestro plan y para dejar la droga. Además, cuando termines el frasco que tienes no podremos conseguir más cocaína. No podemos arriesgarnos.
- Lo haré, te prometo, pero estando contigo – aseguró Christine.
- Bien. No me defraudes…O.K. ? – dijo Ahmed y prosiguió – Conseguí los pasajes para Casablanca recién para el viernes.
- Tanto tendremos que esperar ? – preguntó ansiosa la joven.
- Si, inevitablemente. Mientras tanto tengo que terminar algunas cosas. Hablé por teléfono con Cummings - informó Ahmed.
- Le contaste todo ? - los ojos de Christina se abrieron despavoridos.
- No. Sólo le dije que Logan estaba muerto y mañana me pagará el resto del dinero. Por otra parte estuve en la casa de Logan. Nadie ha entrado todavía, asi que pude limpiar las huellas que dejaste.
- No me descubrirán antes que partamos ? - preguntó nerviosa la joven.
- No solamente no creo que te descubran, sino que estoy seguro que culparán del asesinato a otra persona – dijo Ahmed.
- A otra persona ? - preguntó Christine extrañada - A quién ?
- A Cummings - contestó Ahmed – La policía investigará y se enterará que Cummings odiaba a Logan, yo también me encargaré de sugerirlo, y encontrarán que la pistola que dió muerte a Logan es propiedad de Cummings y la olvidó en la casa.
- Dejaste la pistola allí ? - Christine no salía de su asombro - Tiene mis huellas digitales.
- La limpié previamente. No tiene ninguna huella digital, pero es de imaginarse que Cummings llevaba guantes…no ?
Christine quedó sorprendida de la inteligencia de su amado, su frialdad para proceder y agradecida de que la proteja. Se daba cuenta que Ahmed era un hombre fogueado y se sentía segura con él. Lo besó nuevamente y no habló más del tema. Qué podía decirle a una persona tan experimentada y astuta ?. Optó por cambiar de conversación.
- Vamos a ordenar lo que trajiste del supermercado. Tenemos que prepararnos para los días que nos faltan para irnos.
- De acuerdo - aceptó Ahmed sonriente - y como no tienes nada que hacer… supongo que harás una rica cena.
- Confías en lo que yo pueda hacer ?. Mira que no tengo experiencia. - dijo Christine - Tienes el seguro médico al día ?
Todo se transformó en relación con la noche anterior. Christine fue a la cocina. Ahmed se sentó en el sofá, (mudo testigo de lo que pasó la noche precedente), a mirar televisión. A pesar de la situación difícil que vivían, disfrutó de esa escena tan familiar, tan extraña para él, pero que siempre había ambicionado. Cenaron, conversaron, y agotados por la tensión del dia se fueron a descansar. Esta vez ambos al dormitorio.
El martes se levantaron tarde. No tenían nada que hacer nada más que esperar. A las once de la mañana, Rachid se dirigió hacia la casa de Cummings, a cobrar el saldo del dinero correspondiente a su “trabajo”. Nuevamente repitió la operación de dejar su automóvil a pocas cuadras de la casa y llegó caminando. Tocó timbre y el mayordomo lo hizo pasar al despacho. A los pocos minutos apareció Cummings con su infaltable boquilla y el cigarrillo encendido.
- Buenos días – saludó con amabilidad.
- Buenos días – contestó Rachid – tal como le anticipé, el trabajo está realizado.
- Me trajo alguna prueba que lo demuestre ? – preguntó Cummings desconfiado
- Por supuesto – dijo Rachid mostrando la imagen tomada en su teléfono celular.
- Hummmm - comentó Cummings con cara de satisfacción - lo mató con balazos en el pecho…
- Efectivamente - asintió Rachid - y murió en el acto.
Rachid dejó su teléfono celular sobre el escritorio. Cummings apagó el cigarrillo, lo dejó junto con su boquilla en el cenicero donde había dos colillas más y que se encontraba sobre el escritorio, se incorporó y dijo:
- Bien. debo reconocer que es un buen profesional. Ahora cumpliré mi parte.
Se retiró a una habitación contigua donde estaba la caja fuerte y en unos segundos volvió con el dinero. Rachid contó prolijamente los fajos de billetes.Todo estaba en orden y de acuerdo a lo pactado. Guardó los billetes en distintos bolsillos, le tendió la diestra a Cummings y le dijo:
- Muchas gracias. Desde ahora, no nos conocemos, verdad Mr. Cummings ?
- Por supuesto - dijo Cummings con satisfacción estrechándole la mano.
Se encaminaron hacia la puerta de salida. Cummings estaba abriendo la cerradura, cuando súbitamente, Rachid se volvió sobre sus pasos diciendo:
- Un segundo, olvidé el teléfono sobre el escritorio.
Rápidamente, antes que Cummings se moviera, volvió al despacho, tomó su teléfono que estaba sobre el escritorio, volcó todo el contenido del cenicero en el bolsillo lateral de su saco y regresó a la puerta.

Fue un movimiento tan veloz y tan sorpresivo que duró cinco segundos. Cummings le abrió la puerta, se saludaron nuevamente con una sonrisa de satisfacción y Rachid se retiró. Cuando llegó a la vereda, emprendió veloz carrera hacia su automóvil, lo puso en marcha y se dirigió a toda velocidad a la casa de Logan. Nuevamente dejó el auto a dos cuadras de la casa, caminó hasta ella, observó que nadie lo viera, y entró abriendo la puerta principal con las llaves que todavía conservaba. En medio del living, había una mesa ratona, sobre ella un cenicero y allí colocó sin tocarlas las colillas y la boquilla que había traído del despacho de Cummings. Echó un vistazo por todo el escenario que habia preparado y regresó a su casa.
No eran todavía las cinco de la tarde cuando llegó a su departamento. Christine lo estaba esperando, más tranquila que el día anterior. La perspectiva de alejarse de toda su vida anterior la subyugaba y hacerlo junto con su amado Ahmed era lo más hermoso que podía haberle sucedido.
Ahmed le contó todo lo sucedido con lujo de detalles y le explicó que buscaba que la policía, ni bien conociera el asesinato de Logan, inculpara a Cummings. Si Cummings zafaba o no de la situación, era poco importante para ellos. Lo que necesitaban era que la policía se encuentre distraída siguiendo esa pista durante el tiempo suficiente que les permita tomar el avión rumbo a Marruecos. Una vez en vuel ya estarían seguros.
Montada la escenografía y plantados los indicios que dirigirían la investigación hacia Cummings, Rachid decidió impulsar la misma, para lo cual a las diez de la noche, salió de su departamento y fue hasta un teléfono público situado en las cercanías. Llamó a la sección Homicidios de la FBI.

- Homicidios… - contestó una voz monótona.
- Le hablo para comunicarle que se ha producido un asesinato en Brooklyn, en la 18th Ave. y la Shore Pkwy. – dijo rápidamente Ahmed interponiendo un pañuelo entre su boca y el micrófono.
- Quién habla ? – preguntó el policía.
- No interesa - replicó Rachid - Si le interesa la información se la repito. Asesinato en la 18th Avenue y Shore Pkwy. en Brooklyn - y cortó la comunicación.
Dejó la cabina y regresó caminando pausadamente a su departamento. Mañana ya los noticiosos dirían algo al respecto.

(continuará)

jueves, 9 de agosto de 2007

JUEGO SUCIO - Cap. 7

Abrió la puerta principal y vió el cuadro tal como habia quedado. Nadie había entrado ni se habia modificado nada. El cadáver de Logan se encontraba en la misma posición, boca arriba, con las dos manchas de sangre en el pecho producto de los dos disparos. Desde adentro cerró nuevamente la puerta con llave, se calzó un par de guantes y se dispuso a trabajar. Tomó los tres vasos que habían sido usados, los lavó cuidadosamente, los secó y los colocó nuevamente en el bar. Limpió prolijamente la botella de Bourbon para que no queden impresiones digitales. Buscó entre los elementos de limpieza una aspiradora, con la cual aspiró la moquette del living en toda su extensión.


Pasó la aspiradora sobre el sofá, su respaldo y los almohadones donde habían estado Logan y Christine y también pasó la aspiradora por el pantalón del muerto, especialmente en su parte anterior. Todo esto tratando de eliminar posibles cabellos de Christine.
Con la cámara de su teléfono celular sacó un par de fotografías al cadáver y se retiró, no sin limpiar previamente los picaportes interior y exterior de la puerta de calle.


