sábado, 31 de marzo de 2007

Breve paréntesis...


Terminado Sous le ciel de Paris..., por supuesto que mi cabeza no descansa pensando otra trama acorde con el estilo policial. Veremos que sale, pero creo que para mediados de semana ya largaré con la primera parte. Quiero tenerla bien pensada para no quedarme en la mitad, como los chicos que dicen un verso en la fiestita de la escuela, no ?
No quiero adelantar nada hasta tener todo el desarrollo.

miércoles, 28 de marzo de 2007

Sous le ciel de Paris... Cap. 6 (epílogo)


La autopsia de la última víctima demostró que su muerte se produjo por las lesiones producidas con el arma blanca en el pecho; la extirpación del pecho había sido realizada a continuación de las puñaladas, con el mismo cuchillo. No hubo violación, tal vez por la aparición del marido de la víctima, que precipitó la huída del criminal.
De todas maneras, nada significativo, a nivel de las investigaciones. No había conexiones entre esta mujer y las demás víctimas, a quienes el marido tampoco conocía.
En la Central de Policía seguían las conjeturas sobre el acertijo que había dejado el asesino, pero nadie encontraba algo concreto como para ser tenido en cuenta.
Habían comunicado a todos los hospitales, clínicas y sanatorios de la existencia de un herido que probablemente se pueda hacer atender, pero no había ningún reporte que ayudara.
Tres días sin ningún avance en la investigación. El Inspector Garnier y el comisario Delacroix estaban realmente desorientados. Era descorazonador.
- Es que no se puede pensar nada coherente tratándose de un loco - dijo Delacroix.
- No es tan así - contestó Garnier – tenemos un perfil del asesino como para pensar que reacciones puede tener. Nos falta un poco más de información.
- Si supiéramos que quiere decir ese corazon y el nombre Catherine… - dijo Delacroix.
Estaban en plena conversación en el despacho del Inspector, cuando sonó el teléfono.
- Aló …Inspector Garnier ? – preguntó una voz.
- Si – repuso el detective – quién habla ?
- El comisario Louis Lefrançois, de Dactiloscopia - se presentó - tenemos importante información para usted.
- De que se trata ? – inquirió Garnier.
- Tenemos la identidad del asesino de los pechos – dijo orgullosamente Lefrançois.
- Dígame todos los datos que tenga, por favor…- pidió ansiosamente Garnier.
- Bien. Su nombre es Attis Kotsiras, francés, nacido en París, de 44 años de edad, hijo de padre griego y madre francesa.
- Attis Kotsiras… - repitió el Inspector.
- Si. Attis - refirmó Lefrançois - nombre que en griego quiere decir “niño hermoso”.
- Pues sí que le han acertado con el nombre !! - exclamó Garnier.
- Su padre se llama Cyril Arvanitakis, nacido en Atenas y la madre Catherine Bremond, francesa nacida en Paris, ambos fallecidos hace 8 y 3 años respectivamente.
- Catherine !!! – exclamó Garnier – Justamente el nombre escrito por el asesino…!!!
- Se ha buscado su último domicilio registrado - continuó el Comisario Lefrançois - pero si bien figura en la calle Chardon 45, no vive allí desde hace muchos años. Eso queda cerca de Bois de Boulogne, pero le sugiero que ni lo tome en cuenta.
- Gracias - dijo Garnier – algún otro dato de interés ?
- No. Es todo por ahora – contestó el comisario.
- Merci beaucoup – dijo Garnier y cortaron la comunicación
- Bueno amigo Delacroix - dijo Garnier - aquí tienes un elemento más para develar la incógnita.
- Bien. Ya sabemos su nombre. Debemos investigar si alguna persona con ese nombre ha pasado por algun consultorio o clínica psiquiátrica – dijo Delacroix.
Acto seguido Garnier llamó por el intercomunicador a un subordinado pidiéndole la lista de lugares asistenciales especializados en psiquiatría.
- No nos movemos de aqui hasta averiguar en todos ellos – dijo Garnier.
- De acuerdo – asintió Delacroix – buen tarea nos espera.
En pocos minutos se encontraban con las listas de los establecimientos asistenciales solicitados, y comenzaron a llamar por teléfono pidiendo datos de algún paciente de nombre Attis Kotsiras. La búsqueda se prolongaría bastante, porque habia una lista interminable. Además, conseguir la comunicación, pedir hablar con algún responsable, etc…llevaba su tiempo. Pasaron dos horas y nada… de todos los lugares llamados contestaban negativamente.
- Pedimos una jarra de café ? - sugirió Delacroix.
- D’accord… - aceptó Garnier desperezándose – nos va a venir bien para despejarnos un poco.
Delacroix se encargó de solicitarlo y se puso a caminar delante de la ventana que daba a los jardines interiores.
- Qué me dices del nombre de su madre… Catherine ? - preguntó Garnier.
- Un corazon y Catherine…- reflexionó Delacroix - que la quería mucho… como corresponde a un Complejo de Edipo.
- Claro…pero no es para escribirlo en un espejo - objetó el Inspector.
En ese momento entró el ordenanza con el café y se dispuso a sevir dos tazas. Garnier y Delacroix seguían absortos en su conversación.
- Es que ese tipo es loco, Inspector - dijo Delacroix y agregó con sorna - J’aime a ma mère Catherine…. jajaja !!
- La mère Catherine ….!!! - interrumpió el ordenanza - Voy seguido con mi mujer allí a tomar una cerveza.
- Cómo….???...Dónde ????? - preguntaron al unísono Delacroix y Garnier.
- Chez la Mére Catherine - dijo tímidamente el ordenanza - es un restaurante o mejor dicho un bodegón. Cada vez que acompaño a mi mujer a misa en el Sacre Coeur, tomamos una cervecita allí.
- Dónde queda ? – preguntó el Inspector ansioso.
- Queda cerca del Sacre Coeur, en la Place du Tertre - contestó el ordenanza.
- Ese es el lugar…!!! …Coeur y Catherine…!!! - gritó Garnier - Vamos para allá, Delacroix.
Justamente en ese momento sonó el teléfono. El telefonista atendió y simultáneamente pasó la llamada al Inspector:
- Aló… Police…? – dijo la conocida voz gangosa y grave – Le hablo de la Maison Catherine.
- Quién habla ? - preguntó el telefonista, pero del otro lado de la línea ya habían cortado la comunicación.
El Inspector Garnier había escuchado todo por su línea. Se levantó precipitadamente y le dijo a Delacroix:
- Vamos - y dirigiéndose al ordenanza - acompáñenos, asi nos guía.

