domingo, 25 de febrero de 2007

INFARTO CARDIACO

- Hola, Doctor González ?... Habla Carmen Fernández. Por favor…!!! Venga urgente que mi marido está muy mal… está sin conocimiento y no puedo hacerlo reaccionar…!!! - llamó desesperadamente la mujer.
- Ya voy para allá – dijo el médico y cortó.
Mientras conducía su automóvil, el Dr. González, reconocido cardiólogo de la ciudad, recordaba que su paciente había sufrido su tercer infarto hace apenas una semana. Luego de hacerle un estudio radiológico de sus coronarias, le había propuesto un by pass, pero el paciente no había querido saber nada de operarse. Así es que se encontraba en su domicilio, medicado con bloqueantes adrenérgicos en un suero endovenoso. El doctor sabía que podía sufrir complicaciones y seguramente estaba cursando una de ellas.
Cuando llegó, la puerta de la casa se encontraba abierta. Como conocía la casa, subió al primer piso, donde se encontraba el dormitorio principal. Ingresó al mismo y vió a la mujer llorando, besando y abrazando a su marido inconsciente y a la enfermera a su lado.
Ni bien lo vió, Carmen le informó:
- Se quejó de un fuerte dolor en el pecho y casi inmediatamente perdió el conocimiento. Yo estaba a su lado, la enfermera se había retirado un momento a tomar un té; la llamé enseguida, pero ni ella ni yo pudimos hacer nada. Sólo atiné a llamarlo por teléfono.
El médico mientras escuchaba a Carmen, tomó su estetoscopio, auscultó al enfermo, pero al instante se dió cuenta que no había latidos… Estaba muerto…, y de acuerdo a lo relatado por su esposa, más el antecedente de su problema cardíaco, no cabía duda que había sufrido un infarto importante.
- No hay más nada que hacer - dijo el médico lacónicamente - está muerto. Ha tenido un infarto masivo, que no le dió chance de sobrevivir.
- Pobrecito – exclamó su mujer llorando – A pesar de todo el tratamiento… quizás si hubiera aceptado operarse…
- Le estaban dando los bloqueantes cardíacos ? - preguntó el Dr. González.
- Por supuesto. Yo misma me encargaba de verificar que la enfermera se los administrase, porque tenía miedo que se exceda en la dosis y usted me habia dicho que eran peligrosos porque podían llegar a producir arritmias y hasta un paro cardíaco.
- Es una lástima que no haya aceptado la cirugía – reflexikonó el médico – en estos casos, no solo es cuestión de tomar los medicamentos.
- Es verdad - reconoció María – Además… nunca se cuidó como debería haberlo hecho. Nunca dejó el cigarrillo, ni las comidas, vivió padeciendo el stress de su actividad comercial.
- En fin… es lamentable, pero es así - dijo el doctor, finalizando su tarea y retirándose.
- Doctor – dijo Carmen – el certificado de defunción lo expide usted ?
- Sí - respondió el médico – ya habiendo tenido de paciente a su marido, no hay problemas. No se preocupe. De la Empresa Funeraria se contactarán conmigo y yo lo haré; sólo tiene que darles a ellos el documento de su marido y ellos se encargan de todo.
- Gracias, doctor – agradeció Carmen.
Mientras sucedía todo esto, ya habían llegado a la casa algunos familiares y amigos, avisados de la tremenda noticia. Se acercaban a Carmen y la trataban de consolar, pero ella estaba inmersa en un mar de lágrimas.
Un hermano se encargó de ir a una empresa funeraria para organizar todo. Muchísima gente concurrió al velatorio, tenía muchos amigos, clientes, personal de su empresa.
Carmen pasó toda la noche junto a su marido en la capilla ardiente, llorando y callada. Prácticamente no quiso conversar con nadie. Se hallaba sumida en sus pensamientos, con la mirada como perdida. Hizo un balance de su vida y de todo lo sucedido en el último tiempo.
Hacía un año atrás que su marido había sufrido el primer infarto y a pesar de todas los consejos médicos, jamás se cuidó. Debía eliminar el stress, el sedentarismo, dejar de una vez ese cigarrillo maldito, hacer dieta, cuidar el colesterol…tantas cosas que su marido no cumplía. Le habían hecho un estudio que demostraba múltiples obstrucciones en las arterias que riegan al corazón…. y eso era grave. Según la opinión del médico, para una persona de su edad, 44 años, sus arterias era las de un anciano. Ya le habían dicho que era imprescindble una operación, pero él, tan terco y absoluto como siempre, se habia negado rotundamente. Nadie lo pudo convencer.
En realidad, luego de su primer infarto, nunca volvió a ser el mismo. Siempre tenía sus dolores en el pecho ane el menor esfuerzo, que él minimizaba, pero nunca llegó a sentirse totalmente bien. Ni siquiera podían hacer el amor, porque cuando llegaba el momento crucial, sentía una opresión en el pecho que lo inmovilizaba. Ni hablar de erotismo, ésa era una opción prohibida para ellos. Sólo conseguía algo cuando ella llevaba la iniciativa, pero eso no la satisfacía para nada y hace tiempo estaba cansada de éso. No era una vida sexual para una mujer de 40 años… Ella era una bella mujer, cuidaba su cuerpo con sesiones intensas de gimnasia, hacía dieta, era amante del buen sexo, ardiente, erótica. Justamente en el gimnasio había conocido a un hombre de su edad, divorciado, con el cual había comenzado a salir desde hacía tres meses.
Aprovechando su tiempo libre, abundante por lo ocupado que estaba siempre su marido, habían tenido varios encuentros y con él realmente podía sexualmente manifestarse tal como era. Era su desahogo.
A la mañana siguiente llegó el momento de dirigirse al cementerio. Previamente a la inhumación, se realizó una misa y un responso.
Luego…todo terminó. Mientras regresaba a su casa, su mente estaba ocupada por un solo pensamiento…: Cómo haría para hacer desaparecer la jeringa y las quince ampollas vacías del bloqueante cardíaco que aún tenía en su cartera.