Antes de salir, espió desde dentro de la casa a través de una hendija si había alguna persona en las proximidades. No había nadie… tenía el terreno libre. Abrió la puerta y salió al exterior. Sacó de su bolsillo la pistola con la que se realizaron los disparos, a la que previamente la había limpiado con una franela apenas húmeda para borrar huellas dactilares y la arrojó a unos tres metros de distancia de la puerta de entrada, entre unas plantas del jardín circundante. “La policía seguramente la encontrará. La pistola es de Cummings, la tiene registrada a su nombre… a él lo buscarán” - pensó.
Rápidamente llegó a la vereda y se puso a caminar displicentemente hacia su automóvil. Eran las cuatro y veinte de la tarde.
Puso en marcha su automóvil, se dirigió jacia el puente de Brooklyn, lo cruzó, dobló inmediatamente a su derecha y se dirigió hacia Seaport. Estacionó, se sentó en un bar a tomar un café, mientras hojeaba el New York Times; a los pocos minutos se dirigió hacia un teléfono público cercano y llamó a Mr. Cummings. Atendió el mayordomo, a quien le pidió hablar con su patrón. Cuando le preguntó de parte de quién, le contestó con aire autoritario que era el Inspector Smith de la sección Homicidios del FBI. El mayordomo no preguntó más nada y le pasó inmediatamente la comunicación:
- Hola - atendió Mr, Cummings extrañado - quién habla ?
- Rachid. Me presenté como policía para no divulgar la llamada – aclaró Ahmed.
- Ah… bueno - contestó aliviado Mr. Cummings - hay alguna novedad ?
- El trabajo está cumplido – comunicó Rachid escuetamente.
- Bien !! - se notó la voz de Cummings con un dejo de satisfacción - tiene alguna prueba para mostrarme ?
- Por supuesto. En eso habíamos quedado - dijo con suficiencia Rachid, añadiendo – se la doy a cambio del saldo. Cuándo puede ser ?
- Si le parece bien mañana martes a las 10 en la puerta del Banco, como la otra vez - dijo Cummings.
- Pienso que no sería conveniente mostrarse tanto. Si le parece bien, podría ser en su domicilio y en efectivo ? – sugirió Rachid.
- De acuerdo - aceptó Cummings - lo espero mañana a mediodia.
- O.K. Mañana a las doce en punto estaré allí - dijo Rachid y cortó.
No era verdad que no quisiera cobrar en el Banco. Súbitamente, en su cerebro que funcionaba a velocidad supersónica, se le había ocurrido una idea que si podía concretarla sería genial. Pensando en eso comenzó a caminar hacia su automóvil, riendo para sus adentros y frotándose las manos de placer. Puso en marcha el auto y se dirigió a la compañía aérea Royal Air Maroc. El tránsito estaba pesado. Era una hora pico, cuando la gente se desplaza hacia las afueras, saliendo de su trabajo. Su auto marchaba a paso de hombre. Por fin llegó a su destino. Estacionó en un Parking y se dirigió a la compañía aérea. Lo atendió una empleada de color.
- Por favor, a qué hora salen los vuelos para Casablanca ? - preguntó
- A las 19,01 - contestó la empleada.
- Bien. Necesito dos pasajes en primera clase para pasado mañana - pidió Ahmed.
- Pasado mañana es miércoles y es el único día de la semana en que no hay vuelo a Casablanca.
- Qué pena…!!! - dijo Ahmed - déme entonces para el jueves.
La empleada consultó en la computadora, levantó la vista y le dijo:
- El día jueves está completo. No hay nada ni en primera ni en turística. Si desea lo puedo poner en lista de espera, pero ya tenemos unas cuantas personas en esta situación.
- No. Para el viernes tiene disponibilidad ? – preguntó Rachid.
- Si. Quedan dos en primera clase y algunos más en turística.
- De acuerdo, déme los dos de primera. Aqui tiene los nombres y los números de los pasaportes - dijo Ahmed extendiendo un papel.
- O.K.- la empleada comenzó a extender los tickets y preguntó - Cash o tarjeta de crédito ?
- American Express – contestó Ahmed, entregándole la tarjeta.
La empleada terminó de confeccionar los tickets aéreos, le dio a firmar el ticket de la compra y le dijo:
- El viernes sale del Aeropuerto Kennedy, a las 19,01, vuelo AT 201. Deben presentarse no menos de dos horas antes en el stand de la empresa.
- Muchas gracias – dijo Ahmed recogiendo los tickets.

Camino a su departamento, se detuvo en un supermercado, donde compró alimentos suficientes para los tres dias y medio largos que le quedaban en Nueva York. Luego… a Casablanca, a su Marruecos natal, donde comenzaría una nueva vida…y con Christine !!!. Todavía no podía entender cómo se había enamorado tan profundamente de aquella joven en apenas unas horas y bajo tales circunstancias. Un hombre duro, como él, acostumbrado a las cosas más crudas, donde los sentimientos no existían…
Pero la realidad era ésa…. y su vida había sufrido un vuelco impensado, pero feliz.
Mientras pensaba todo esto, llegó a la puerta de su cochera. Recordó que la misma estaba ocupada por el auto de Christine, por lo cual estacionó en las inmediaciones. Miró el reloj. Ya eran casi las nueve de la noche. Había salido temprano y regresaba ya de noche. Entró en el edificio, subió a su departamento y abrió la puerta con su llave. No se veía la más mínima luz. Todo era oscuridad allí dentro. No se escuchaba el menor ruido. Encendió la luz del living. Todo estaba en su lugar, pero no vió a Christine.
(continuará)

jueves, 2 de agosto de 2007

JUEGO SUCIO - Cap. 6



No tenía idea del tiempo que había pasado, todavía era noche cerrada, solo se veían hilos de la luz de la calle que traspasaban por alguna hendija de la ventana, cuando escuchó un ruido imperceptible que lo sobresaltó. Abrió los ojos, inmóvil, tomó el revólver que tenía bajo la almohada y vió una silueta desplazarse hacia él.
- Qué pasa ? - preguntó con voz firme.
- Me desperté y tengo miedo - se escuchó la voz de Christine - déjame estar contigo.
No había terminado la frase y ya la joven estaba acostada a su lado. La estrechez del sofá hizo que sus cuerpos se contactaran y advirtió la tersura y la tibieza inconfundible de su piel. Christine apoyó su cabeza sobre el pecho de Ahmed. Éste guardó el revólver, pasó su brazo por detrás de ella y tocó su espalda desnuda. Quedaron en silencio, mientras como si fuera un acto reflejo, ella apoyó suavemente sus labios sobre el pecho de Ahmed. A pesar de los momentos vividos, Ahmed estaba impactado con esa joven y quedó inmóvil. Christine movió levemente sus labios dándole un beso.
Él seguía absolutamente quieto.
Los besos de Christine descendieron a su abdomen y se tornaron más profundos y más húmedos. En pocos segundos más, sintió en su sexo el calor y la humedad de la boca de Christine. Su cálido aliento lo hacía vulnerable y lo hacía crecer dentro de su boca. Todo era silencioso. Su respiración se fue haciendo entrecortada y no tuvo mas remedio que obedecer a sus instintos. Se incorporó, tomó a Christine en sus brazos, la acostó en el sofá y la penetró febrilmente con todo ese impulso contenido desde hacía ya unas horas.

Aparentemente ella no era indiferente a semejante delirio y sus cuerpo se movieron y vibraron al unísono. El silencio se rompió con los gemidos cada vez mas intensos de Christine, a los que se unieron los de Ahmed en un “in crescendo” que terminó abruptamente. Luego todo fue silencio nuevamente.
Exhaustos por todas las emociones de la noche, sus cuerpos apretados, quedaron profundamente dormidos.
Eran las seis de la mañana. La primeras luces del alba los despertó y seguían abrazados. Sus cuerpos desnudos fundidos el uno contra el otro. Christine buscó los labios de Ahmed y terminó de despertarlo con un apasionado beso. No solamente reaccionaron de ese delirio amatorio, sino que ambos cayeron en cuenta de los problemas en que estaban inmersos. Volviendo a la realidad, Ahmed dijo:
- Querida Christine, al margen de toda esta locura de amor, pongamos los pies sobre la tierra. Te propongo que nos demos un buen baño, nos reanimemos, nos vistamos y tratemos de tomar decisiones.
- Si – asintió Christine con una sonrisa - comienza a bañarte mientras preparo café.
A los pocos minutos ambos estaban vestidos, sentados a la mesa tomando un frugal desayuno. Ahmed inició la conversación.
- Te habrás dado cuenta que anoche has cometido un asesinato y en la casa de Logan hay pruebas harto suficientes para probar tu culpabilidad. No sé cuanto tiempo pasará, pero alguien va a descubrir la ausencia de Logan.
- Pienso que van a pasar algunos días – dijo Christine - porque no tiene familiares, a primera hora salíamos hacia Colombia, así que la gente vinculada a él sabía que no iba a estar en la ciudad. Tampoco en Colombia nos esperaba nadie.
- Cuánto tiempo iban a estar ausentes de N.Y. ? - preguntó Ahmed.
- No menos de cuatro días - contestó Christine.
- Entonces disponemos de cierto tiempo para maniobrar. Lo primero que debo hacer es regresar a casa de Logan y borrar todas las pruebas que te puedan incriminar.
- Iremos juntos - dijo Christine.
- Tu no te moverás de aquí, porque estás en riesgo - ordenó Ahmed.
- No podré quedarme encerrada eternamente – protestó Christine
- No - dijo Ahmed - pero tu habías dicho que querías liberarte de la droga, de la organización, de Cummings, de todo e iniciar una nueva vida, verdad ?
- Si - afirmó Christine
- Pues es no lo podrás hacer viviendo y andando por Nueva York - aseveró Ahmed - yo conozco el mundo de los narcos y te matarán. No se puede abandonar la organización de los traficantes de droga.
- Entonces que puedo hacer ? - preguntó Christine acongojada.
- Tú quieres iniciar una vida nueva y yo también – dijo Ahmed y la miró fijamente – Qué te parece si luego de que yo arregle todas las cosas, nos vamos a vivir definitivamente a algún lugar donde no corras peligro ?
- Yo lo haría, pero adónde ?. Si descubren que maté a Logan, en cualquier parte del mundo me encontrarían y me extraditarían.
- No conoces como se maneja todo el mundo, niña – dijo Ahmed – Recuerda que yo soy marroquí, y en Marruecos, que pertenece al mundo árabe, no van a extraditar a ninguna mujer de un ciudadano marroquí.
Ambos quedaron en silencio por unos segundos. Christine palideció, abrió desmesuradamente los ojos y preguntó con voz temblorosa:
- Qué debo interpretar ?
- Lo que he dicho - afirmó Ahmed - Si eres mi esposa y vivimos en Marruecos, nadie te podrá extraditar.
Christine se quedó petrificada. No podía creer lo que estaba escuchando. Cuando pudo reaccionar se arrojó a los brazos de Ahmed, se puso a llorar de la emoción y lo colmó de besos.
- Acepto - dijo entre sollozos – Dime lo que tengo que hacer y te obedeceré.
Ahmed besó a su amada, enjugó sus lágrimas y preguntó:
- Tienes pasaporte contigo ?