Cruzaron medio Paris a toda velocidad, subieron hasta la zona del Sacre Coeur y fueron hasta la Place du Tertre. Debían hacerlo con la sirena porque estaba atestado de turistas, pintores, escultores, artesanos de todo tipo, mimos, malabaristas. Lo de siempre en ese punto tan pintoresco y tradicional de la vida parisina.
Dejaron el auto en una de las esquinas y guiados por el ordenanza llegaron frente a un restaurant bastante antiguo, en un edificio de tres plantas pintado de amarillo y marrón, en cuyo frente se leía:
MAISON CATHERINE
Chez la Mère Catherine - Chambres
Maison fondée en 1793
VINS – TABAC – LIQUEURS
6 Place du Tertre a Montmartre
Entraron como una tromba hasta encontrar una señora.
- Policía - se identificó Garnier mostrando su placa - Conoce usted a Attis Kotsiras ?
- No. De que se trata ? – preguntó la mujer molesta.
- Tal vez conozca a ésta persona - insistió Garnier mostrando un identikit del asesino.
- Oh …sí… - titubeó la señora - alquila la habitación número 3 en el primer piso.
- Subamos ! - ordenó el Inspector - con cuidado…, que puede estar armado.
Indicó al ordenanza con voz autoritaria:
- Desocupe el local, que todo el mundo vaya afuera, incluso la señora.
El Inspector y Delacroix subieron lentamente la vieja escalera de madera que crujía bajo sus pies, con las armas desenfundadas. Llegaron a un pasillo en el primer piso que se encontraba totalmente a oscuras. Tantearon las paredes buscando encender una luz.
Al cabo de unos segundos encontraron una perilla, la accionaron y se encendió una única y débil bombita eléctrica pendiendo de un cable en el centro del pasillo. No se veía mucho más que sin encenderla, pero pudieron ver un pasillo con tres puertas escalonadas a lo largo del mismo. El techo era a dos aguas, totalmente de madera, con la tirantería y las cabreadas a la vista.
Se acercaron a la primera puerta, que tenía un número uno pintado a pulso. Avanzaron lentamente por el pasillo, apuntando al frente con las pistolas. Llegaron a la siguiente puerta, con el número dos pintado a mano. Prosiguieron hasta la tercera, que tenía el número tres. La luz mortecina del pasillo apenas llegaba a la misma.
Se colocaron uno a cada lado de la puerta y el Inspector gritó:
- Policía…abra la puerta…!!!
Del otro lado no se escuchó ni el más mínimo ruido. Repitió la orden:
- Policía… abra la puerta o la tiramos abajo…!!!
Nadie respondió a la orden. El Inspector Garnier se miró con el comisario Delacroix y con un gesto se entendieron. Tomaron impulso y embistieron contra la puerta. A pesar de ser antigua, apenas cedieron sus bisagras, dejando una hendija por la cual espiaron.
La habitación estaba o oscuras. Solamente se proyectaba luz desde afuera, confiriendo un aspecto tétrico a la escena. Una sombra se movía lentamente dentro de la habitaciòn con un movimiento pendular de izquierda a derecha y de derecha a izquierda. El Inspector Garnier intuyó lo que pasaba. Dio un último empujón a la puerta que cedió completamente, buscó la luz y encendió una lampara central. Junto a ella, se balanceaba el cuerpo inerte del asesino, colgado del cuello con una soga de una de las cabreadas de madera.
- Se suicidó…!! – dijo Delacroix sorprendido.
- Así es…- asintió el Inspector – Era una de las posibilidades. Recuerda cuando el Dr. Dubonnet nos dijo que podía caer en la depresión melancólica, pudiendo llegar hasta el suicidio.
- Es verdad - recordó Delacroix - Este hombre comenzó con los asesinatos de mujeres que para él representaban a su madre y al pecho materno, pero cada día se le complicaba más.
- No solamente eso, sino que cada día se profundizaba su psicopatía.
Abandonaron la escena del suicidio, en tanto llegaban los móviles policiales que se harían cargo del procedimiento.
Salieron a la calle, donde se habían agolpado cientos de personas, entre vecinos, vendedores, artistas, turistas, etc. La Place du Tertre seguía con todo su esplendor. Las luces brillaban por doquier, la bohemia parisina encontraba allí su máximo exponente, mientras que el centro de la Place, colmada de mesas de los diferentes restaurantes que la circundaban, seguían la rutina de servir las especialidades gastronómicas en ese lugar tan pintoresco.