martes, 20 de febrero de 2007

CRIMEN DE OCASION - CAP. 15 (epílogo)

Steven Carlsson se encontraba ocupado en su gimnasio desarrollando sus tareas habituales. La mañana había transcurrido sin demasiadas novedades. Apenas habian pasado unos minutos del mediodía, hora en que el personal se retiraba por un par de horas y él habitualmente se tomaba un descanso, hacía un poco de relax, a la vez que aprovechaba para comer allí mismo algo liviano, darse un baño y cambiarse para recomenzar la tarea de la tarde. Tenía bastante trabajo, gracias a los nuevos aparatos incorporados, que habían colocado al gimnasio entre los mejores y más completos en su tipo.
Abrió la canilla de la ducha, pero lo interrumpió el sonido del teléfono, que en esta hora de receso permanecía siempre silencioso. Sorprendido, atendió personalmente, porque ya la secretaria se había retirado y se sorprendió más aún cuando del otro lado de la línea el que le hablaba era Wendell Bryant.
- Buenos días Sr. Carlsson, habla Wendell Bryant - se presentó - perdóneme que lo moleste, pero necesitaría conversar un momento con usted.
- Con mucho gusto - mintió Steven - Usted dirá.
- Estoy en el piso 25, en el departamento de Patty - dijo Wendell - Le agradecería si puede venir ya mismo unos minutos.
- Bueno...- dudó Steven, pero finalmente aceptó - En unos minutos estaré allí.
La invitación lo había tomado desprevenido. Lo último que se le hubiera ocurido era pensar que Wendell Bryant lo llamase para conversar... De qué ?. Tal vez se habría dado cuenta del dinero que Patty le había dado ?, pero...Qué le podía reclamar ?. Todo esto pensaba mientras se daba una ducha rápida y se cambiaba de ropa. Tardó pocos minutos, porque estaba sumamente ansioso y descendió al piso 25.
Tocó timbre y al instante el propio Wendell le abrió la puerta.
- Pase Sr. Carlsson...tome asiento - indicó Wendell, observando de arriba a abajo la atlética figura del profesor.
Steven obedeció, sin decir palabra, porque realmente no sabía qué decir. Wendell se sentó enfrente.
- Me va a disculpar que no lo invite con nada - comenzó Wendell con cierto aire de tranquilidad, hablando pausadamente - pero estoy absolutamente solo aquí. Vine hace un buen rato y he estado meditando sobre todo lo que ha pasado...
- Realmente todo muy lamentable - dijo Steven gravemente.
- Sí...efectivamente... - continuó Wendell con los ojos entrecerrados y un tono bajo que inquietó a Steven y repitió pensativo - efectivamente...
Se levantó del sillón y comenzó a pasearse perezosamente por el amplio living, espetando de improviso:
- Carlsson..., usted mantenía un romance con Patty, verdad ?
- Yo... - intentó decir Steven.
- No me diga nada - interrumpió secamente Wendell - Le repito que he estado con mi mente dando vueltas en todo esto y le puedo garantizar que me he dado cuenta de todo.
- Todo qué ? - preguntó Carlsson, mostrando cierta alarma.
- Le pido que me escuche atentamente, sin interrumpirme - le dijo Wendell - Cuando yo termine, usted dirá lo que quiera.
Carlsson asintió con su cabeza, sin saber adónde quería llegar el hermano de Patty.
- Le repito. Usted tenía relaciones amorosas con mi hermana y la noche del crimen - dijo pausadamente, remarcando las palabras - usted había tenido relaciones sexuales con ella.
Steven intentó interrumpirlo, pero Wendell no se lo permitió.
- Es más…, le diré que esa noche Patty regresó a la 1,30; a la 1,45 llegó usted, abrió la puerta del departamento conociendo el código y con una llave que Patty le había dado tiempo atrás para las visitas que le hacía cuando Stuart no estaba y se acostó con mi hermana. Los horarios constan en la memoria de las cerraduras porque son computarizadas.
Carlsson se movía inquieto en su asiento y su cara iba palideciendo. Wendell lo observaba de vez en cuando con el rabillo del ojo, mientras seguía paseándose y hablando:
- Pasaron aproximadamente una hora y media en la cama y luego usted fué a tomar una ducha, o por lo menos fué al baño. Le diré que eso ocurrió exactamente a las 3.10, hora en que se introduce en el departamento Ron Matthews, según también consta en la memoria de la cerradura. Sabe Ud. quién era Ron Matthews ?.
- No, no, por supuesto que no !! - se preguntó y se contestó Wendell sin dar tiempo a su interlocutor a abrir la boca - Aunque le parezca mentira, Ron Matthews había sido contratado por mi querido cuñado Stuart, para asesinar a Patty. Por eso este señor penetra en el departamento con las llaves y en conocimiento de los códigos que le había dado Stuart. La fecha planeada, martes 11 de agosto, coincidía exactamente con la fecha en que mi cuñado estaría de viaje por "razones de negocios". Coartada perfecta.
Carlsson abrió la boca esbozando decir algo, pero Wendell se clavó sobre sus talones, giró hacia él bruscamente, lo perforó con la mirada y rugió:
- Prosigo !!. Matthews subió silenciosamente hasta la habitación de Patty, donde debía encontrarla sola y durmiendo y... oh sorpresa !, la encuentra sola, sí… pero no tan sola como él esperaba… y despierta. Matthews traía en su mano un arma, que iba a ser el arma asesina, y a la postre lo fué, pero al ser descubierto Patty gritó o dijo algo, lo suficiente como para que usted saliera del baño y antes que el intruso pudiera disparar, se trabara en lucha con él. Por supuesto que el que llevaba las de perder era Matthews, a pesar de estar armado, porque es difícil competir con un atleta, que además conoce artes marciales. De eso puedo dar fe… ! A pesar de ello, le ofrece bastante resistencia, pero usted encuentra a mano un hermoso y voluminoso jarrón chino con el cual, merced a su altura y fuerza golpea en la cabeza al intruso con inusitada violencia y en repetidas oportunidades hasta matarlo, haciendo una verdadera masacre. Pero aquí no termina la cosa… Como se dice que "la ocasión hace al ladrón", a usted la ocasión se le presenta propicia. Aprovecha la oportunidad de tomar el arma del intruso, matar a Patty de un certero disparo, limpiar sus huellas digitales del arma y colocarla en la mano derecha de Matthews, para que se interprete que éste fué el asesino. La suerte jugaba de su parte. Así se liberaba de Patty, quien había sido para usted solamente un instrumento para sacarle dinero; y por cierto que había tenido éxito, pues ya le había sacado bastante y probablemente a Patty ya se le había ocurrido comenzar a reclamar la devolución de los generosos préstamos efectuados, a cambio de sus servicios sexuales.
- Todo esto es una patraña infame, producto de su imaginación enferma ! - rugió Steven al tiempo que saltaba de su asiento - Nada de eso que dice puede usted comprobar !
- Un momento !! - tronó Wendell - Siéntese y escuche. Probablemente usted desconozca que que los resultados preliminares de los análisis practicados descartan similitud entre los espermatozoides del intruso y los existentes en la vagina de Patty, por lo cual no hubo violación, ni relaciones sexuales de Matthews con Patty. Y a usted, señor, lo delatarán dos cosas: una de ellas son sus espermatozoides y la otra cosa es ésto que tengo en el bolsillo - y le mostró el botón del saco, con la letra P.
- Usted está decididamente loco ! - exclamó Steven con el rostro desencajado - Qué puede representar un simple botón... no me haga reír.
- No es para que se ría. Todo lo contrario. Este botón fué hallado en la habitación de Patty bajo la cama. Asi aislado tal vez no represente nada - dijo serenamente Wendell, encaminando sus pasos hacia el guardarropa del living de donde extrajo una percha con un saco azul - pero si lo relaciona con este elegante saco Pierre Cardin de su propiedad, lamentablemente para usted con algunas salpicaduras de sangre producidas en el episodio del jarrón, al cual le falta exactamente el botón que tengo en mi poder, entonces la cosa pasa a tener otra significación.
Carlsson se puso de pie en un salto felino, extrayendo velozmente una pistola con la cual encañonó a Wendell y rugió:
- Perro hijo de puta ! Te irás al infierno junto con la puta de tu hermana ! y todo quedará en el anonimato.
En ese momento, del otro lado del living, se abrió una puerta que había permanecido entornada y se escuchó a viva voz:
- Alto !!!... Policía !!!... Arroje esa pistola !!!
El Inspector Parnell, el Teniente Morrison, Santrock y Gibbons apuntaban con sendas armas a Steven Carlsson. Éste se dió cuenta al instante que le habían tendido una celada y que estaba perdido. Luego de un instante de dubitación, bajó la pistola y totalmente abatido se dejó caer en el sillón que tenía a su lado.
El Teniente Morrison avanzó hacia él, le colocó las esposas y le dijo en voz alta: Está arrestado. Tiene derecho a permanecer callado…….