- Si - contestó - recuerda que viajaba hoy para Colombia, lo tengo en mi cartera. También tengo una valija con ropa en el baúl de mi automóvil.
- Tienes ropa también ? – dijo Ahmed con extrañeza – cómo no me dijiste anoche para ir a buscarla ?
- No era necesario. Me sentía tan bien con tu bata !! - contestó enfáticamente Christine.
Ahmed meneó su cabeza, sonrió y prosiguió hablando:
- Bien. Tienes pasaporte, ropa y diez millones de dólares en Suiza…que más necesitas ?
- No puedo disponer del dinero, sin autorización de Cummings - aclaró Christine.
- La cuenta está a tu nombre solamente o a nombre de ambos ? – preguntó Ahmed.
- Sólo a mi nombre - contestó Christine.
- Entonces ésa es otra mentira de Cummings - dijo Ahmed - eres mayor de edad y nadie te puede prohibir de disponer del dinero de una cuenta a tu nombre, pero eso no interesa.

Prepárate mentalmente para quedarte recluída en este departamento hasta que haya que ir al Aeropuerto. Partiremos rumbo a Marruecos lo más pronto posible. Mientras tanto yo me ocuparé de todo lo que haya que hacer en relación con Logan, con Cummmings, con los pasajes, etc. ok ?
- Si, corazón - asintió mansamente Christine.
- Ante todo es necesario que vaya a casa de Logan - dijo Ahmed - debo borrar todas las huellas que dejaste.
- Qué huellas ? - preguntó inocentemente Christine.
- Huellas en el vaso en el cual bebiste y en todo lo que pudiste haber tocado. Serviste el Bourbon de la botella…. Ahí tambien dejaste huellas – explicó Ahmed.
- Estuve sentada y acostada en el sofá – agregó Christine.
- Si. Seguramente quedaron cabellos tuyos en el sofá y en los pantalones de Robert – dijo Ahmed.
- Cómo sabes ? - preguntó Christine ruborizándose.
- Corazón… ví a través del ventanal todo lo que sucedió – contestó Ahmed – no te preocupes, yo trataré de solucionar todo. Además debo conseguir urgentemente dos pasajes para irnos a Marruecos.
- Cuándo nos iríamos ? – preguntó la joven.
- Cuanto antes - contestó Ahmed - Ni bien descubran a Logan muerto, corremos el riesgo que te busquen como sospechosa o para recabar datos de él. No te olvides que enseguida sabrán que tú eras su novia. Por eso mismo no debes moverte de acá, ni atender a nadie personalmente ni telefónicamente. Tampoco puedes encender la televisión ni la radio, Mientras yo no esté no debe producirse ningún tipo de ruido en el departamento. Yo iré a comprar algunas cosas para comer y las traeré. También te traeré la valija que está en el baúl de tu auto.
- No te preocupes - contestó Christine – me portaré bien.
- Ah…!!! Dame tu número de pasaporte y tu nombre completo - dijo Ahmed.
- Christine Warwick, pasaporte numero 11.133.819 – dijo de memoria.
Ahmed lo anotó y lo guardó, se terminó de vestir, buscó las llaves de la casa de Logan que había traído la noche anterior y sin que Christine se diera cuenta, puso en el bolsillo interior de su saco la pistola que le habia quitado.
- Bien. Yo me voy. Haz todo lo que te he dicho, por favor, que en eso va tu salvación y la mía también. No te olvides que soy encubridor. Trataré de regresar ni bien pueda, pero no te puedo decir a qué hora. Algo tienes para comer en la heladera, no mucho. Sírvete si tienes apetito.
Cuando fue a darle un beso, Christine se abrazó a él, mientras lo besaba y lloraba. Ahmed la besó tiernamente, le enjugó las lágrimas y salió a la calle. En ese momento escuchó las campanas de la Iglesia que tañían a las 8 en punto. Llamó un taxi, en el cual se dirigió a Brooklyn, hasta el lugar donde la noche precedente habia dejado su auto. Desde allí, fue caminando lentamente y disimuladamente hasta la casa de la 18th Avenue y Shore Pkwy. Pasó frente a ella mirando para todos lados, no observando movimientos anormales. Dió la vuelta a la manzana y cuando regresó a la entrada, ingresó en la casa de Logan.
(continuará)

domingo, 29 de julio de 2007

JUEGO SUCIO - Cap. 5

Christine se incorporó a medias del sofá, abriendo los ojos y poniendo una cara de asombro que la hacía más bonita todavía.
- Te debo confesar - siguió Ahmed con voz grave - que la vida me llevó por muchos caminos y he llegado a ser un asesino profesional.
Esperó la reacción de Christine, que quedó como paralizada y al ver que no decía nada, prosiguió:
- Durante varios días estuve siguiendo a Logan, y a través de éso te conocí. Yo estudiaba el momento óptimo para realizar mi trabajo, y había elegido esta noche para llevarlo a cabo. Pero apareciste tú, y sucedió lo que ya conoces.
- Quiere decir que si yo no lo mataba, lo hubieras matado tú ? – preguntó Christine saliendo de su mutismo.
- Exactamente – contestó Ahmed mirándola fijamente a los ojos.
- Que lástima – dijo Christine con una sonrisa y bajando la vista - me hubieras ahorrado el trabajo.
- Tanto deseo de matarlo tenías – inquirió Ahmed.
- No te imaginas. Tanto como el deseo de matar al hijo de puta de mi padre.
- Casi somos colegas, ambos asesinos - dijo con sorna Ahmed - salvo que yo lo hago por dinero.
- Yo también – replicó Christine riéndose – recuerda que si mato a mi padre adoptivo, me quedo con los diez millones de dólares… hasta creo que mis honorarios son superiores a los tuyos.
La visión de una Christine sonriente y hablando con tono tan sarcástico dió cierta tranquilidad a Rachid. Pensaba que cuando conociese su actividad, tendría un rechazo hacia él, sin embargo parecía no asombrarse. Extraña conducta.
- Bueno – dijo Ahmed, como para eludir el tema – ahora tenemos que pensar como salir indemnes de todo ésto. Supongo que tienes que regresar a tu casa, como si nada hubese pasado.
- Regresar ? Ni loca - dijo Christine en forma terminante – Además, recuerda que salí de mi casa diciendo que me iba de viaje a Colombia por una semana, asi que tengo tiempo suficiente para pensar.
- Y tienes donde ir ? – preguntó Ahmed.
- No. - contestó Christine - tendría que buscar alguna amiga, que no tengo, porque además estoy seriamente comprometida. No sé… me iría a un hotel.
- Sola ? Y en esta situación ? – preguntó Ahmed.
- Y que quieres que haga ? – dijo Christine.
- Tengo rondando en mi cabeza algunos planes que debemos conversar. Mientras tanto.... si quieres quedarte aquí ? – ofreció Ahmed.
- Si no te comprometo – aceptó implícitamente Christine iluminándosele su mirada.
- Para nada - dijo Ahmed - soy un hombre sin compromisos.
- Qué vida extraña la tuya…!!! – comentó Christine con un dejo de tristeza.
- No es de las más comunes…desde chico anduve rodando por el mundo. Marrakech… Rabat …Casablanca… París… Madrid … Nueva York… un nómade.
- Y qué hacías en cada lugar - inquirió Christine encandilada con la personalidad de Ahmed.
- Si quieres que te cuente mi historia tenemos para largo rato – dijo.
- Cuéntame - le pidió la joven apoyando su cabeza sobre uno de sus brazos.
Ahmed se levantó de su sillón, se sirvió otro Bourbon doble y regresó a sentarse.
- Siéntate aquí – le pidió Christine haciendo un lugar en el sofá donde estaba recostada.
Ahmed sonrió con ternura y fue a sentarse a su lado.
- Nací en Marrakech y de pequeño vivía allí. Marrakech... la ciudad más típica marroquí, y me ganaba la vida haciendo de guia turístico improvisado, acompañando a los turistas a conocer la ciudad.
Me ofrecía a ellos por unos pocos dirhams. Los llevaba a ver la Koutubia, la plaza Jemaa, el Hotel Maumonia, el mercado de camellos…. aquí se volvían locos… arreglaba con los dueños de los camellos para pasear a los turistas montados en ellos, cobraba a los turistas por sacarse una foto con los encantadores de serpientes, con el vendeur d’eau, vendedor de agua que viste un traje típico y lleva una odre con agua helada. Es un personaje curioso. Llevaba a los turistas al Gran Bazaar, donde compraban cosas y los dueños de los negocios me daban la comisión. Es decir, sacaba dinero de donde podía…