F I N


sábado, 24 de marzo de 2007

Sous le ciel de Paris... Cap. 5

En las siguientes 24 horas toda la zona de L’Etoile estaba vigilada por personal policial de civil. Todos contaban con el identikit del asesino para tenerlo visualmente identificado. Cuatro francotiradores habían sido dispuestos en lo alto de L’Arc de Triomphe, los demás policías transitaban las Avenidas Foch y Friedland, pasando por los pasajes subterráneos en la Place Charles de Gaulle. Iban por la mano derecha y regresaban por la mano izquierda. Tenían orden de hacerlo lentamente, tratando de fijar mentalmente la gente que pasaba y encontrar similitudes con el asesino.
Habían establecido lugares que oficiaban de paradas preconcebidas, como determinadas casas de comercio de ropa de marca en la Avenue Foch, la esquina de la Avenue de la Grande Armée, donde tiene su parada el omnibus de Air France, lugar donde podían estar detenidos unos cuantos minutos sin llamar la atención.
Si bien la policia intuía el lugar del próximo crimen, no sabían fecha ni hora, asi que el misterio se centraba en cuándo se produciría.
Pronto se despejó la incógnita. Al parecer el asesino no podía permanecer inactivo y dió señales de vida el martes a las 9 de la noche.
Como en todas las otras oportunidades sonó el teléfono de la Central de Policía.
- Aló… Police..? - preguntó la ya conocida voz grave y ligeramente gangosa - Se ha cometido un crimen en Avenue Friedland y rue de Chateaubriand.
- Quién habla ? - preguntó el telefonista.
- Etoile F…- contestó y cortó la comunicación.
- De donde llama ? - preguntó el Inspector Garnier al telefonista.
- De un teléfono celular - contestó.
- Maldición !! - bramó Garnier – quién sabe dónde se encuentra… Localiza a quien pertenece ese celular.
- Delacroix…!!! Urgente…!!! – llamaba a los gritos el Inspector.
- Aquí Delacroix – contestó el comisario.
- El asesino llamó y mató a alguien en Friedland y Chateaubriand. Alguien vió algo ? - preguntó a los gritos.
- No tengo novedades – contestó Delacroix – Sólo reportaron un hombre que entró corriendo en la estación de Metro Georges V sobre la Avenue des Champs Elysées, pero no alcanzo a ser detenido.
- Es él - gritó enfurecido Garnier - el muy hijo de puta tomó la calle Chateubriand, que es menos concurrida y huyó hacia atrás, llegando a la estacion de metro a la altura del Lido.
- Ya es tarde para seguirlo - dijo con resignación Delacroix – Voy al lugar del hecho.
- Inspector Garnier – llamó el telefonista – El celular de donde llamó el asesino está a nombre de un tal Jacques Martignan y ha sido denunciado su robo por parte del propietario hace cinco días.
- Me imaginaba - exclamó Garnier y dirigiéndose a otro detective le dijo – vamos para allá.
Desde donde estaba, Delacroix llegó en tres minutos. Sobre la rue de Chateubriand, a metros de la Avenue Friedland, se veía una casa de antigua de tres plantas, con balcones a la calle y una entrada principal con una puerta de hierro de dos hojas con rejas y vidrio. Una de las hojas se encontraba abierta y en el umbral de la misma se veían manchas de sangre. En el primer piso, un hombre pidiendo auxilio a los gritos con un arma en la mano. Cuando llegó la policía, desesperadamente, contó lo sucedido.
- Asesinaron a mi mujer….!!! - decía entre sollozos abrazando el cuerpo inerte y ensangrentado de su esposa.
La policía trató de auxiliar a la víctima, pero era inútil. Había sido muerta a puñaladas.
En pocos minutos llegó el Inspector Garnier y la policia científica, que se ocuparon de la situación.
El Inspector Garnier trató de dialogar con el esposo de la mujer asesinada.
- Por favor, trate de contarme lo que sucedió – pidió Garnier
- Llegué a mi casa… y me llamó la atención... la puerta abierta… - decía en forma entrecortada el hombre.
- Cuando usted entró a su casa, el asesino todavía estaba dentro ? - preguntó Garnier.
- Sí, tenía un puñal en su mano derecha y había conrtado un pecho a mi mujer - dijo el hombre.
- Usted que hizo ? – preguntó el Inspector.
- Me trabé en lucha con él, pero me hirió en el brazo izquierdo con el puñal - dijo el hombre y continuó - Caí al suelo y el asesino aprovechó para huir.
- De donde sacó el arma que tiene en la mano - preguntó el Inspector mirando una pistola Brownie 9 mm que el hombre todavía mantenía en su mano derecha.
- Esta pistola la tengo en el living para defensa personal y tengo todos los papeles en orden - contestó el hombre – Cuando el asesino huyó, la tomé y alcancé a dispararle.
- Lo hirió ? - preguntó Garnier.
- Creo que sí - respondió el hombre - pero no pude apuntarle bien, asi que pienso que tal vez le dí en el hombreo derecho.
- Es usted buen tirador ? – inquirió el Inspector.
- Sí. Practico con asiduidad – contestó el hombre.
Garnier abandonó momentáneamente el interrogatorio, dejó al hombre en las manos del médico policial, y con Delacroix fueron a ver personalmente las manchas de sangre del umbral de la puerta. Además de las manchas, encontraron detrás de la puerta una masa sanguinolenta que Garnier reconoció como el pecho izquierdo que el asesino había extirpado a la mujer. Las manchas de sangre, en forma de gruesas gotas se continuaban por la rue Chateaubriand. Siguieron buscándolas y claramente las pudieron percibir en la vereda. Continuaban por la misma calle, pasaban frente al pequeño hotel Mayflower y en la esquina, donde hay una ferretería, doblaban hacia la Avenue des Champs Elysées. Esa cuadra es mucho más corta que las demás y llegados a la Avenida, se dirigieron directamente a la boca del Metro en la estación George V. Descendieron por la escalera, siempre siguiendo las gotas de sangre, y llegaron hasta el andén por el cual transita el tren que va en dirección a la Place de la Concorde.
Decepcionados volvieron sobre sus pasos. Otra vez se había fugado, aunque esta vez herido. A medida que seguía cometiendo crímenes, las cosas se le iban complicando, pero no podían llegar a atraparlo.
- Esta vez no pudo llevarse el pecho extirpado – dijo Delacroix.
- Verdad…- reflexionó Garnier – Pero no hace al fondo de la cuestión…lo necesitas para algo ?
Delacroix no contestó. Esbozó una sonrisa amarga y se dió cuenta de la pelotudez que había dicho.
- Ven Delacroix - dijo Garnier - Ya se habrán encargado de todo en el lugar del crimen.
- Como cosa distinta, parece que en éste cao no hubo violación - acotó Delacroix.
- Tal vez porque fue sorprendido por el marido - dijo el Inspector añadiendo - Vamos a comer algo y tomar una cerveza por aquí. Dejemos que se encarguen de relevar todo los técnicos.
- De acuerdo - dijo el comisario.
Entraron en un restaurante de comida rápida y comieron una hamburguesa con cerveza. La gente seguía pasando y pasando por la avenida, como si nada hubiera sucedido. Es lo que pasa en las grandes ciudades. Hay millones de historias que pasan inadvertidas para los ciudadanos comunes. Era la hora de salida de una de las funciones del Teatro Lido. La gente se agolpaba en la vereda frente a las iluminadas marquesinas del teatro y las fotografías de bellas y exultantes mujeres apenas vestidas.
Comieron y tomaron sus cervezas casi en silencio. Cada uno estaba sumido en sus propios pensamientos. Sentían en su fuero íntimo el sabor amargo de la derrota.
Regresaron al lugar del crimen. La policía técnica estaba terminando sus actuaciones. El sargento Tassart se apersonó al Inspector Garnier y Delacroix y les preguntó:
-Vieron la inscripcion en el vidrio de la puerta de calle ?
- No…- contestó Garnier – me distraje con la sangre y todo eso.
- Vengan - los invitó el sargento.
Fueron a la puerta de entrada y esta vez, no escrito con lápiz labial, sino con un dedo mojado en sangre, se veía un dibujo y un nombre: ♥ Catherine
- Merde …!!! - exclamó Garnier - Ni herido ceja en sus intentos. Habrá tenido que dejar el pecho arrancado, pero piensa seguir matando.
- Esto es una charada - dijo Delacroix - quién adivina lo que quiere decir ?
- Sinceramente, así de buenas a primeras, no se me ocurre nada – admitió Garnier.
- Tendremos que aguzar las neuronas o llamar a una adivina - dijo amargamente Delacroix.

Al día siguiente, con mayor claridad mental, repasaron los hechos y volvieron a chocar contra una pared. El marido de la última víctima no conocía al asesino, a pesar de haberse visto cara a cara con él. Lo identificó con la imagen del identikit. Supuso que el hombre había ingresado a la casa junto con la mujer, probablemente amenazándola con el arma, porque era la hora habitual de regreso del trabajo de su esposa. El hombre tenía 50 años, su mujer 44, era jefa de relaciones públicas en el Palais de Chaillot, donde organizaba muestras cinematográficas y de artes visuales. Tenía su oficina allí mismo, con una preciosa vista de los jardines y las fuentes de Trocadero y la Tour Eiffel. Tenía vista sobre el río Sena y las coloridas embarcaciones que lo navegaban. Le atraía mirar las bateau-mouche, desbordantes de turistas que gozaban de la vista de Paris desde el Sena, pasando por debajo de todos sus puentes.
No había motivo para pensar que el asesino tuviera alguna cuenta pendiente con ella. Nunca en su vida habían tenido relación. Eso también era una constante en los asesinatos de este psicópata.
Mientras se realizaban las actuaciones policiales, se iba reuniendo una mayor información proveniente de la Policía Científica y de Dactiloscopia.
El asesino tenía sangre 0 factor rh negativo, que justamente no es de las más frecuentes. Su ADN estaba en marcha, pero debia esperarse unos días para tenerlo.
Dactiloscopia informó que se habían encontrado huellas digitales en los distintos domicilios de las mujeres asesinadas y la coincidencia de las mismas, hacían pensar que se trataba de la misma persona, es decir el asesino. Ya habían sido confrontadas con los registros de procesado y ex convictos, pero no se había encontrado entre ellos al portador de las huellas. El trabajo de buscarla en toda la población llevaría más tiempo.
Se había solicitado a todos los servicios asistenciales de pacientes psiquiátricos, antecedentes de tratamientos realizados a personas con similitud con el asesino, tanto en su parte fisica como en el tipo de patología que cursaba.
Todo el trabajo rutinario ya estaba en marcha. Sólo era cuestión de esperar resultados para armar el rompecabezas.
Mientras tanto, había que resolver el nuevo enigma. Qué quería decir ♥ Catherine ??
Catherine se llamaría la nueva víctima ?... Y el corazón que significaba ? Je t'aime Catherine ?
En la Central de Policía todo el mundo pensaba en esta charada… las versiones más inverosímiles rodaban por los pasillos.
Uno decía que la nueva víctima se llamaría Catherine y que en vez del pecho le iba a extirpar el corazón. No faltaba quien decía que la próxima víctima sería la conocida actriz Catherine Déneuve y el corazon era porque estaba enamorado de ella. Alguien mencionó el Marché Sainte Catherine en Le Marais. Otro dijo que podía ser en el Guinguette (café al aire libre) Sainte Catherine en Créteil o en el restaurante Chez Catherine en la rue Berryer, cerca de L’Etoile. Hasta un miembro de la Policía, el Comisario Leclerc estaba convencido que su esposa, que se llamaba Catherine sería la amenazada. Y se lo notaba contento….
(continuará)