F I N

sábado, 17 de febrero de 2007

CRIMEN DE OCASION -CAP. 14

Wendell no salía de su asombro ante las deducciones de Santrock y lo escuchaba con admiración.
- Entonces la hipótesis de la tercera persona estaría casi probada - dijo Wendell.
- Yo pienso que sí, todas las cosas me llevan a pensarlo - contestó el detective y ampliando el concepto agregó - No sería improbable que la tercera persona, escuchó o vió la escena que se produjo cuando Matthews entró en el dormitorio para matar a Patty, sin ser visto por éste, circunstancia que aprovechó para atacarlo, desarmarlo, luchar con él, armarse del pesado jarrón, única arma que tenía a mano, y golpearlo repetidas veces en la cabeza hasta matarlo.
Wendell asentía con su cabeza y en un momento sugirió tímidamente:
- El lugar más lógico para no ser visto por Matthews es el baño, recuerde usted que el jarrón se encontraba justamente al lado de la puerta del baño. Si Patty tuvo relaciones sexuales antes de ser asesinada, probablemente fue con la tercera persona, y qué hace un hombre luego de tener sexo ?
- Va al baño – muumuró Santrock, con un brillo inusitado en sus ojos.
Wendell había hecho todas estas deducciones y ya se había compenetrado en la tarea de investigador, con mayor razón cuando veía la aprobación del detective profesional. Santrock esperó unos segundos y luego exclamó:
- Clarísimo !! El detalle que faltaba !! Has dado en la tecla !! Y te podría asegurar que ya sé quien es la tercera persona, aunque no tengo las pruebas para incriminarlo. Lo difícil será conseguir las pruebas y para ello hay que actuar al filo de la ley. Y te podría decir que esa tercera persona es el asesino de Matthews...y de Patty.
Se miraron con satisfacción, porque estaban convencidos de que estaban en lo cierto. Habría que instrumentar algo para probarlo, tal como había dicho el detective. Santrock se levantó de su asiento, llenó nuevamente los vasos de whisky y comenzó a pasearse por la habitación. Wendell sabía que su mente caminaba aceleradísimamente y no se atrevía a romper el silencio. A su vez también trataba de hilvanar algo. Pasaron un par de minutos sin que se escuchara el zumbido de una mosca. Esos son los instantes en los cuales surge una chispa más, en el fuego sagrado de los elegidos. De repente Santrock dejó su vaso, tomó su saco y dijo:
- Vamos a Homicidios, que tengo que hablar con Parnell inmediatamente. No sé cómo haré, pero tendré que convencerlo de hacer algunas cosas a las cuales es reacio, y espero que las apruebe, única manera de poder desenmascarar al asesino y poder arribar a la solución.
Wendell obedeció sin osar decir una sola palabra. No quería cortarle la inspiración. Salieron presurosamente hacia Homicidios y en el camino el detective le contó cual era su plan, que dependía de un pequeño "trabajito especial" que tendría que hacer previamente. Si obtenía la colaboración del inspector Parnell, no habría problemas. Le recomendó a Wendell que lo esperase hasta que termine la entrevista con Parnell, porque de acuerdo al resultado de la misma, establecerían las conductas y planes a seguir, dentro de los cuales Wendell tendría que desempeñar un papel importantísimo.
Llegaron a Homicidios y pidieron hablar con Parnell. A diferencia de otras oportunidades, el Inspector se mostró amable y particularmente considerado y respetuoso con Santrock. Se encerraron en su oficina y conversaron durante un lapso de una hora y media, mientras tanto Wendell esperó comiéndose las uñas. Cuando salió del despacho del Inspector, Santrock tenía pintada en su cara la imagen de la satisfacción.
- Vamos Wendell, que tenemos mucho que hablar, y mucho que trabajar - dijo en voz baja – Cómo era éso de Mahoma y la montaña…? Jajajaja.
(continuará)