- Qué hermosura… me encantan los países exóticos - comentó Christine
- Cuando terminé el colegio me fui a estudiar a Rabat, viviendo en cualquier parte, pero debiendo trabajar, era poco lo que estudiaba. Allí me enteré que una horda de salvajes mató a mis padres. Quedé prácticamente solo en el mundo. Mi problema siempre era la falta de dinero…así me fui vinculando con gente de malvivir. Entonces me fui a Madrid, y luego a Paris, donde había mejores posibilidades porque había más dinero.
- Robabas ? - preguntó la joven.
- Si.
- Mataste ? - preguntó nuevamente abriendo los ojos.
- Si. - contestó quedamente Ahmed.
- Cómo puede ser que seas un asesino y me estés ayudando con tanta bondad ?
- Ja ja ja….- rió de buena gana Ahmed - No creas que ando matando a quien se cruce en mi camino. Lo he hecho profesionalmente, y te digo que ya estoy bastante cansado de mi actividad. He pensado varias veces de retirarme y disfrutar del dinero que he ahorrado y que tengo a buen recaudo.
- De veras tienes pensado no matar más ? - preguntó Christine con un aire de ingenuidad.
- De veras…- contestó Ahmed y prosiguió - y tú tienes pensado dejar la droga ?
A Christine se le llenaron los ojos de lágrimas y asintió con su cabeza.
- Mira Ahmed, no creas que no tengo conciencia de lo que hice - dijo seriamente - pero ese hijo de puta de Robert me llevó a esto y lo que hice fue para salir de este pantano. No sé todavía como haré para salir, porque no sé adónde recurrir para que me ayuden. Quiero salir de la droga, quiero salir de la organización, quiero irme de la casa de mi padre adoptivo y vivir sola, aunque sé que me va a perseguir implacablemente.
- No quieres que te ayude un asesino ? - se ofreció Ahmed.
Christine se largó a llorar, se incorporó y se aferró al cuello de Ahmed, hundiendo su cara en el cuello de su amigo.
- Bueno… no es para que te pongas asi - decía Ahmed tratando de consolarla - te ofrezco sinceramente mi ayuda.
Christine solo lloraba sin articular palabra. Ahmed la abrazó conmovido y le dijo al oído:
- Si confías en mí, saldremos los dos de todo esto. He estado en situaciones peores que ésta y sé cómo proceder, pero te pido mucha fortaleza. Tienes que ayudarme, sólo lo lograremos con tu colaboración.
Christine asintió con su cabeza sin mirarlo y comenzó a besarlo. Ahmed acarició su cabeza tratando de calmarla, pero ella siguió besándolo buscando sus labios. Lo apretó contra ella y lo besó con su boca entreabierta. Ahmed se quedó perplejo inicialmente, pero luego no pudo contenerse y retribuyó el beso de la joven.

Quedaron abrazados y en silencio, sin que ella se desprendiera durante unos minutos. Christine dejó de llorar y le dijo:
- Quiero que me ayudes. Quiero terminar con todo lo que me ha pasado en mi vida y empezar de nuevo. Ya me he desligado de Robert, pero también quiero desligarme de Cummings.
- Vamos a tener que pensar cómo - dijo pensativo Ahmed, incorporándose y yendo a buscar su Bourbon..
Christine lo miraba esperando decisiones.
- Que te parece si descansas un poco ? – sugirió Ahmed – ha sido una noche cargada de problemas. Mañana tendremos la mente más fresca y pensaremos mejor.
- Lo que digas – dijo obediente la joven.
- Tú dormirás en mi cama - dijo Ahmed – yo descansaré en el sofá.
- No quiero quedarme sola - protestó Christine.
- No compliquemos más las cosas - dijo Ahmed - hazme caso.
- Bueno - aceptó Christine - yo me acuesto en la cama, pero acompáñame hasta que me duerma. - De acuerdo…. vamos, acuéstate que ya voy.
Christine se dirigió hacia el dormitorio, dejando la puerta abierta. Ahmed esperó unos segundos. Sin querer, cuando se quitó la bata y quedó totalmente desnuda, vió reflejado su cuerpo en el espejo del dormitorio. Era una belleza, realmente perfecto. se colocó una pequeñísima camisola corta con breteles que traía, se acostó con movimientos felinos y se tapó con la sábana.
- Puedes venir - llamó.
Ahmed se sirvió otro poco de Bourbon y entró en la habitación. Vió a la hermosa joven acostada, apenas tapada por la sábana, con su cabellera revuelta desplegada sobre la almohada. Lo esperaba con una leve sonrisa. Se sentó a su lado, palmeándola en el hombro y le dijo:
- Duerme, que nos esperan horas movidas.
Christine le pidió que no dejara de tocarla, entornó los párpados y comenzó a respirar pausadamente. Ahmed la miraba recorriendo con sus ojos las facciones hermosas de la joven. Trataba de no moverse para no producir ruido alguno. Al cabo de unos minutos consideró que estaba dormida, retiró su mano del hombro y se incorporó. Christine abrió los ojos.
- No estoy dormida todavía – dijo con voz infantil.
Ahmed se sentó nuevamente y comenzó a acariciarla suavemente.
- Ahora creo que me dormiré - dijo Christine - pero antes…
Se sentó en la cama, la sábana cayó dejando sus pechos al descubierto, abrazó a Ahmed y le dió un apasionado beso en la boca.
- Hasta mañana - dijo y volvió a acostarse sin taparse.


Él se quedó perplejo. Retribuyó el beso y se quedó un rato más mirando sus turgentes pechos a la vista; cuando la vió dormida, se levantó y se fue al living, con la intención de tratar de dormir en el sofá. Se dió cuenta que había olvidado su pijama en el dormitorio, pero no quiso ir a buscarlo por temor a despertarla. Se quitó la camisa, el pantalón, se acostó, apagó la luz y trató de conciliar el sueño. Pasó casi una hora, durante la cual no dejó de pensar las posibles soluciones a los problemas surgidos esa noche y al final se quedó dormido.
(continuará)