viernes, 16 de marzo de 2007

Sous le ciel de Paris... Cap. 4

A la mañana siguiente, el Comisario Delacroix y el Sargento Tassart se dedicaron con personal especializado a hacer el dictado de rostro del asesino. Los datos que aportaron ambos policías fueron coincidentes, en líneas generales, pudiendo llegar a la conclusión de que era un hombre con cabello negro no demasiado abundante, peinado hacia atrás, con entradas en ambas sienes, frente amplia, cejas pobladas, ojos grandes, negros y brillantes, nariz recta y ligeramente prominente, mas bien alargada y algo afilada. Labios finos y boca amplia. Estaba correctamente afeitado, pero se notaba que tenía una barba negra y de ésas que se denominan duras. Orejas bien pegadas y más bien chicas.
Cuando la computadora formó la facies completa, a partir de los datos incorporados, se pudo apreciar una fuerte impronta de tipo chipriota-griego, con ciertas reminiscencias árabes. La imagen fue impresa y sería distribuída por todas las seccionales policiales.
Los policías regresaron al departamento Homicidios, y Delacroix fue a ver al Inspector Garnier.
- Delacroix – dijo el Inspector – debemos diagramar la vigilancia de la próxima zona indicada por el asesino. De acuerdo a mi entender, y considerando que el asesino tratará de cometer su crimen en alguna de las dos avenidas, Foch o Friedland, en cercanías de L'Etoile, habrá que cubrir ambas avenidas desde tres o cuatro cuadras antes de su confluencia en L’Arc de Triumphe.
- De acuerdo – asintió el comisario – diagramaremos un operativo móvil similar al del Barrio Latino. Por la Avenue Foch desde la Avenue Malakoff hasta L’Arc de Triomphe y por la Avenue de Friedland hasta que cambia tomando el nombre de Boulevard Haussmann, OK ?
- Vigilar todo el perímetro de la Place Charles de Gaulle y el acceso a la Avenue des Champs Elysées, para evitar escapes por esa zona – recomendó el Inspector Garnier, agregando – Me gustaría poner francotiradores en lo alto de L’Arc de Triomphe.
- No será peligroso ? - dudó Delacroix - mire que circula mucha gente por esa parte de la ciudad.
- Hay que darles precisas instrucciones - insistió Garnier – disparar únicamente sobre seguro y si la circunstancia lo amerita. Tenemos personal idóneo para el caso.
Mientras el Comisario Delacroix estaba diagramando el operativo, sonó el teléfono en el despacho de Garnier. Llamaba el Dr. Dubonnet, jefe del Gabinete Psicológico, invitando al Inspector a apersonarse a su despacho a fin de darle el informe sobre el caso del asesino serial, el asesino de los “pechos”, como le llamaban en la jerga policial..
-Me llamaron del Gabinete Psicológico. Tienen el informe, quieres venir conmigo – invitó Garnier a Delacroix.
- Por supuesto…vamos – aceptó el comisario – aunque la Psicología no es mi fuerte.
- Vamos - ordenó Garnier - Cuatro orejas escuchan mas que dos y dos cerebros piensan más que uno y esto me parece que puede ser muy importante para la investigación.
Es así que el Inspector Garnier y el comisario Delacroix en pocos minutos arribaban a la dependencia.
Luego de los saludos de práctica y sentados ya en el despacho, el Dr. Dubonnet, Jefe del Gabinete Psicológico, comenzó a explicar:
- He examinado todos los antecedentes que tienen sobre los asesinatos seriales que me comentó, incluyendo el de anoche, que fue muy florido. - comenzó el psicólogo - Se puede pensar con cierta seguridad que es un psicópata, con conflictos importantes. Hay un elemento que es un común denominador y es la extirpación del pecho, torpemente, porque no lo sabe hacer de otra manera, pero el hecho en sí, es importante para hacernos pensar en un fuerte complejo de Edipo.
- Entiendo - dijo el Inspector Garnier - pero si mal no recuerdo, en el complejo de Edipo existe un marcado amor por la madre, que sería representada en estos casos por las mujeres.
- Está en lo cierto - aclaro el Dr. Dubonnet - pero si bien Edipo desarrolla un amor anormal por su madre, no deja de ser un conflicto.
- Y por qué las mata entonces ? - preguntó Delacroix.
- Bien. El hecho de que se hable de un conflicto - explicó el psicólogo - alude a exigencias internas contrarias. Señala el amor y el odio simultáneamente y según lo padezca en una posición depresiva o esquizoide, existe la ambivalencia y puede predominar cualquiera de ellas.
- No sabía que existen distintas formas – reconoció Garnier.
- Si, todo comienza con la frustración del destete. La pérdida del pecho origina frustración - aclaró el psicologo y añadió - y esta frustración encuentra su respuesta en el sadismo oral, dirigido al primer objeto que es el pecho. También se habla del pecho bueno y el pecho malo…
- Y será por eso que les extirpa un pecho ? - preguntó Delacroix.
- Es muy posible, que identifique el pecho izquierdo…, siempre el izquierdo , no ?... con el denominado pecho malo – explicó el Dr. Dubonnet.
- Podría ser - dijo el Inspector Garnier.
- Para el sujeto, la madre es dadora o retenedora del pecho - continuó explicando el psicólogo - y si se llega al sadismo oral, no expulsado a tiempo, determinará el instinto agresivo, primero contra sí mismo (masoquismo). Pero como lo que deja de recibir es el pecho, la venganza se centra sobre ese pecho. Hay fantasías tempranas del niño de apoderarse de los contenidos del cuerpo de la madre, fantasías orales de chupar y vaciar ese cuerpo con un goce para sí. Tanto Melanie Klein como Sigmund Freud dicen que existe un odio anterior al amor (o coexistente), odio originado por la expulsion de la pulsión de muerte, primero sobre ese pecho y luego sobre todas las posesiones maternas, con el deseo de conocer el interior del cuerpo materno, primero con la represión y luego con la sexualización.
- Digamos entonces que tiene un Complejo de Edipo con bastante mala onda... - reflexionó el comisario Delacroix.
A esta altura de la explicación Garnier y Delacroix se encontraban boquiabiertos, pero sin perder el interés por la misma.
- Ya lo creo - asintió sonriendo el psicólogo y continuó - Dentro del complejo de Edipo hay dos posiciones, la Esquizoparanoide y la depresiva, pudiendo también coexistir ambas. Cuando la angustia persecutoria es predominante, el temor al aniquilamiento, puede inducir a la muerte, porque existiendo culpa, deviene el duelo y la culpa llevará al concepto de la reparación. Esta reparación permitiría creer en la posibilidad de la cura por el amor, pero muchas veces esa reparación es fallida.
- Allí entonces pude buscar la reparación por medio del odio ? – preguntó el Inspector.
- Puede, es una posibilidad - explicó el psicólogo - pero la psiquis humana no se rige por patrones preconcebidos, ni es matemática. La otra posibilidad es que caiga también en la depresión melancólica, y en la melancolía la sombra del objeto cae sobre el yo, constituyéndose en algo que puede resultar inasimilable y cuando esto se exacerba, puede llegar a producir hasta el suicidio melancólico.
- Es complejo, no cabe duda – reflexionó el Inspector – Pero todo esto encaja dentro de la personalidad y los hechos producidos por el psicópata asesino.
- Cualquiera de estas respuestas se puede esperar - dijo el psicólogo - y tampoco se puede decir que esté dicha la última palabra. Todos los días recibimos sorpresas.
- Bien- dijo Garnier y se levantó para retirarse - Creo que tenemos un perfil bien elaborado que nos será de gran ayuda.
- Sería muy útil poder identificar al asesino, para averiguar si es una persona que ha estado en tratamientos psiquiátricos - aconsejó el Dr. Dubonnet.
- Justamente estamos en eso – contestó Garnier – Hemos conseguido algún material y es probable que en unos días podamos tener su identidad.
- Bien – dijo el Dr. Dubonnet a modo de despedida – Cualquier cosa a sus órdenes.
- De acuerdo – dijo el Inspector incorporándose - Muchas gracias.
En silencio salieron del edificio, bajaron la escalinata y se dirigieron adonde tenían estacionado el auto. Tomaron asiento y comenzaron a transitar por las pobladas calles parisinas. El Inspector Garnier preguntó a su ayudante Delacroix:
- Que te pareció el perfil psicológico que hizo el Dr. Dubonnet ?
- Muy interesante…- respondió sin mayor énfasis Delacroix.
- Y que piensas del asesino ? - insistió Garnier.
- Que es un loco de mierda…!!! – respondió Delacroix sin dilaciones.
(continuará)
El próximo capítulo será publicado el día sábado 24 de marzo (palabra de honor), porque me tomaré unos días de vacaciones. Les pido mil disculpas