miércoles, 14 de febrero de 2007

CRIMEN DE OCASION - CAP. 13

Esa noche Stuart había decidido dormir temprano. Por lo menos así lo interpretó Teddy, quien había observado a su vigilado entrar en su departamento, que habitaba desde su regreso de Bs. Aires y al poco rato apagar las luces. Pasaron quince minutos y la luz continuaba apagada, por lo que Teddy decidió levantar la vigilancia por ese día y pasar por la oficina para ver si había alguna novedad. Entró en la oficina y antes de encender la luz, vió la lucecita del fax encendida. Había dos hojas impresas. Se sentó al escritorio y leyó atentamente :
“ Helen Matthews - Nacida el 18-05-1955 en MIAMI - I.D. nº 12.146.178 ”
“ Querido Teddy: Estos son los datos de la esposa de Ron Matthews. Se ”
“ encuentra en Nueva York y es imprescindible ubicarla. Te mando una foto”
“ de ella. La reconoces ? Por casualidad, no es la misma persona que le hizo”
“el escándalo a Stuart ?. Encuéntrala urgente. Mañana estaré allí antes del ”
“mediodía. Saludos ………Santrock.”
La fotografía la tenía en sus manos, debajo del texto y como si jugara a los naipes, la fué descubriendo lentamente.
- Mierda ! - exclamó, al reconocer a la mujer que protagonizara el episodio callejero a Stuart - Este Santrock es brujo !
Quedó varios segundos anonadado mirando la foto, pensando todas las implicancias que tenía el hallazgo de su jefe. Inmediatamente comenzó a planificar su acción. Tenía localizado el lugar hacia donde se habia dirigido esa mujer luego del incidente con Stuart. Era cosa de obtener la ayuda de la Policia y la tendría perfectamente ubicada para cuando llegara Santrock. Iba a ir a hablar personalmente a la seccional policial del barrio donde presuntamente paraba Helen Matthews; en todas las seccionales tenía algunos conocidos de tanto “hacer la calle” como detective. No sería difícil conseguir informantes, por supuesto dólares mediante......
Eran las nueve de la mañana y Teddy entraba de regreso en la oficina. Se sentía al borde del agotamiento por haberse pasado toda la noche de un lado para otro, viendo a patrulleros amigos y otros posibles informantes. La tarea de rastrillaje había dado sus frutos. Ya sabía dónde se alojaba Helen, pero no procedría hasta la llegada de su jefe. Cerró la oficina con llave, se sentó en el sillón, apoyó sus codos en el escritorio y quedó pensativo. A los pocos segundos, se sacó los zapatos que le oprimían sus pies hinchados. Luego se quitó el saco y la corbata, desprendiéndose el primer botón de la camisa. Se aflojó el cinturón y al rato estaba con ambos brazos sobre el escritorio y la cabeza hundida entre los mismos, durmiendo profundamente.
Llevaba alrededor de una hora entregado a los brazos de Morfeo, cuando un pequeño crujido lo hizo despertar a medias. Permaneció con los ojos cerrados pero el oído atento, percibiendo otro pequeño ruido ya bien cerca suyo. Levantó su cabeza y sus brazos adoptando una actitud defensiva, pero al instante se dió cuenta que era innecesario. A su lado, de pie, estaba su jefe, Santrock, sonriente.
- Hola, jefe - exclamó - tuve una noche demasiado movidita - se justificó.
- Me imagino - comentó Santrock, añadiendo: - Tuviste algún resultado ?
- Por supuesto - contestó Teddy – Helen Matthews está localizada, gracias al agente Richard Wengerfield, de la seccional tercera de Bronx. La Sra. Helen Matthews se encuentra alojada en una pequeña pensión en la zona que habitualmente patrulla Richard. Aquí tiene la dirección.
- Buen trabajo - dijo Santrock - recuerda de gratificarlo debidamente. Me acompañas ? Quiero tener un dialogo con ella.
Uniendo la acción a la palabra, ambos detectives salieron a la calle, chistaron un taxi y fueron a entrevistar a Mrs. Matthews.
Mientras duró el viaje, Santrock repasaba la situación. Se habían producido muchas novedades en poco tiempo, pero no estaba realmente conforme. Había descubierto la conexión de Stuart con Ron Matthews, cosa que resultaría muy espectacular, pero con eso no se resolvía el caso para nada. Para él era como llegar a una encrucijada y bajo ningún concepto debía tomar el camino equivocado. No había que desperdiciar esfuerzos sin lograr avanzar por la senda de la certeza. Había algo que no cerraba y no alcanzaba a darse cuenta.
En tres cuartos de hora se encontraban frente a la puerta de una pensión de nivel bastante bajo. Abrió una desvencijada y chirriante puerta y se encontró con una señora de unos sesenta años con aspecto de ser la dueña.
- La Sra. Matthews, por favor.
- Un momento - repuso la señora, alejándose unos cinco metros por el pasillo y golpeando una puerta a la derecha - Helen ! Helen !, te buscan.
- Voy - dijo una voz desde adentro.
Por la puerta de la habitación se asomó una cara que Santrock reconoció como la de la foto.
- Sra. Matthews, - dijo - Necesito hablar con usted. Es en relación con su esposo.
La mujer mostró una expresión mezcla de sorpresa, temor y desconfianza que Santrock advirtió y trató de tranquilizarla.
- Fuí a buscarla a Miami y Marion me dió los datos para poder llegar a usted - aclaró el detective, añadiendo - Soy detective y estoy investigando a Stuart Johnson.
La mención de este nombre tuvo el efecto deseado. La mujer reflejó en su cara una expresión de odio y le preguntó a quemarropa:
- Dónde está mi marido ?
Santrock tragó saliva, mientras aceleradamente pensaba cómo encarar la respuesta y finalmente optó por la más lógica:
- Lamentablemente, su marido está muerto - dijo gravemente – Ocurrió en el departamento donde habitaban Johnson y su señora. En el mismo hecho, fué asesinada también la esposa de Johnson. Ocurrió el martes pasado.
Cuando terminó de decir ésto, la Sra. Matthews estaba llorando en silencio, con su cabeza baja. Santrock permaneció callado sin saber qué hacer ni qué decir, hasta que la mujer comenzó a hablar entre sollozos.
- Ahora me explico porqué ese maldito de Johnson no quiso ni siquiera hablar conmigo - dijo amargamente - Yo vine de Miami a buscar a mi marido y al no tener noticias de él, fuí a verlo.
- Pero..., por qué fué a buscar a Johnson ?. Qué tenía que ver con su esposo ? - preguntó Santrock, buscando una explicación que intuía, pero necesitaba una confirmación fehaciente.
- Le voy a contar todo - se sinceró Helen - Johnson había sido compañero de colegio y amigo de la infancia de mi marido, con la diferencia que Johnson hizo mucho dinero y mi marido anduvo por mal camino, estuvo en la cárcel en dos ocasiones y no pudo nunca levantar cabeza. No era un santo, pero yo lo quería. En una oportunidad en que Johnson viajó a Miami por negocios, hace algo más de un mes, se encontró con mi marido, que cuidaba coches en el mismo lugar donde Johnson fué a estacionar. Maldigo el momento en que Ron lo reconoció y se atrevió a hablarle ! De allí en adelante se vieron varias veces. Mi marido le contó su vida, pensando que seguiría siendo el mismo amigo de la infancia, pero Johnson aprovechó la circunstancia y su riqueza, para tentarlo con abundante dinero por un trabajo sucio. Todo sería muy simple, porque él le daría las llaves, la manera de entrar al edificio, le facilitaría todo, para que Ron mate a su mujer.
- Lo que está diciendo es muy grave, señora - previno el detective.
- Lo sé - dijo severamente la mujer - pero es la pura verdad y mi marido está muerto. Yo le supliqué a Ron que no acepte, que no se ensucie por dinero. Yo soy pobre pero no me interesa el dinero ganado deshonestamente. Ron lo pagó con su vida, ahora el que debe pagar su delito es Johnson.
- Bien, señora - dijo Santrock - Si usted está plenamente convencida de lo que dice, la invito a hacer esta misma declaración ante la policía, a fin de encarar las actuaciones que correspondan.
- Estoy totalmente de acuerdo - contestó la Sra. Matthews con valentía, agregando - Y me pongo a su disposición para todo lo que haya que hacer.