jueves, 26 de julio de 2007

JUEGO SUCIO - Cap. 4

Rachid salió velozmente de su escondite y llegó hasta la entrada a la casa. Allí comenzó a gritar, golpeando la puerta:
- Christine….Christine…. abre la puerta…no temas…
Christine, confundida y llorando, aún con la pistola humeante en su mano derecha, abrió la puerta. Rachid la tomó en sus brazos, desarmándola y guardando la pistola en su bolsillo. Ella estaba abatida y no opuso resistencia. Rachid la recostó en un sillón y fue a ver a Logan. Su cuerpo exánime presentaba dos heridas de bala en el pecho, que se veían claramente por haber producido severas hemorragias. Rachid tenía experiencia en estas cosas e inmediatamente se dió cuenta que habían sido dos impactos certeros.
- Está muerto - le dijo a Christine.
Ella lloraba y no atinaba a decir palabra. Rachid bajó las cortinas de los ventanales, apagó las luces, dejando solo una pequeña lámpara encendida y apagó el televisor.
- Qué pasó ? – preguntó Rachid
Entre sollozos ella contestó:
- No aguanto más … quisiera suicidarme….
- No digas eso - trató de convencerla Rachid - yo te ayudaré…. Te das cuenta de lo que has hecho ?
Christine no contestaba, solo se limitaba a llorar y a abrazarse a él. Rachid continuó:
- Debemos salir de aquí urgentemente. Ven conmigo y vayamos en tu auto para que nadie sepa que estuviste aquí.
Ella no estaba para pensar en nada, limitándose a obedecer. Rachid tomó el abrigo, la cartera y la pistola. Apagó la luz que quedaba encendida, salieron y fueron hacia el auto de Christine. Rachid se aseguró de tomar las llaves de la casa y cerrar completamente la puerta de entrada. Hizo sentar a la joven en el asiento del acompañante y conduciendo el automóvil se alejaron velozmente de la casa de Logan.
- Vendrás a mi casa – dijo Rachid – no puedes ir ninguna parte en este estado.
Christine asintió entre sollozos. Iban en silencio surcando las calles semidesiertas de la ciudad, cruzaron el puente de Brooklyn, siguieron bordeando el rio Hudson. Christine rompió el silencio y preguntó:
- Quien es usted ?
- Es un poco largo de explicar – dijo escuetamente Rachid.
- Pertenece también a la organización ? – preguntó Christine
- Nada que ver - contestó Rachid - quédate tranquila. Ya te explicaré todo cuando estemos en mi casa.
La joven no preguntó más nada, de todas maneras no tenía otra solución a mano que obedecer a ese hombre.
Rachid siguió su ruta, tomó la 10th. Avenue, luego la Amsterdam Avenue, hasta su cruce con la W.86th.St. en Upper West Side, donde Rachid tenía su departamento. Guardaron el automóvil en la cochera y subieron hasta el piso 14. Abrió la puerta del departamento e invitó a Christine a pasar. Ella entró con paso vacilante.
- Bueno - dijo Rachid tratando de darle tranquilidad - acá estamos seguros. Ve a lavarte la cara que estás todavía ensangrentada, mientras yo preparo café, que tenemos mucho que conversar.
Ella asintió con la cabeza y obedeció. Pocos segundos después, Rachid golpeó la puerta del baño y dijo:
- Ponte cómoda. No tengo mucho para ofrecerte, pero puedes ponerte una bata mía. Te la dejo en la puerta del baño.
- Gracias - se escuchó desde adentro.
Rachid fue hacia la cocina para preparar café y buscó algo para comer… Busó en la heladera y estaba preparando unos bocadillos, cuando sintió pasos detrás suyo. Se dió vuelta y no pudo disimular su sorpresa. La mujer exótica que habia visto durante sus segumientos a Logan, se habia transformado en una bellisima adolescente con su cara lavada y su cabello mojado, envuelta en una bata que le sobraba por todos lados, pero que dejaba ver que debajo de ella no había ninguna otra prenda. Por un momento se quedó mirándola, lo que no fue pasado por alto por la muchacha que se sonrojó.

- Te vendrá bien una taza de café bien calentito – dijo Rachid para cortar el momento.
- Gracias – dijo la chica y tomó asiento en una silla del desayunador.
Rachid se sentó frente a ella y dijo:
- Creo que debemos conversar unas cuantas cosas.
- Ya lo creo. Estoy totalmente confundida - dijo Christine - quien es usted ?
- Mi nombre es Ahmed Rachid…puedes decirme Ahmed - contestó - Ya te daré más explicaciones de mi presencia allí, pero cuéntame primero tu historia y los motivos que te llevaron a hacer lo que has hecho.
- Bueno. Te cuento. Yo estaba de novia con Robert; todavía no entiendo yo misma por qué, ya que era una basura.
- Lo sé - interrumpió Ahmed - conozco sus actividades en relación con el narcotráfico, conozco lo que ha hecho con otras chicas y más todavía.
- De dónde lo conoces ? – preguntó extrañada Christine.
- Ya te contaré todo mi historia – dijo Ahmed – sigue con la tuya.
- Hoy a la noche vine a su casa, porque mañana partíamos para Colombia - prosiguió Christine - yo lo acompañaba obligada, porque él quería que conociera a la gente de la organización. Él quería que me encargara de llevar droga a Europa, ya que yo tenía muchos contactos allá.
- No eras la primera a la cual le hacía eso – dijo Ahmed.
- Eso no lo sabía, pero yo no quería hacerlo. Le rogué encarecidamente que me liberara de eso.
Pero había llegado a un punto en el cual no había marcha atrás – dijo Christine comenzando a llorar.
- Por que no podías renunciar a eso ? – inquirió Ahmed.
Christine ya lloraba desconsoladamente, su frente se llenó de gotitas de sudor y Ahmed notó un cierto temblor fino en sus manos. Todo su cuerpo se puso sudoroso y sintió sofocaciones. Se abrió la bata como para tomar aire, dejando sus pechos desnudos.
- Que te sucede ? – preguntó Ahmed, aunque suponia lo que pasaba.
- Me permites ? - pidió Christina con voz temblorosa, buscando su cartera.
- Hazlo – autorizó con voz cariñosa Ahmed.








Christine sacó de su cartera un frasquito conteniendo un polvo blanco, depositó un poquito sobre un plato y lo aspiró con una especie de cánula.
Rachid pensó: Cocaína, pero no dijo nada. Hubo un silencio de unos segundos, luego de los cuales Christina dijo:
- Ahora entiendes por qué no podía dar marcha atrás en todo esto ?
- Sí, entiendo - dijo Ahmed acariciándole la cabeza y jugando tiernamente con sus rubios cabellos.
Algo repuesta por el efecto de la droga, Christine continuó:
- Hoy fui decidida a terminar con todo. Primero le exigí que me dejara tranquila, luego le rogué, lloré y me humillé con él y hasta decidí convencerlo apelando al cariño y al sexo. Nada de eso sirvió. Se tornó violento y me castigó.
- Eso sucedió cuando estaban en el sofá y cuando se incorporaron – añadió Ahmed.
- Como viste todo eso ? – preguntó Christine sonrojándose.
- Vi todo, absolutamente todo, desde antes que llegaras – aclaró Ahmed y añadió – también ví cuando sacaste la pistola y le disparaste.
Christine se largó a llorar nuevamente.
- De donde sacaste la pistola ? – preguntó Ahmed.
- Del dormitorio de mi padre; es de él –contestó Christine entre sollozos.
- La tiene legalmente, me imagino – supuso Ahmed.
- Sí, tiene ésta pistola en su dormitorio y otra en el escritorio – dijo la joven.
- La situación es por demás complicada, te darás cuenta. Estás sumamente comprometida - comenzó a manera de introducción – Creo que tendrías que hablar claramente con tu padre, para ver qué ayuda te puede dar.
- No me hables del degenerado de mi padre, que ni siquiera es mi padre – exclamó Christine – nunca recurriría para nada a él.
- Por qué dices eso ? – preguntó extrañado Ahmed.
- Tú no conoces nada de esto – gritó entre sollozos – pero tendría que contarte toda mi historia.
- Cuenta – pidió cariñosamente Ahmed.
Christine terminó el café de su taza de un sorbo como juntando fuerzas y comenzó su historia.
- Yo fui adoptada cuando tenía cinco años. Era huérfana y mi madre adoptiva fue mi angel salvador. Viví con toda felicidad hasta los 12 años, cuando el cruel destino quiso que quedara huérfana de madre por segunda vez.
- Es verdad – dijo Ahmed - pero quedaba tu padre.
- Si… mi padre…. – exclamó Christine con sorna – Un degenerado que a partir de la muerte de mi madre comenzó a abusar de mi.
- Que dices ? – preguntó Ahmed incrédulo.
- No fui clara ? – inquirió la joven – comenzó a abusar de mi, que era una criatura y llegó a los 14 años a someterme sexualmente. Siempre diciéndome que me amaba y que velaría para asegurarme un futuro, pero metiéndose en mi cama.
- Eso cuanto tiempo ocurrió ? – preguntó Ahmed que no salia de su asombro.
- Desde los 14 años hasta los 18, diciéndome que me amaba y que si yo lo amaba tenia que retribuirselo de esa manera – contestó amargamente Christine.
- Y por que no te negabas ?
- Me amenazaba con despojarme de todo, dejarme en la calle de donde me habia recogido e incluso me dijo que podía matarme si no lo satisfacía - contestó Christine - Para gratificarme me abrió una cuenta en un banco de Suiza, donde me depositó diez millones de dólares, pero que no los podría tocar sin su consentimiento.
Ahmed le pidió que lo esperara un momento y se dispuso a preparar más café. No sabía si en realidad queria tomar café o queria poner un paréntesis en la conversación para ordenar sus ideas. Le dijo a la chica que vaya al living donde estarían mas cómodos.
Para él trajo también un abundante vaso de Bourbon. Mientras hacía esto, espiaba a Christine, quien nuevamente abrió su frasco y aspiró una nueva dosis de cocaína. Rachid meneó la cabeza y pensó: Si tuviera sus problemas aspiraria el frasco entero.
Cuando regresó al living con el café, Christine se encontraba en el sofá tendida sobre su lado izquierdo, respirando profundamente. Acalorada a pesar de su poca ropa, tenía la bata abierta en su parte superior dejando ver sus pechos y en su parte inferior dejando ver la nalga y toda su pierna derecha. Parecía como si alguien la hubiera colocado en esa posición para tomar fotos eróticas. Ahmed hizo como si no hubiera reparado en su desnudez parcial y sirvió dos tazas de café.