lunes, 12 de marzo de 2007

Sous le ciel de Paris... Cap. 3

Transcurría el sábado sin variantes. El operativo de vigilancia en el Barrio Latino seguía funcionando por cuarto día consecutivo, pero no se había registrado ninguna anormalidad. Siendo las 11 de la mañana, el Inspector Garnier personalmente fue hasta el lugar, buscó al comisario Delacroix y verificó el cumplimiento de todas las consignas. Juntos se sentaron a tomar un café en el bar del Hôtel de la Sorbonne.
- Habrá desistido el asesino de seguir matando ? - preguntó Delacroix.
- No creo – respondió Garnier – un psicópata de su estilo no deja obras inconclusas.
- Tal vez habremos interpretado mal la clave que nos dejó – dijo Delacroix dubitativo.
- Eso puede ser… - admitió el Inspector – pero se habría reportado algún crimen en otro lugar y eso no ha ocurrido – añadiendo – Tanto hoy como mañana son días difíciles, en los cuales habrá que extremar la vigilancia, porque la zona se llena de gente.
- Es verdad… - agregó Delacroix – toda la zona de restaurantes típicos y étnicos es un hervidero.
- No olviden entonces de vigilar atentamente – recomendó nuevamente el Inspector – Desde el punto de vista preventivo, tratar por todos los medios de evitar que se cometa un crimen. Pero desde el otro punto de vista, el de atrapar al criminal, hay que tener en cuenta otros elementos.
- Está todo contemplado – aseguró Delacroix – todos los hombres tienen orden de controlar a los lugares con teléfonos públicos y los hombres que realicen llamadas de apenas unos segundos.
- Bien - asintió el Inspector – que recuerden eso. Si el criminal consigue su propósito, - debe ser descubierto, perseguido y detenido. Ok ?
- Bueno…- dijo Garnier levantándose – yo seguiré desde la Central esperando eventuales novedades, mientras tanto tú no descuides ni por un segundo el operativo. Estaremos en comunicación permanente.
Todo estaba tranquilo, pero el Inspector Garnier sabía que esa tranquilidad se podía trastrocar en un segundo. Y así fue. Pocos minutos después de las diez de la noche, sonó el teléfono de la Central de Policía.
El telefonista levantó el tubo simultáneamente que Garnier hacía lo propio en su despacho.
- Alo… Policia - dijo el telefonista.
Garnier y el telefonista dieron un respingo cuando la voz grave y algo gangosa del otro lado de la línea dijo:
- Se ha producido un crimen en el Boulevard Saint Michel y la rue Racine.
- Quien habla ? - preguntó el telefonista, aun que ya sabía la contestación.
- S 14 - dijo la voz y cortó la comunicación.
- Ubicó de dónde se ha comunicado – preguntó el Inspector al telefonista.
- Si, de un teléfono público que está en Boulevard Saint Germain y la rue Danton.
Antes que Garnier pueda llamar a Delacroix, sonó su radio y escuchó la voz exaltada y resoplante del comisario.
- Inspector Garnier !!. El Sargento Tassart y yo estamos persiguiendo a un sospechoso por el Boulevard Saint Germain. Acaba de telefonear desde Saint Germain y Danton.
- Es él, Delacroix…!!!, no le pierdan pisada - gritó Garnier - acaba de llamar a la policía y por favor, alguien que vaya al Boulevard Saint Michel y la rue Racine, que allí cometió el crimen. Yo voy para allá.
El inspector Garnier se puso en marcha rápidamente hacia el lugar indicado por el asesino, mientras Delacroix seguía al Sargento Tassart en la persecución del criminal.
Ambos habían podido observar al individuo cuando ingresó a la cabina telefónica, levantó el tubo e hizo una llamada que duró practicamente quince segundos, saliendo luego precipitadamente de la cabina. Esto despertó las sospechas del Sargento, que salió tras él. Cuando el individuo se dio cuenta que lo seguían, comenzó a correr a toda velocidad. Era un sujeto de estatura mediana, delgado, con cabello negro y entradas en ambas sienes, piel blanca mate, cejas pobladas y ojos negros. El Sargento Tassart afirmó luego que pudo observar en su oreja izquierda algunas lesiones como si hubiese sido arañado por la víctima. Llevaba en su mano derecha una bolsa de plástico, del tipo de las que se usan en los supermercados.
El hombre hizo una cuadra por el boulevard Saint Germain, doblando a la izquierda por el Boulevard Saint Michel. A poco de andar dobló nuevamente a la derecha, introduciéndose entre la multitud que camina en las pequeñas y angostas calles donde están todos los restaurantes con comidas de diversos países.
El Sargento Tassart y el Comisario Delacroix corrían tras él, pero tropezaban con la gente que inadvertidamente se colocaba delante de ellos. Es un lugar donde todos están mirando los menúes y precios de los restaurantes, deteniéndose cada tres o cuatro pasos.
Para colmo de males abundan vendedores ambulantes de pequeños objetos artesanales que obstaculizaban su paso. El asesino se desplazaba ágilmente entre la multitud, cambiando de dirección en cada esquina, conociendo como la palma de su mano la zona, evitando las callejuelas cortadas. El sargento Tassart lo perseguía a los tumbos, derribando a su paso a algunos transeúntes distraídos, ocupados en morder su baguette, o esperando la crèpe de cointreau. El asesino poco a poco iba tomando distancia y al girar en una esquina, lo perdieron de vista. Ambos policías quedaron, casi sin aliento, frente a un restaurante griego, en la puerta del cual un mozo vestido típicamente tomaba del brazo a los paseantes, ofreciendo a viva voz el mejor precio para una cena griega con Moussaka, Keftedes y Horiatikis salata, entre otros manjares helénicos y espectáculo de danzas griegas. Cinco metros más allá un hombre con turbante y kaftan invitaba coercitivamente a la gente a entrar en su restaurante árabe a probar las especialidades: kebab con salsa tahine, el humus y babaganoush. En la vereda de enfrente otros restaurantes étnicos ofrecían sus especialidades, desde una pizza napolitana, hasta la local soup a l’ognion avec des croutons.