Habían pasado dos días y Wendell todavía no había tenido noticias de Santrock, ni del resultado de sus investigaciones en Tampa y Miami. Trataba por todos los medios de mantenerse calmo, pero le resultaba imposible. En un momento, sonó la campanilla del teléfono y salió eyectado hacia el aparato.
- Hola - atendió con ansiedad.
- Sr. Bryant ? - preguntó una voz del otro lado de la línea, que de inmediato se identificó - Habla Teddy Gibbons, el ayudante de Santrock.
- Sí, Teddy - asintió Wendell - Soy yo.
- Me encargó Santrock que lo ubique, porque necesita verlo personalmente - dijo Teddy - Puede usted ir a su oficina mañana al mediodía ?
- Por supuesto - aceptó Wendell - Mañana a las doce en punto estaré allá.
Diez minutos antes del mediodía, con un sobre que contenía los resultados preliminares de los estudios solicitados a Alemania, ya estaba en el edificio donde Santrock tenía su oficina. Subió los escalones de a dos hasta el segundo piso. La luz del interior estaba apagada. Golpeó a pesar de ello, pero no obtuvo ninguna respuesta. Esperó un rato en el pasillo, pero no podía quedarse quieto. Optó por bajar y esperarlo en la vereda, quizás creyendo que al verlo venir, comenzaría a tranquilizarse más pronto.
A los pocos minutos, la fornida silueta de Santrock se dibujó doblando la esquina con paso presuroso.
- Hola Wendell - dijo a manera de saludo cuando faltaban unos diez metros para llegar, a modo de disculpa - Perdona mi demora, pero han pasado tantas cosas que hasta llegué a pensar que me sería imposible llegar a tiempo.
Subieron la escalera en silencio, Santrock abrió la puerta de su oficina y le dijo a Wendell:
- Siéntate en el despacho que ya voy.
Wendell tomó asiento y esperó que Santrock saliera del baño con cara de alivio. Ni bien lo tuvo a la vista, le extendió el sobre y le dijo:
- Ante todo, aquí tiene copia de los primeros resultados de los estudios pedidos. Me los enviaron ayer por Fax.
Santrock tomó el sobre, extrajo un par de hojas y las leyó detenidamente.
- Tal como suponía - exclamó - Las muestras no se corresponden, lo cual quiere decir que no fué Ron Matthews quien tuvo relaciones sexuales con Patty, sino la misteriosa tercera persona del caso.
- Pero... qué relación tenía este hombre en el hecho ? - interrogó Wendell con cara de incomprensión.
- Te contaré todo y vas a comenzar a entender - explicó Santrock, mientras iba sirviendo dos whiskies on the rocks - Vengo de Homicidios, donde fuí con la mujer de Ron Matthews, el desconocido muerto en el departamento de Patty, - comenzó a contar Santrock - que ya está definitivamente identificado.
Wendell no cabía en sí de su asombro y escuchaba con la mayor atención, poniendo sus cinco sentidos en el relato del detective.
Santrock le contó con todos los detalles pormenorizados, su viaje a Tampa y a Miami, mientras Wendell permanecía mudo, sin interrumpirlo, salvo algunos sonidos y movimientos de cabeza que denotaban asentimiento. El monólogo del detective duró más de tres cuartos de hora y como cuatro whiskies dobles. Para finalizar, Santrock le informó a Wendell:
- En Homicidios entrevistamos al Inspector Parnell, ante quien la mujer de Matthews declaró absolutamente todo.
- Ese hijo de puta de Stuart ! - exclamó Wendell indignado.
- Te comunico que el Inspector Parnell - informó el detective con gravedad en su voz - ya libró la orden de arresto para Stuart y creo que en cualquier momento será detenido.
- Se lo merece, por asesino - dijo Wendell con amargura.
- Sí, de acuerdo - convino Santrock - pero ni sueñes que ésto esclarece el crimen. Simplemente aclara la presencia de Ron Matthews, contratado para que asesine a Patty, cosa que te puedo asegurar que no llegó a concretar, porque existe otro elemento entre las pruebas del laboratorio policial, que aunque no es seguro, es indicativo de que Matthews no disparó el arma homicida. No se encontraron en sus manos los típicos restos de pólvora que se producen en el disparo.
- Y entonces quién mató a Patty ? – preguntó Wendell desconcertado.
- Ya lo sabremos – dijo Santrock con tranquilidad – Debemos buscar a la tercera persona y por sobre todo, obtener las pruebas de su participación. Y te puedo asegurar que estamos muy pero muy cerca…
(continuará)