- Ya te conté todo, o casi todo – dijo Christine – ahora te toca a ti. Dime que hacías en la casa de Logan.
- Bien - dijo Ahmed carraspeando - Te lo diré en la forma mas directa. Días pasados fui llamado por Mr Cummings, tu padre, para encargarme una tarea.
- Seguirme a mi ? - preguntó interrumpiendo Christine.
- No exactamente – dijo Ahmed.
Hizo una breve pausa, porque le costaba decir la verdad, pero tomando impulso dijo a boca de jarro:
- Me llamó a su casa para contratarme. Mi tarea era asesinar a Logan.
(continuará)

sábado, 21 de julio de 2007

JUEGO SUCIO - Cap. 3

Los días siguientes fueron días de estudio para Rachid. De acuerdo con los datos que constaban en la carpeta que Mr. Cummings le habia entregado, pudo llegar a Logan, a quien siguió durante varios días, para conocer sus hábitos y costumbres, horarios y lugares donde concurría. Logan vivía solo en una hermosa casa en Brooklyn, cerca del Dyker Beach Park y la entrada al Verrazano Narrows Bridge que une Brooklyn con Staten Island, rodeada de un parque, con entradas para automóvil. Es un lugar maravilloso, desde donde se disfruta de una hermosa vista de la Lower New York Bay, cosa que Logan aprovechaba pues permanentemente los grandes ventanales del living tenían sus cortinas abiertas. Podía hacer eso, porque prácticamente no habia vecinos cercanos. Además su casa estaba circundada por un parque y el perímetro era marcado por elegantes y bien cuidados arbustos .
Sus actividades las llevaba a cabo por todo New York. No tenía un lugar físico donde atendiera clientes, él iba de un lado a otro. Frecuentemente andaba por la zona de los dam de Harlem River, donde en muchas oportunidades pasaba varias horas dentro de depósitos existentes en esa zona. En su propia casa solo recibía a pocas personas, probablemente las más encumbradas dentro de la organización y las de absoluta confianza, pero eso ocurría en contadísimas ocasiones. Esas visitas suelen ser comprometedoras.
En varias oportunidades lo había visto acompañado de Christine, la hija adoptiva de Cummings, quien era un inquietante rubia de elevada estatura, representaba tal vez algún año de edad más de los veintiun años reales que tenía. Era muy mujer. Tenía cabello largo lacio, ojos celestes de mirada algo somnolienta. Muy delgada, de cara angulosa que le conferían un aire exótico. Vestía siempre con ropa de primera línea, lo que la hacía más elegante aún. En algunas oportunidades habían ido a cenar a refinados restaurantes de la ciudad, concurrían a algunos Pubs en el Soho o en Tribecca y otras veces la había visto en casa de su novio.
Logan desarrollaba una intensa actividad nocturna, frecuentando pubs y lugares bailables, a veces solo, a veces acompañado de Christine, excepto los días en que se desarrollaban importantes matches de futbol americano, días en que se quedaba religiosamente en su casa mirando los partidos por televisión en una plasma de grandes dimensiones que se veía desde fuera de la casa. Esos días no recibía visitas. Se concentraba en el goce de su deporte favorito.
En fin… En unos pocos días Rachid ya había reunido información como para tener un panorama de cómo era la vida de Logan, sin importarle si sus actividades eran legales o no, dado que su objetivo era el trabajo que le había sido encomendado.
Mr. Cummings se habia comunicado por teléfono una sola vez a los cuatro días de concertado el pacto, oportumidad en que Rachid le pidió que no lo llamara, porque eso solo serviría eventualmente para comprometerlos y que él se iba a comunicar cuando sucedieran hechos importantes. Y los sucesos importantes surgieron al séptimo día.
Ese domingo se jugaba un sensacional match de football, nada menos que los Tennessee Titans contra los New York Giants y Robert Logan no pensaba perdérselo, asi que se preparó en su casa frente al plasma para disfrutar del juego.
Rachid sabía que eso iba a ocurrir y que Logan estaría solo en su casa, así que decidió llevar a cabo su cometido esa misma noche.
Llegó a las inmediaciones de la casa de Logan. Era un barrio residencial tranquilo. Rachid estacionó su auto a unas seis cuadras de la casa y llegó caminando, pasó el cerco perimetral y se escondió entre los arbustos, eligiendo un lugar desde el cual dominaba toda la casa y especialmente el ventanal del living. Desde allí provisto de un binocular, observaba hasta los movimientos mas finos, dispuesto a esperar la finalización del partido, el momento en que se apagaran las luces y Robert se retirara a descansar en su dormitorio de la planta alta. Entonces pondría en marcha la operación.
Rachid permaneció en un lugar oscuro, bien protegido de la vista de cualquier transeúnte ocasional, que por suerte eran escasísimos y vió a Logan caminando por el amplio living de su casa, en desplazamientos normales para cualquier persona. Faltaba poco para que diera comienzo el match de football y estaba tomando todos los recaudos previos para concentrarse en su deporte preferido. Se dirigió hacia un bar que había en un ángulo y se sirvió un generoso vaso de bourbon y se sentó cómodamente en un sofá, frente a la pantalla, de espaldas a su observador. Rachid veía la pantalla completa y del sofá donde se había repantigado Logan, sólo asomaba su cabeza.
El partido comenzó y Rachid sacó cuentas del tiempo que necesitaría esperar para poner en marcha su plan. Le faltaba un buen rato, pero la paciencia es una de las virtudes que debía poseer un profesional como él. Sabía que era temprano, pero quería asegurarse que Logan estuviera en su casa y solo.
Promediaba el primer tiempo y la escena seguía siendo la misma, cuando llegó a la casa un lujoso automóvil que estacionó frente a la puerta de entrada, tocó un fuerte bocinazo y descendió una mujer con aire decidido. Logan se incorporó sorprendido con su vaso en la mano, se dirigió hacia la puerta y abrió.
A pesar del corto tramo que recorrió a pie hasta la puerta, Rachid reconoció inmediatamente a la mujer. Era Christine. No fue muy efusivo el recibimiento que Logan le tributara a Christine. Tal vez porque estaba ensimismado mirando el partido. Tal vez no estaba en los planes de Rachid la presencia de Christine esa noche. Es más, suponía que no vendría dada la costumbre de Logan de mirar los partidos sin que nadie ni nada lo distrajera, pero evidentemente esa noche, las cosas no sucedían como siempre.
Desde su punto de observación vió a la mujer despojarse de su abrigo, mientras Robert retomó su posición en el sofá, volviéndose a concentrar en el partido. Prácticamente no le prestaba atención a Christine, quien fue hasta el bar y sirvió dos vasos de bourbon, una para ella y la otra para su novio.
Christine regresó del bar, le dió uno de los vasos a su novio y comenzó a hablarle de pie frente a él. Robert le hacía señas de que se desplazara a un costado porque le impedía la visual. Ella seguía hablando y gesticulando, pero aparentemente no lograba que Robert entrara en la conversación. Se la notaba irritada por su manera de moverse y por sus ademanes, mientras su novio permanecía impasible sentado en el sofá y mirando el partido.
La joven optó por sentarse en el sofá al lado de Robert, inclinándose hacia él en actitud presuntivamente cariñosa, mientras Logan continuaba mostrando una actitud un tanto hosca. Rachid pensó que la mujer había cambiado de táctica; trataba de lograr su atención mediante la persuasión.
Continuaba observando con sus binoculares tratando de interpretar a través de los movimientos lo que pasaba entre ellos. En un momento, luego de haber sufrido varios rechazos a su acercamiento, Christine fue inclinando su cuerpo y su cabeza hacia Robert, hasta tal punto que el respaldo del sofá tapó totalmente a la joven, interpretando que se encontraba acostada con su cabeza en la falda de Robert. Apenas unos segundos después, vió como Logan se incorporaba súbitamente, propinaba dos fuertes golpes en la cara a su novia y se acomodaba los pantalones. Ella se incorporó también y él continuó golpeando a la joven, que trastabilló en el medio del living. No contento con eso, Robert le propinó un par de puntapiés y regresó nuevamente hacia el sofá.
Christine se incorporó con la boca ensangrentada, se dirigió hacia donde habia dejado su abrigo y extrajo de él una pistola apuntando con ella a Robert y gritándole.
Robert se incorporó levantando los brazos y yendo hacia ella. En ese momento sonaron dos disparos y Logan cayó.