En medio de esa confusión sonora y visual creado por el paso lento y desacompasado de los transeúntes vestidos con atuendos diversos, ambos policías se miraban atónitos, sin saber por dónde había desaparecido el asesino.
- Oh ..la…la…La foule !! – exclamó con rabia incontenida el Comisario Delacroix.
Mientras tanto, un par de policías de los que estaban en el quartier Latin, fueron a la dirección indicada, encontrando en la esquina triangular de la rue Racine una muchedumbre agolpada mirando hacia el balcón del tercer piso. Allí se encontraba bamboleante sostenido por la baranda del balcón el cuerpo sangrante de una mujer.
Los policías subieron al tercer piso, en tanto llegaba al lugar el Inspector Garnier.
La puerta del departamento se encontraba abierta, viéndose los ambientes en total desorden. En el dormitorio, la cama deshecha con un charco de sangre, sábanas manchadas de sangre tiradas en el piso; la puerta que conducía al balcón estaba abierta y en el mismo, apenas sostenido por una atadura realizada con una media de nylon, el cuerpo de una mujer desnuda y con el pecho sangrante. Del lado izquierdo se veían las costillas, ya que el pecho izquierdo había sido extirpado con el músculo pectoral incluído. La mujer tendría cerca de 45 años, de alrededor de 1,70 m de estatura, de contextura robusta, probablemente con algunos kilos de más, piernas y brazos fuertes, pechos voluminosos. Como en los demás casos, no había cerraduras forzadas, ni ventanas abiertas o rotas, por lo cual se infería que el asesino había sido admitido por la víctima o ingresado a su domicilio con ella. Esto indicaba que previamente había logrdo tener algún tipo de relación con la víctima, aunque sea circunstancial.
- El asesino cumplió con su predicción - dijo el Inspector Garnier – Justamente frente a la Sorbona.
- Verdaderamente - aceptó otro policía - y además lo hizo bien espectacular.
Justamente en eses momento el comisario Delacroix llamó por la radio al Inspector Garnier. Este ansiosamente preguntó:
- Atraparon al criminal ??
- Lamentablemente se nos escapó entre los dedos - contestó con rabia Delacroix - se perdió entre la multitud en la zona de restaurantes. Además era imposible disparar, por la cantidad de gente que había. Hubiéramos producido un desastre.
- Merde … !!! - exclamó Garnier - Lo alcanzaron a ver claramente ?
- Absolutamente… Y estamos en condiciones de hacer un dictado de rostro del asesino -contestó Delacroix y curiosamente preguntó - Cómo fue el crimen de hoy ?
- Espeluznante - contestó el Inspector - ya verás… Ven para aquí, luego charlamos.
- Inspector… - llamó un policía desde el baño – Vió el dibujo que hay en el espejo ?
- Qué hay ?... Cambió las incripciones por dibujitos ahora ? - preguntó el Inspector, dirigiéndose hacia el baño.
Allí, sobre el espejo, con el tradicional lapiz labial se podía ver claramente un prolijo dibujo y una letra, una estrella y una F.
- Merde…!!!! - exclamó el Inspector - L’Etoile….!!!!. y la F…? qué querrá decir ? Esa
zona sí que será difícil de controlar. Más aún que el Quartier Latin.
- Ya lo creo - acotó el policía - calcule que son doce las avenidas que salen de la plaza de L’Arc de Triomphe. Para colmo es zona totalmente turística.
- Es verdad, pero… analizando mejor la cosa, te diré que este asesino es tan desafiante que nos ha dado la pista señalando hasta la avenida en la que cometerá el asesinato - reflexionó Garnier.
- De veras ? – preguntó extrañado el policía abriendo sus ojos y enarcando las cejas.
- Pues sí, amigo… - dijo el Inspector – Si bien hay doce avenidas que conforman l’Etoile, dos de ellas comienzan con la letra F: la Avenue Foch y la Avenue de Friedland. En una de ellas, y en las cercanías de L'Arc de Triomphe, intentará hacer el próximo, ya que menciona L’Etoile.
- Oh…la…la…!!! - exclamó el policía - nada menos que la Avenue Foch, la más aristocrática… y la Avenue de Friedland, sede de embajadas, etc… Hummm !!
En ese momento llegó el comisario Delacroix, quien al ver la escena del crimen quedó petrificado. No solamente habia masacrado a una mujer, sino que la había expuesto en el balcón.
- Sigue con la misma metodología - acotó - pero éste lo quiso hacer más espectacular.
- No cabe duda que es un psicópata - afirmó el Inspector Garnier – mañana mismo reclamaré el informe al Gabinete Psicológico. Creo que nos puede trazar un buen perfil del asesino, a lo que uniremos los datos que nos puedan dar Tassart y tú.
Los exámenes rutinarios no demostraron nada nuevo para los hábitos del asesino serial. La mujer asesinada tenía 46 años de edad, era una Profesora de Arte y Diseño de la Universidad de la Sorbona. Oriunda de París, había realizado estudios de postgrado en Londres y Viena y era titular de la cátedra desde hacía cuatro años. Divorciada hace seis años, vivía sola en ese departamento que era de su propiedad. Tenía dos hijos, un varón y una mujer, de 25 y 22 años respectivamente, ambos profesionales, casados, sin hijos y residentes en el mismo Paris en la zona de nuevos apartamentos de la Défense. La occisa era una profesional respetada y de vida normal, dedicada a la docencia y al estudio en su especialidad.
La Policía Científica esta vez sí, habia obtenido algunos datos de gran valor. Se habían encontrado huellas de la piel del asesino bajo las uñas de la víctima, lo cual además de indicar que hubo lucha, es un material para establecer el ADN del criminal y probablemente su grupo sanguíneo. Además Dactiloscopía buscaba huellas digitales que comparadas con las encontradas en los crímenes anteriores, podían detectar la presencia de una misma persona en todos ellos.
(continuará)