domingo, 11 de febrero de 2007

CRIMEN DE OCASION - CAP. 12

Santrock ya había iniciado desde Nueva York los contactos para encontrar los datos que buscaba. Ni bien descendió del avión que lo condujo a Tampa, se dirigió a una humilde escuela suburbana. Eran las diez en punto, cuando el taxi paró en la puerta de la misma. Santrock descendió del auto, entró en la escuela y se encaminó hacia un puerta que tenía un cartel que decía "Secretaría". Abrió la puerta y asomando su cabeza vió una señorita que estaba tras un escritorio.
- Buenos días, señorita - saludó el detective a la agraciada joven - Tengo una cita con la Directora para las 10.
- Sí señor, tome asiento. - contestó cortésmente la joven.
Santrock obedeció y fiel a su costumbre de observar, su vista recorrió las dependencias que lo rodeaban. La escuelita le recordaba la suya, la de su lejana infancia en Denver, ubicada en un barrio humilde donde vivía su familia. Allí donde su padre trabajaba de albañil y su madre hacía las tareas de la casa y algunos trabajos de costura para ayudar al mantenimiento del hogar. No era fácil educar a sus cuatro hijos.
- Pase, por favor – dijo la secretaria, conduciéndolo a la Dirección.
- Buenos días, Detective Santrock - dijo estrechando la mano de la Directora.
- Buenos días - contestó la señora cortésmente - En qué puedo servirle ?
- Ayer telefonée desde Nueva York, porque estoy buscando algún viejo registro en el cual figure como alumno un tal Ron Matthews. En Supervisión de Escuelas me dijeron que había cursado estudios aquí - explicó Santrock.
- Podemos consultar los registros - dijo la Directora solicitamente – Tiene idea en qué período habrá sido ?
- Pienso que esta persona, de acuerdo a su edad, ha de haber cursado la escuela primaria, en la década del sesenta aproximadamente - precisó Santrock.
- Bien - asintió la Directora – pidiendo por el intercomunicador los registros.
- Desde ya le agradezco su gentileza - dijo Santrock para romper el silencio – Estamos abocados al esclarecimiento de un asesinato.
Luego de un corto silencio, entró la secretaria, con varias carpetas, que estaban cubiertas de polvo y dejaban ver por sus costados papeles con bordes amarillentos, producto de los años.
- Señor Santrock, yo se los facilito. Busque usted todo lo que le interese. Si quiere puede hacerlo en aquel escritorio - dijo, señalándolo.
- Me parece excelente y se lo agradezco - contestó Santrock.
Santrock se ubicó frente al escritorio y comenzó a abrir las carpetas, leyendo pacientemente los registros de diferentes años y cursos. Casi una hora después, en la nómina de alumnos de primer grado de 1962, encontró el nombre de Ron Matthews y oh ! sorpresa..., o no tanta… leyendo toda la lista, tropezó con Stuart Johnson. Con una sonrisa de satisfacción por haber confirmado sus presunciones, siguió revisando los registros de años posteriores, repitiéndose desde el año 1961 al año 1967, ambos nombres en grados sucesivos. Santrock sacó una pequeña cámara fotográfica de su attaché y fotografió todas las hojas.
- Señorita... ya he terminado con mi tarea - avisó - Aquí le dejo todo el material que me prestó.
- De acuerdo, cualquier otra cosa que necesite...- ofreció.
- Le agradezco, pero por ahora ésto me ha sido más que suficiente - dijo Santrock visiblemente satisfecho - Buenos días.
Salió a la calle, caminó cuatro cuadras hasta la avenida más próxima y tomó un taxi a quien indicó que lo llevara al Aeropuerto. Esperaba que la suerte lo acompañara y pudiera tomar un vuelo a Miami sin esperar demasiado.
Arribado al Aeropuerto, se dirigió al stand de informaciones. Una señorita con un elegante uniforme, masticando chiclets incesantemente, estaba de pie detrás de un mostrador frente a una computadora y a ella se dirigió:
- Por favor, me puede informar a qué hora sale el primer avión a Miami ? - preguntó Santrock.
- Dentro de cuatro horas - informó la joven, quien al ver la cara de contrariedad de Santrock aconsejó – Por que no consulta en Florida Flights ?
- Qué es eso ? – preguntó el detective.
- Es un servicio de taxi aéreo. Tiene su stand a 50 metros de aquí.
- Gracias… muy amable - dijo Santrock y siguió las indicaciones de la joven.
Una vez en el stand de Florida Flights le informaron que salía un vuelo dentro de treinta minutos, compartido con otros tres pasajeros. Claro que también se compartían los gastos. Santrock aceptó y se felicitaba de tener buena suerte ese día. La empleada le requirió algunos datos, su tarjeta de crédito y le informó:
- Preséntese usted directamente en la puerta 12, donde un señor de uniforme azul de la Florida Flights lo estará esperando. Entréguele esta tarjeta para identificarse. Buen viaje.
Media hora después, ya decolaba el avión rumbo a Miami. El vuelo de fué una delicia. Las excelentes máquinas de Florida Flights y el buen tiempo reinante hicieron que el viaje fuera totalmente placentero. El aparato era de seis plazas y tal como le habían anticipado viajaban tres pasajeros más, que se concentraron en una conversación de negocios entre ellos.
- Mejor - pensó Santrock que no tenía interés en mantener conversaciones circunstanciales estúpidas – Aprovecharé para ordenar mis pensamientos y planificar las acciones.
Ya no era una casualidad que Ron Matthews y Stuart Johnson fueran ambos nacidos y criados en Tampa. Evidentemente se conocían de la infancia. Pero, qué relación podían tener en el caso ? Si estos elementos tenían la relación que Santrock sospechaba, era de trascendental importancia su urgente presencia en Miami; hasta tenía un cierto temor de llegar un poco tarde. Cuando Wendell se enterara, se llevaría tamaña sorpresa, porque nunca algo asi hubiera podido pasar por la cabeza ! … En otro orden de cosas, debía encontrar el domicilio de Ron Matthews en Miami y conversar con algún familiar de él. Podían surgir datos trascendentes de esta visita.