(continuará)

miércoles, 18 de julio de 2007

JUEGO SUCIO - Cap. 2


A las tres de la mañana, se retiró del Pub, acompañado por Nathalie, su amiga. Arrancó velozmente con rumbo previsible. Recalaron en el lujoso departamento de Rachid, donde Ahmed (su infartante amiga lo llamaba por su nombre de pila) descorchó una botella de Dom Perignon, mientras ella ponía música suave. No era la primera vez que venía a lo de Ahmed. Conocía el lugar como la palma de su mano. Estaba situado en una esquina, por lo cual tenía ventanales en dos de sus lados. Tenía un living comedor inmenso, con un amplio ventanal a la calle; un gran dormitorio que tenía una cama king size, luz difusa y dos veladores individuales, varios placards, un vestidor conectado con el baño que además de lo usual, tenía un jacuzzi para dos personas. Mmmhhhh…. si el jacuzzi hablara….!!!. También en el vestidor había otra puerta que conectaba con un pequeño sauna par no mas de dos o tres personas.
Rachid recomenzó una conversación que había quedado trunca en el Pub.
- Así que conocías a Robert Logan - dijo Ahmed, tanto como para reinciar el tema.
- Nunca estuve mezclada con sus cosas, pero una amiga mía lo pasó muy mal.
- Por problemas de drogas ? – inquirió Ahmed.
- Si. Primero la inició en las drogas - contestó Nathalie - y luego quiso usarla para que viaje a llevar drogas a Europa.
- De mula, como le llaman – dijo Ahmed.
- Sí, pero ante la negativa de ella, que todavía conservaba algo de su lucidez, se tornó muy pesado.
- Pesado en qué nivel ? – preguntó Ahmed.
- La perseguía por todas partes, diciéndole que no podría vivir tranquila. Le mandó matones a su casa. Entraron en ella, la golpearon, la violaron, le quemaron el cuerpo con cigarrillos y la amenazaron de muerte de parte de Robert. Ni te lo puedes imaginar. Fue un calvario y por supuesto ni siquiera podía hacer una denuncia a la policía, porque eso sería como firmar su propia acta de defunción.
- Y como zafó de esa situación ? – preguntó Ahmed.
- Al final no tuvo otro remedio que pactar con Logan, prometiendo hacer dos viajes llevando cocaína, pero por favor, no se te ocurra mencionar nunca esto - pidió Nathalie.
Ahmed sonrió, y mientras le servía otra copa de champagne le dijo:
- Me conoces. No soy justamente un santo y algo conoces de mis actividades. En nuestro mundo se respeta el secreto a ultranza. Es uno de los códigos fundamentales. Además, sabes que no tengo las mejores relaciones con la policía, a pesar que me respetan y los respeto.
Brindaron por enésima vez y cambiando el ángulo de la conversación Ahmed le dijo:
- Hace bastante tiempo que no te veía. Sigues tan hermosa y tan sensual como siempre.
- Gracias - dijo Nathalie en tono quedo, acercándose y dándole un beso.
Ahmed la retuvo tomándola de la cintura y prolongó ese beso mordiendo sus labios. Nathalie
no rehuyó el contacto, abrió sus labios continuando el beso, abrazándolo fuertemente y apretando su cuerpo contra el de Ahmed. Éste era de respuestas rápidas, ella lo notó de inmediato y se apretó más aún. Ahmed comenzó a acariciar su cuerpo por debajo del vestido, con dificultades porque era muy apretado, por lo que optó por bajar la cremallera del mismo desde el cuello hasta debajo de la cintura. Ella se estremeció al sentir el contacto de sus dos manos que descendieron lentamente hasta llegar a su zona íntima.
- Vamos - dijo Nathalie, tomando la botella de champagne, las dos copas y dirigiéndose al dormitorio.
Ahmed obedeció.... como para no obedecerla !!. La siguió, mirando su hermoso cuerpo o lo que permitía su cremallera totalmente abierta hasta más debajo de la cintura. En el dormitorio la joven completó la obra iniciada por Ahmed, quitándose el vestido lentamente, con la cabeza ligeramente inclinada hacia abajo, mirándolo fijamente con sus grandes ojos negros. Una vez en la cama, los cuerpos desnudos se apretaron el uno contra el otro, exteriorizando el deseo
Se besaron despacio, muy despacio y largamente. Él acariciaba sus pechos que parecían dos palomas dispuestas levantar vuelo. Nathalie ya estaba ansiosa de recibir a Ahmed, entonces se puso de espaldas y le dijo: - Súbete.
Ni corto ni perezoso Ahmed obedeció y ella lo sintió penetrando dentro suyo. Rato después, ambos relajados, tomaron el champagne restante, fumaron unos cigarrillos y conversaron largamente. Nathalie tenía importantes contactos y mucha información que Ahmed apreciaba. Luego se quedaron dormidos un rato y cuando comenzaba a amanecer, Nathalie se despertó y se vistió lentamente y sin hacer ruido. Fue a la cocina y preparó cafe para ambos. Cuando fue allevar una taza del aromático y humeante café a su amigo, éste estaba durmiendo desnudo, destapado y cruzado en la cama.
- Toma un café para reanimarte – dijo suavemente para despertarlo.
- Me hace buena falta, luego de una noche contigo – dijo Ahmed restregándose los ojos.
Al verla vestida, le preguntó:
- Ya te vas ?
- Si. Te pareció poco ? Tengo que marcharme - dijo Nathalie.
- Contigo siempre es poco - rió Ahmed.
Terminaron la taza de café, Nathalie se incorporó y se dirigió hacia la puerta. Ahmed la acompañó, se dieron un cariñoso beso y cerró la puerta tras su salida. Regresó a la cama, se tapó con la sábana y volvió a dormirse.

A las nueve de la noche Rachid telefoneó a Mr. Cummings para comunicarle que ya había revisado la carpeta conteniendo los datos de Robert Logan y que aceptaba realizar el asesinato encargado. Convinieron una nueva cita para las diez de la mañana en el Chase Manhattan Bank del microcentro neoyorkino.
A las diez en punto, se encontraron en la puerta del Banco y de allí fueron al sector de las Cajas de Seguridad. De una de ellas Mr. Cummmings extrajo varios fajos de dinero, que previo conteo se los entregó a Rachid. Éste había llevado consigo un maletín donde colocó los fajos de billetes y salieron de la bóveda.
- Ya tiene la mitad de lo pactado – dijo Mr. Cummings – manténgame al tanto de sus movimientos.
- Despreocúpese – contestó Rachid – yo me ocuparé de todo, pero no crea que estaremos en conexión muy seguido. No es conveniente en estos casos que tengamos demasiado contacto. Yo me comunicaré con usted ni bien haya consumado el hecho, cosa que demandará no menos de una semana a diez días, salvo que Logan se ausente de la ciudad o cosa parecida.
- Comprendo - admitió el millonario resignado.
Llegaron a la puerta del Banco y se despidieron como dos amigos circunstanciales. Rachid esperó que Mr. Cummings iniciara su marcha, para caminar hacia el lado opuesto. Dobló en la primera esquina para desaparecer de la vista de Cummings y se dirigió hacia un edificio vecino al Stock Exchange, donde tiene su sede la representación de un conocido banco suizo, depositando íntegramente el dinero en su ya abultada cuenta particular.
(continuará)