viernes, 9 de marzo de 2007

Sous le ciel de Paris... Cap. 2

No pasaron más de cuatro días y nuevamente el telefonista de la Central de Policía fue conmovidos por “la voz grave y gangosa al teléfono”:
- Aló … Police… Vengan urgente a la Rue du Reaumur y el Boulevard de Sebastopol. Hay algo que interesará al Inspector Garnier - la voz sonaba a modo de burla.
El telefonista hizo una seña a Delacroix que estaba cerca, quien se aproximó.
- Quién habla – preguntó el telefonista, mientras trataba de localizar la llamada,
- E…11 – respondió la enigmática voz y cortó la comunicación.
- Se pudo localizar de dónde llama ? - preguntó Delacroix.
- De un teléfono público cercano a la Iglesia de St. Nicolas des Champs, justamente en la dirección que nos indica - contestó el telefonista.
Eran alrededor de las cuatro de la mañana, Delacroix llamó a Garnier y ambos partieron raudamente hacia el lugar, mientras tanto Garnier observó:
- La Rue du Reaumur es la continuación de la rue du quatre septembre… todo derecho hacia el Este.
- Exactamente a once cuadras hacia el Este del lugar donde fue cometido el asesinato anterior - exclamó Delacroix.
- Ahi tienes…develada la incógnita - dijo Garnier - pero tarde.
El lugar estaba casi desierto a esa hora de la madrugada, sólo unos pocos curiosos en la puerta de entrada de un viejo edificio situado en la misma esquina. No es una zona de demasiado movimiento nocturno. En las cercanías se encuentra la Iglesia de St. Nicolas des Champs y el Conservatoire National des Arts et Metiers, que tienen movimiento durante el día, pero de noche… pocos andan por allí.
La escena del crimen no variaba mucho de los dos anteriores. La mujer tenía unos 35 años, de tez morena, brutalmente apuñalada y nuevamente con el pecho izquierdo extirpado torpemente. Vivía sola en un apartamento al fondo de un pasillo. Se notaban señales de resistencia por parte de la mujer, pero había sucumbido al asesino.
Presentaba signos de violación. Luego se determinó que la misma había sucedido post mortem. La mujer no era nacida en Francia. Era argelina, una de las tantas personas de origen africano que habían llegado a Francia últimamente, proveniente de las antiguas colonias francesas en Africa. Ya tenían la ventaja de hablar el idioma, por lo cual les resultaba más fácil ganarse la vida y salir de la miseria de su país. Se llamaba Jazmin Benadour. Buscaron alguna evidencia en el pequeño departamento, sin encontrar nada que pueda ayudar a identificar al asesino, salvo una inscripción en el espejo del living. Escrito con lápiz labial se leía S 15.
Luego de las tareas de rigor, regresaron a la Central de Policía.
- Esta vez S 15 – dijo Delacroix.
- Y ésta será la última vez – exclamó Garnier - Todavía cree que no nos hemos dado cuenta de su clave.
- Quince cuadras hacia el Sur, verdad ? – preguntó triunfalmente Delacroix.
- Si, clarísimo… a ver…hacia el Sur por el Bv. De Sebastopol… ajá - Garnier abrió sus ojos desmesuradamente - Cruza el Puente San Michel, al Barrio Latino.
- No !!! – exclamó incrédulo Delacroix – Es en los jardines de Luxemburgo…!!!
- Oui mon ami !! - asintió Garnier – más exactamente cerca de una entrada a los mismos, frente a la Sorbona. Deberemos montar un operativo de vigilancia en toda la zona.
- Difícil tarea - reflexionó Delacroix - Es una zona muy abierta, muy amplia, con muchos pequeños hoteles y pensiones de estudiantes, muchos turistas...
- Verdad - Pero lo haremos – aseguró Garnier
La Policía buscó sin éxito cualquier tipo de conexión entre las mujeres asesinadas, conexión con drogadictos o traficantes, amantes, etc. Las pobres mujeres no tenían cosas raras en su vida, eran empleadas honestas bien conceptuadas en sus respectivos empleos.
Los detectives trabajaron los dias siguientes en base a sus deducciones. Consiguieron el apoyo incondicional del Jefe de la Policia parisina y destinaron ochenta hombres para vigilar toda esa zona del barrio latino. El Boulevard Saint Michel, desde el Boulevard Saint Germain hasta la Place Saint Denis, fue cubierto por personal policial vestido de civil ocupando los cafés de la zona, deambulando con un itinerario prefijado, para cubrir eficazmente todo el sector. Personal policial tenia orden de ocupar un lugar en cada café, rotando cada media hora para cambiar al hombre y no ser reconocido. También la ronda se hacía en derredor del edificio de la Sorbona y de los Jardines de Luxemburgo. Todos los policías interconectados entre sí y con la Central de Policía.
Delacroix controló personalmente la puesta en marcha del operativo, recorrriendo el circuito vigilado, justamente los lugares donde tuvo su cuna el existencialismo de Jean Paul Sartre, Simone de Beauvoir…
Cuarenta y ocho horas después del tercer asesinato, el día miércoles, el operativo ya estaba en pleno funcionamiento. La incógnita era cuándo el asesino se dispondría a dar su próximo golpe, pero el Inspector Garnier y su organización lo estarían esperando.
El Comisario Primero Delacroix se encontraba a cargo del operativo in situ, entre el grupo de policías encargado de vigilar el área y periódicamente controlaba todos los puestos y sus rotaciones.
Por lo sucedido hasta ahora, el asesinato se acompañaba de violación, antes o después,
por lo cual era de suponer que el asesino lo llevaría a cabo en un ambiente cerrado: hotel, departamento, pensión, o en el único lugar abierto posible: los extensos jardines de Luxemburgo, acción que sería más que arriesgada porque los jardines eran visitados continuamente por estudiantes, paseantes y turistas. En él era habitual que se lleven a cabo representaciones teatrales, de danza o recitales de música, que atraían a la gente. Unicamente en altas horas de la noche o la madrugada podría resultar un lugar propicio, asi que la vigilancia interna se redoblaba en tales horarios.
Las horas pasaban y la inquietud del Inspector Garnier y el Comisario Delacroix aumentaban, Pasó todo el miércoles y nada…. Todo el jueves y nada… todo el viernes y nada tampoco. Lo único estimulante era que tampoco en otras zonas de Paris se había registrado un crimen que reuniera estas características. El asesino se habría llamado a descanso ?
Se habían encomendado estudios de la voz del asesino grabada de sus escuetas comunicaciones telefónicas. El informe decía que era una voz más bien de tono grave, algo ronca, su acento francés no era del todo correcto, por lo cual se suponía que podía ser un individuo extranjero, proveniente de los Balcanes (Turco, griego, chipriota…), pero con buen dominio del idioma.
En París, ciudad cosmopolita como pocas, había mucha gente de esas nacionalidades y hasta podía ser hijo de extranjeros, que acostumbraban usar el lenguaje de su tierra de origen en sus casas, lo cual confería aún a los hijos nacidos en Francia un acento distinto.
El Inspector Garnier también había remitido todos los antecedentes al gabinete psicológico, esperando una respuesta de los profesionales del mismo, que le trazara un perfil psicológico del asesino.
Se trataba de unir todos los elementos registrados, que por cierto no eran muchos, pero en el devenir de las horas se esperaban más novedades.
También se habían conectado con elementos del hampa que en ocasiones colaboraban con la Policía, intercambiando favores, los conocidos como “soplones” en el mundo policial, sin ningún resultado. No tenían relación con asesinos seriales. Como le dijo un “soplón” al Inspector Garnier en forma directa: “Nosotros somos delincuentes, pero no locos”.
En fin… un enigma hasta el momento. Era una investigación en pañales, porque todavía no se habían podido reunir datos realmente significativos.
(continuará)