El avión tuvo un aterrizaje tan perfecto como todo el vuelo y Santrock fué conducido hasta la puerta de salida por una atenta empleada de Florida Flights, que a su requerimiento llamó un taxi. Santrock le dió la dirección que había obtenido del documento de Matthews. El automóvil tomó por Lejeune Road y poco después de pasar el ángulo sur del Aeropuerto Internacional dobló por la 836, hacia el oeste, alejándose del centro. Cruzó el Palmetto Expressway y prosiguió hacia el oeste. Como Santrock no conocía bien la zona, prestó suma atención por donde iba. Antes de la Turnpike, dobló por la 107 Ave., entrando en una zona con algunas casas de comercio que vendían herramientas para talleres y fábricas de muebles, alternando con terrenos baldíos y casas de tipo económico. A poco de tomar la 107 Ave. doblaron a la derecha, entrando en un barrio de gente de evidentes escasos recursos, a juzgar por las viviendas y por el aspecto de los niños que jugaban en la calle. Por fin, el automóvil se detuvo frente a una humilde casita con paredes de madera imbricada. Bajó del auto y buscó infructuosamente un timbre. Golpeó fuertemente sus manos y a poco de hacerlo se asomó a la puerta una muchacha de unos dieciséis años, con una criatura de alrededor de dos años en brazos. La vestimenta de la joven era muy humilde, pero estaba limpia.
- Buenas tardes - saludó Santrock, preguntando a continuación - Vive acá el Sr. Ron Matthews.
- Sí - afirmó la joven, con un aire de desconfianza, sin franquear el paso.
- Se encuentra él ? - preguntó el detective a sabiendas de la respuesta.
- No - fué la lógica contestación de la joven.
- A qué hora podría encontrarlo ? - inquirió Santrock.
- No... él no está en Miami - fué la dubitativa respuesta.
- Podría hablar con la señora, entonces ? - insistió el detective.
- Tampoco está. - contestó la joven, añadiendo - se fué a Nueva York.
Los ojos de la joven mostraban una expresión triste y en un momento se cargaron con lágrimas. A Santrock no se le escapó el detalle y decidió profundizar el interrogatorio:
- Tú eres su hija mayor ? - preguntó Santrock.
La joven movió su cabeza en un gesto afirmativo.
- Cuál es tu nombre ? - inquirió el detective.
- Marion - contestó la chica.
Santrock decidió prescindir de rodeos e ir directamente al grano:
- Mira Marion, sé que tu padre se encuentra en problemas y necesito alguna información que posiblemente tú conozcas - el tono de su voz era grave y pausado, tratando de infundir confianza - Si tu madre viajó a Nueva York, es probable que también los tenga. Dime cual es el motivo de su viaje ? - terminó preguntando.
Marion comenzó a llorar silenciosamente y por fin se decidió a hblar.
- Mire señor, mi padre viajó hace unos cuantos días a Nueva York, por no sé qué trabajo, pero ya tendría que haber estado de vuelta. Al no tener noticias suyas y pensando que le podría haber pasado algo, mi madre fué a buscarlo, pero no sólo no ha regresado, sino que tampoco tengo noticias de ella.
- No sabes cuál era el trabajo de tu padre ?
- No. Sólo sé que mamá no quería que vaya. Le decía que no acepte, que lo iban a estafar, que era peligroso, pero papá no escuchaba razones. Usted sabe... la necesidad de dinero !. Nosotros somos muy pobres, somos cuatro hermanos y mi madre es bastante enferma. Papá no consigue fácilmente trabajo y cuando consigue, no le pagan - dijo Marion.
- No sabes quién le ofreció el trabajo en Miami ? - preguntó Santrock, a pesar que ya intuía la respuesta.
- Una persona que era un amigo de la infancia, creo que un viejo compañero de escuela, pero no sé el nombre.
El detective ya sabía el nombre. Hasta podía vincular el escándalo callejero que le habían hecho a Stuart, con la presencia de la esposa de Matthews en New York. Tenía temor que todo ésto pudiera terminar mal... pero muy mal. Santrock se dió cuenta que era necesario actuar de inmediato.
- No sabes dónde puedo encontrar a tu mamá en Nueva York ? – preguntó.
- No...no lo sé - respondió preocupada la chica, al ver el gesto del detective.
- Dame el nombre completo de ella y si tienes alguna fotografía también - ordenó Santrock, y ante la cara de desconfianza de la joven, añadió: - Soy detective privado y estoy tras los pasos de la persona que contrató a tu padre. Tu madre puede estar en peligro y si actúo a tiempo puedo evitarle riesgos.
Lo expresado terminó de convencer a la chica, quien se decidió a colaborar.
- Espere un momento - dijo - enseguida le traeré una foto de ella de hace poco tiempo y veré si dejó algún documento.
Acompañando la acción a la palabra, se dirigió hacia una habitación contigua y regresó en un par de minutos.
- Tome, ésta es la foto de mi mamá y éste es un carnet del Hospital, donde figuran sus datos - dijo la joven, entregándole los elementos enunciados.
- Ajá...- murmuró Santrock, mientras leía los datos del carnet y miraba la fotografía - Voy a tomar nota de todos los datos de tu mamá que están en el carnet, así te lo devuelvo. La fotografía me la puedo llevar ? - preguntó.
La chica hizo un movimiento de hombros hacia arriba y movió la cabeza afirmativamente. Santrock sacó nuevamente de su ataché el cuaderno y en una hoja anotó:
Helen Matthews - nacida el 14-05-1955 en MIAMI
Documento nº 12.146.178
Cuando terminó de hacer las anotaciones, guardó todo y se puso de pie.
- Me voy ya mismo para comunicar los datos de tu madre a mi ayudante. La localizaremos y trataremos de ayudarla - dijo Santrock.
- Le agradezco todo lo que pueda hacer, porque estoy desesperada y no tengo a quien recurrir - agradeció Marion y le preguntó - Me puede decir su nombre ?
- Aquí tienes mi teléfono - contestó Santrock, dándole su tarjeta - Llámame pasado mañana, que seguramente ya tendré noticias que darte sobre tu mamá.
Marion se había contenido todo lo posible hasta ese momento, pero no pudo más y estalló en llanto, abrazándose a Santrock. El detective, todo un duro, no estaba acostumbrado a bancar este tipo de reacciones, pero instintivamente y tiernamente le acarició la cabeza, le dió un beso en la mejilla y esperó un momento. Cuando Marion se soltó, le sonrió, le palmeó la cara, caminó hacia la puerta y salió sin darse vuelta.
(continuará)