viernes, 13 de julio de 2007

JUEGO SUCIO - Cap. 1


Ahmed Kalil Rachid no sabía el motivo por el cual Mr. Dave Cummings lo había citado. Nada le habia adelantado telefónicamente en ocasión de su llamado, pero tal hermetismo le hacía pensar que era un tema delicado. Más aún cuando la cita era a altas horas de la noche y le había recomendado que estacione a no menos de tres cuadras de su casa y llegase caminando y evitando que lo vean. Tampoco tenía idea de cómo Mr. Cummings había tenido conocimiento de su actividad. Había averiguado sobre su potencial cliente y se había enterado de muchas cosas sobre su vida. Así sabía que era uno de los hombres más ricos de Nueva York, heredero de una cuantiosa fortuna que había acrecentado mediante su habilidad empresarial. Era un magnate relacionado con la producción de petróleo. Respetado y temido en el ambiente de los negocios, no era precisamente un “blando”. Tenía llegada hasta en los ámbitos gubernamentales, donde se lo atendía en razón de su poderío económico, dado que había colaborado con generosidad en la campaña electoral, pero donde no resultaba simpático.
Rachid era un hombre de 42 años, marroquí, nacido en Marrakech, ciudad al borde del desierto, siendo miembro de una familia muy humilde. Fue a Rabat a estudiar derecho, pero las dificultades económicas hicieron que abandone el estudio. Decidió ir en busca de mejor fortuna a París, destino frecuente de los marroquíes y de todos los nativos en las colonias francesas. Allí se vinculó con ambientes non sanctos, destacándose por su inteligencia, cualidades mentales, audacia y valentía. Tenía una serenidad y una frialdad poco común, lo que lo diferenciaba de sus pares. Así fue haciéndose de prestigio entre los delincuentes de alto rango, encarando trabajos cada vez mayores. Vinculado con las esferas del poder, fue comisionado para la ejecución de un par de asesinatos políticos que siendo exitosos, lo catapultaron a la fama en el ambiente. Su participación en cualquier hecho era una garantía de éxito y así eran también sus honorarios. Elegante, siempre impecablemente vestido, llevaba una vida de rico aún cuando no tenía tanto dinero. Bien parecido, tenía éxito notorio con el sexo femenino, conociéndosele incontables amantes, siempre del mejor nivel.
Y debido a su fama allí estaba, ante el llamado de un poderoso empresario que lo solicitaba.
Obedeciendo las instrucciones recibidas, estacionó a cinco cuadras de la casa, caminó lentamente mientras fumaba un cigarrillo y disfrutaba de esa hermosa noche de verano. Frente a la dirección indicada contempló la gigantesca y lujosa mansión y tocó el timbre mientras se arreglaba el saco. Inmediatamente fue atendido por el mayordomo que lo condujo a través del living room, a un elegante y amplio despacho con un ventanal con una hermosa vista del East River. Estaba amueblado en estilo Luis XVI con un importante escritorio y sillones. Una vistosa y gruesa alfombra de Esmirna tapizaba el piso, y amortiguaba los pasos de Rachid y el mayordomo. Éste le indicó que tomara asiento, indicándole un sillón, Rachid obedeció y quedó solo en la estancia contemplando la boisserie que revestía las paredes del recinto y los cuadros de pintura impresionista que las adornaban.
No pasaron dos minutos y Mr. Cummings penetró en el despacho tendiéndole la mano y presentándose. Era un hombre de elevada estatura, ligeramente obeso, de tez blanca ligeramente rubicunda, redondos y vivaces ojos marrones, un cutis con bastantes arrugas que denunciaban que estaba pisando o por pisar la septima década de su vida. Dos pronunciadas entradas en su cabeza y un cabello ligeramente despeinado, que había pasado por la peluquería para una cuidadosa tintura con tonos cobrizos, q ue no podian disimular su edad. Fumaba un cigarrillo insertado en una boquilla, costumbre un tanto fuera de época.
- Le habrá extrañado mi llamado, ya que no nos conocemos – comenzó Mr Cummings yendo directamente al grano - pero necesito de sus servicios.
- Usted dirá – invitó Rachid, acomodándose en su sillón.
- Soy viudo y tengo una hija, Christine, mejor dicho hija adoptiva, - dijo y levantando el tono prosiguió - que se ha vinculado afectivamente con un hijo de puta, quien es un narcotraficante y además adicto.
Hizo una pequeña pausa encontrándose con los ojos inexpresivos de Rachid que esperaban que prosiguiera. Había terminado su cigarrillo y lo apagó en un cenicero que estaba sobre el escritorio, dejando a un lado del mismo la boquilla.
- Le he aconsejado que se aleje de él, pero es imposible.- prosiguió - Es más, temo que su novio la haga adicta a las drogas, si es que ya no lo es. Gente que no voy a nombrar, me sugirió que lo vea a usted, que se ocupaba de estos menesteres. Claramente, necesito que lo mate.
Cummings fijó la vista en su interlocutor, tratando de impresionarlo con su proposición y su decisión.
- De acuerdo – contestó Rachid sin hesitar – Además de precisar los detalles, me tendrá que dar toda la información del caso y tendremos que convenir mis honorarios.
- No hay problemas, tendra toda la información que requiera, aún la mas confidencial y respecto a sus honorarios, le ofrezco 100.000 dólares más todos los gastos conexos.
- Discúlpeme Mr. Cummings – dijo Rachid – si usted ha averiguado sobre mi, sabrá que soy un profesional experto, y que mis honorarios son bastante más elevados. Además, mi experiencia en este tipo de trabajos hace que el mismo sea una cosa cuidadosa, limpia y sin inconvenientes posteriores.
- No habría problemas en reconsiderar lo que respecta a sus honorarios - replicó Mr. Cummings mientras colocaba otro cigarrillo en su boquilla y lo encendía - No sé que tipo de garantía usted me podría dar.
- En estos casos, usted sabe que no existe otra garantía que la palabra – dijo Rachid sonriendo – Se imaginará que no le puedo dar una lista de trabajos realizados, como para que pida referencias.
- Comprendo - aceptó Cummings y preguntó - cuáles serían entonces sus honorarios ?.
- Considerando que me habla de un narcotraficante, imagínese que no es un “nene de pecho”, ni una persona desprotegida. - dijo Rachid – En el trabajo hay una peligrosidad implícita que no debe ignorarse, lo cual hace que se deban realizar tareas de inteligencia previa. Eso no es motivo para no poder ejecutar el trabajo, pero hace que mis honorarios en este caso sean de doscientos cincuenta mil dolares.
- Es una barbaridad !! - exclamó Cummings, frunciendo el ceño.
- Tómelo o dejelo Mr. Cummings – contestó secamente Rachid – Puede usted buscar a otra persona que se encargue del asunto y no se preocupe… seré una tumba.
- Bueno, no sea tan terminante – retrocedió el millonario – Usted ha de saber que no es fácil contactarse con otra persona.
Rachid se incorporó de su sillón se abrochó lentamente el saco mientrras decía:
- Piénselo… yo no tengo ningún apuro. Cualquier decisión que tome me telefonea.
- Tome asiento, por favor – pidió Cummings algo turbado dándose cuenta, como hombre de negocios que era, que estaba perdiendo la batalla.
Rachid obedeció, dispuesto a seguir escuchando a Cummings, pero sabiendo que iba a aceptar su pretensión. Se produjo un peuqeño silencio, durante el ual Cummings dió dos pitadas a su cigarrillo.
- En qué tiempo podría usted concretar el trabajo ? – espetó el millonario.
- Yo me aboco de inmediato a realizar las tareas previas, pero tendrá que decirme al menos de quien se trata - dijo Rachid con un dejo de ironía – Por otra parte, no crea que es cuestión de salir así a tontas y locas a matarlo. Habrá que buscar el momento y el lugar adecuado.
- Bien - aceptó Cummings – este idividuo se llama Robert Logan, vive en una casa en Brooklyn, en un barrio parque residencial. Tengo una carpeta con todos los datos que pueda necesitar y más aún, que he preparado especialmente para dársela.
- De acuerdo – dijo Rachid – déme usted la carpeta que la estudiaré y le contestaré a la brevedad.
Mr. Cummings le pidió un momento, apagó su cigarrillo en el cenicero dejando la boquilla a su lado, se levantó de su asiento, se dirigió hacia una sala contigua donde sacó de una caja fuerte una carpeta bastante voluminosa por contener solo los datos de una persona y se la entregó a Rachid.
- Veo que ha recopilado bastante material. Me parece excelente, porque esto no es soplar y hacer botellas – dijo Rachid y agregó – Respecto al pago del trabajo, acostumbro cobrar el 50 por ciento con la aceptación del mismo y el resto luego de realizado, con prueba fehaciente.
- No hay problemas – contestó Mr. Cummings – Lea la carpeta y comuníqueme si acepta o no; de acuerdo a eso arreglamos la parte económica.
Ambos hombres se levantaron de sus asientos y se dirigieron hacia la puerta del despacho. El propio Cummings lo acompañó hasta la puerta y se dieron un apretón de manos deseándose buenas noches mutuamente.
Rachid caminó lentamente hasta donde había dejado estacionado su automóvil, reflexionando sobre su cliente. No era precisamente un hombre que despertara sus simpatías. Tenía un manera de tratar a la gente con un dejo de despotismo, propio de todos aquellos que siempre consiguen lo que quieren, por lo que Rachid se regodeaba interiormente de cómo lo había hecho aceptar las condiciones económicas que él le impuso.
Mediante la consulta a los archivos de los diarios, Rachid había averiguado que su esposa había fallecido en un accidente aéreo con un avión de su propiedad, alrededor de nueve años atrás. Había sido un caso muy comentado por la prensa, dada la posición económica y social del matrimonio y las circunstancias de su muerte. Su difunta esposa era una bellísima mujer, proveniente de una caracterizada familia de la sociedad neoyorquina. La imposibilidad de tener hijos había hecho que adoptaran a una niña de cinco años de edad, Christine, huérfana de padre y madre, que paradójicamente quedó nuevamente huérfana de madre cuando apenas contaba doce años.
- Y ahora Christine le está trayendo problemas a su padre adoptivo – pensó Rachid.
Llegó a su automóvil, lo puso en marcha y no fue directamente a su casa. Se dirigió hacia el Soho, donde solía frecuentar un pub muy snob, que eres su favorito y donde siempre encontraba amistades. Entró en el mismo y se dirigió hacia la barra, donde pidió un Bourbon doble y en pocos minutos estaba conversando animadamente con una bella mujer de largo cabello renegrido, brillantes ojos negros, sensual boca con labios carnosos pintados de rojo intenso; su cuerpo aprisionado por un vestido bordeaux de generoso escote que le resaltaba sus redondos y turgentes pechos y le remarcaba cada una de las curvas de su estilizada silueta.
Cualquier observador diría que Rachid había ido a pasar un rato agradable. Por lo que se veía….sí, pero además, Rachid ya había comenzado las tareas de inteligencia relacionadas con el caso que hace un momento le habían planteado.

(continuará)