miércoles, 7 de marzo de 2007

Sous le ciel de Paris... Cap. 1

Sábado 27 de agosto a la madrugada. La campanilla del teléfono sonó repetidas veces en la seccional de Policía de Montmartre. Eran casi las 4 de la mañana y el agente de guardia sacudió perezosamente la cabeza y atendió.
- Aló… Police… - dijo en tono monocorde.
- En la Rue Lamarck y Eugene Carrière se producido un asesinato – dijo una voz grave y ligeramente gangosa.
- Quien habla ? – preguntó el policía subiendo la voz.
- El asesino - respondió la misma voz y cortó.
A pesar que la llamada podía tomarse como una broma, dada la localizacion del lugar, rápidamente una patrulla policial salió en esa dirección. Recorrieron el Boulevard de Clichy, pasaron frente al Moulin Rouge, bordearon el cementerio de Montmartre y dos cuadras más allá se encontraban en la esquina indicada. Varias personas se encontraban en la puerta de una casa, con un corredor hacia el fondo. Cuando vieron que llegaba la policía, abrieron el paso.
Los policías penetraron hasta el fondo del corredor, desembocando en una modesta vivienda. Ni bien traspusieron la puerta encontraron el cuerpo inerte de una joven mujer de unos 25 a 30 años, rubia, bella, vistiendo una bata de seda abierta adelante que dejaba a ver su cuerpo desnudo con el tórax ensangrentado. Llamaba la atención que el pecho izquierdo había sido cortado a cuchillo, como si hubiese sido amputado. La imagen de la mutilación era repugnante, rezumando todavia sangre, a pesar de estar muerta. La escena mostraba desorden, lo cual hacía pensar que había habido resistencia por parte de la víctima. El forense diría si había existido violación, pero era lo más probable.
Se comunicaron con la Policia Central, de donde enviaron a los investigadores de la sección Homicidios y una ambulancia que transportó el cuerpo. Un somero interrogatorio a los presentes no aportó mayores datos. El cuerpo fue encontrado por otra mujer, que convivía con ella y ejercía la prostitución en la zona del Boulevard de Clichy. Cuando regresaba de sus actividades, se encontró con la sorpresa. Se revisaron los efectos personales de la occisa, no encontrando nada importante, excepto su documentación. Se llamaba Elise Mouillon, nacida el 3 de diciembre de 1980. La amiga indicó que trabajaba en una gran tienda del centro, no conociendo familiares de la misma. Los detectives revisaron todo el departamento, cosa simple porque era diminuto y encontraron en un espejo una inscripción hecha a pulso con lapiz labial que decía: Prochain 4-9. (Próximo 4-9)
- Creo que estamos en presencia de un asesino serial – dijo el detective Inspector Garnier - pero no sabemos la causa que lo impulsa.
- Pienso lo mismo - dijo el comisario Delacroix, su ayudante - y seguramente la persona que avisó a la seccional policial, sea realmente el propio asesino.
- La inscripción será aviso del proximo crimen ? - preguntó Garnier.
- Es posible….y fíjate que el próximo sábado es justamente 4 de setiembre - dedujo Delacroix.
En la Central de Policía se pusieron en juego todos los mecanismos para buscar alguna vinculación de la mujer con ambientes extraños, pero poco se pudo averiguar. En la tienda donde trabajaba dieron buenos informes de la empleada asesinada, no le conocían una vida disipada, era soltera y nadie le conocía novio ni amante. Era una bonita chica, que no tenía familiares en Paris. Presuntivamente era originaria de Aix en Provence, ciudad del sur de Francia. Sus amistades eran normales y el hecho que conviviera con una prostituta, era una circunstancia económica, pero nada más. Ella no tenía relación con esa profesión.
La muerte fue por apuñalamiento, y con el mismo elemento se extirpó el pecho izquierdo de la víctima. Por la manera de realizarlo, el asesino no tenía ningún tipo de conocimiento anatómico, ya que fue realizado torpemente y con apresuramiento. Tampoco el pecho apareció en la escena del crimen, ni en los alrededores.
Pasaron varios días sin adelantos en la investigación, hasta que el viernes 3 de setiembre a las nueve de la noche se registró una nueva llamada, esta vez a la Central de Policía. En cierto modo la estaban esperando, pero para el día siguiente.
- Aló… Police…? - dijo una voz grave y ligeramente gangosa – Se ha producido un crimen en la rue du Quatre Septembre y rue Michodière.
- Quien habla ? – preguntó el telefonista.
- 4…9 - fue la lacónica respuesta.
La llamada fue inmediatamente pasada al Inspector Garnier, pero cuando él tomó el auricular, ya habían cortado. Revisada la grabación, la voz fue claramente la misma que llamara la semana anterior, identificándose el asesino con la inscripción dejada en el espejo.
- Mon Dieu !! –exclamó Garnier – a pasos de L’Opera.
Rápidamente Garnier y Delacroix se pusieron en marcha hacia el lugar. Pasaron frente el tradicional Café de la Paix, repleto de gente, disfrutando un trago o un café, tanto en su interior como en las tradicionales mesitas circulares de la vereda. Toda la zona de L'Opera, era un mar de gente, como suele serlo habitualmente.
- Es un abierto desafío – dijo Garnier – y nosotros somos unos pelotudos. Cuando dejó la inscripción “prochain 4-9” no era para indicar que el sábado 4 de setiembre iba a cometer el siguiente asesinato.
- Claro – añadió el comisario Delacroix – El asesinato fue en la rue du quatre septembre.
- No cabe duda que estamos frente a un psicópata - comentó Garnier - y te diría que en su fuero íntimo desea jugar con nosotros y es más... tarde o temprano se querrá dar a conocer.
- Pero…- objetó Delacroix – tendremos que encontrar cuales son los móviles para realizar estos crímenes.
- Recuerda que un psicópata no tiene los móviles habituales - dijo el Inspector - Los tiene en el interior de su mente aberrante.
Cuando llegaron al lugar del crimen, vieron la gente agolpada frente a un edificio de seis plantas. El portero indicó que el crimen se había producido en el cuarto piso y acompañó a los investigadores hasta allí. Nuevamente encontraron a una mujer sola, muerta a puñaladas y con el pecho izquierdo extirpado sanguinariamente. La víctima se encontraba totalmente desnuda, acostada de espaldas, con las piernas separadas y había signos de violación.
- Quién fue la primera persona que llegó al departamento ? - preguntó Garnier.
- Yo…- dijo el portero – Una persona llamó a la portería desde la calle, avisando que me necesitaban urgente en el cuarto piso.
- Seguramente era el hijo de puta del asesino - acotó Delacroix.
- Conocía usted a esta mujer ? – preguntó Garnier al portero.
- Sí - contestó - hace alrededor de ocho meses que habita el departamento. Lo alquila y creo que trabaja de vendedora en las Galerias Lafayette, a pocas cuadras de aquí.
- Lo vamos a citar a la Policía para que nos amplíe los datos - le avisó Garnier.
En la revisación completa del departamento, no encontraron nada que aportara indicios a la investigación, salvo que en el espejo del baño escrita con lapiz labial se veía una leyenda: E 11
- E 11 - leyó en voz alta Delacroix - que querrá decir ?
- Será un indicio para que adivinemos el nuevo lugar de asesinato ? – se preguntó el Inspector Garnier, agregando - No cabe dudas que es su “modus operandi”. Ahora tendremos que adivinar que quiere decir E 11…
Nuevamente el interrogatorio al portero del edificio, a los vecinos y a los Jefes de las Galerías Lafayette no aportaron ningún dato de interés. La mujer era oriunda de Toulouse, una ciudad relativamente cercana a Paris, su nombre era Anne Laure Desperrier. Habitaba sola en el departamento, tenía una hermana casada que vivía cerca de Porte Maillot, bastante lejos de ella, por lo menos a 20 minutos de Metro, con la cual tenia frecuente trato, pero no se le conocían novios o amantes, para pensar en algo pasional. Sin embargo, la muerte producida a cuchillazos repetidos podría indicar algún elemento pasional.
- No hay asesinato sin móvil – repetía Garnier – debemos encontrar un detalle que nos indique por qué mató a esas dos mujeres.
- Incluso no hay ninguna relación entre ellas. Ni siguiera se conocían – dijo Delacroix.
- Debemos exprimir nuestros sesos, porque nos ha dejado un indicio … E 11 - repetía Garnier.
- E de…Ecole Militaire, tal vez ? – pensó Delacroix en voz alta – E de Elyssées o de Etoile ?
- E... de estúpidos – exclamó Garnier – Nos tiene sentados como estúpidos pensando, mientras leerá los diarios o verá la Televisión y se reirá de nosotros.
(continuará)

viernes, 2 de marzo de 2007

He estado algo ausente del blog, mas no de escribir. Estoy elaborando una novela-cuento, más breve que Crimen de Ocasión, que resultó algo prolongada para publicarla en el blog.
Trataré de ser más dinámico, con menor cantidad de capítulos y menor extensión de los mismos para facilitar la lectura.
En la semana próxima comenzaráel primero. La acción transcurre en Paris.
Oh Paris !! toujours Paris !!!