jueves, 8 de febrero de 2007

CRIMEN DE OCASION - CAP. 11

A ambos lados del pasillo se veían puertas numeradas. Llegó a la número 15 y abrió. La habitación era tan mugrienta como el pasillo. El detective la seguía. Cerró la puerta a sus espaldas, tomó el libro, lo abrió y leyó:
- Su nombre es o era Ron Matthews, dijo que venía de Miami. Ingresó el día domingo 9 a las 14 horas. El martes a la noche ya no regresó a dormir, ni vino más por aquí.
- O.K.- dijo Santrock anotando su nombre - Puedo ver sus efectos personales ?
- Aquí están - contestó la mujer, abriendo la puerta desvencijada de un ropero con el espejo roto.
Santrock examinó una por una las ropas y en un bolsillo encontró un I.D.
- Ajá... Ron Matthews, nacido en Tampa, domicilio en Miami, 42 años de edad, casado - repetía en tanto iba leyendo y anotando minuciosamente.
- Necesita algo más ? - preguntó amablemente la mujer.
- Suficiente por ahora - contestó Santrock fijando su vista y tratando de memorizar la foto del documento - Muy amable.
Con un gesto de agradecimiento acompañado de los cuarenta dólares en un bollito, que la mujer tomó prestamente, ambos abandonaron la habitación.
Santrock salió a la calle y caminó pensativo. La cara de la foto sería la cara deformada del cadáver que había visto en la Morgue. Había bastante similitud, pero era difícil una identificación con certeza. A pesar de todo, tenía el presentimiento que estaba en el camino correcto.
Regresó a su oficina. Tenía que evaluar los papeles que había obtenido en el departamento de Patty. Se encerró con llave en su oficina, se sirvió un whisky doble y sacó de su caja fuerte toda la documentación. Examinó los talonarios de cheques uno por uno. Hizo algunas cuentas con su calculadora y anotó algunas cifras en un borrador. En una chequera pudo ver que el titular de la cuenta era Patty solamente. En ella no tenía firma su marido. Se sirvió un segundo whisky, lo saboreó mientras pensaba y pasó casi media hora absorto en sus pensamientos, hasta que unos golpes en la puerta lo sacaron de sus meditaciones. Mientras caminaba hacia la puerta preguntó: - Quién es ?.
- Wendell.
- Adelante - dijo, haciéndolo pasar – Llegas en el momento justo. Necesito que me ayudes a aclarar unas cosas. - Mira - y mostrando el botón preguntó - lo reconoces ?.
- No - contestó extrañado Wendell - Pero es un botón de un saco.
- Este botón se encontraba en la habitación de Patty y presuntamente pertenece a un saco de hombre marca Pierre Cardin. No recuerdas si Stuart tiene alguno ? - inquirió Santrock.
- Sí - respondió nuevamente Wendell - Stuart tiene un saco azul con ese tipo de botones, pero es muy común. Conozco otras personas que tienen prendas con estos botones.
- Bien...- murmuró Santrock - Me encantaría conocer a quien haya perdido este botón en la habitación de Patty. Alguien tiene un saco al cual le falta un botón, y salvo que sea Stuart, es altamente sospechoso.
- Otra cosa…- continuó - Estos talonarios de cheques son de la cuenta privada de Patty en el Chase Manhattan Bank. Fíjate que existen varios cheques, extendidos a boutiques, casas de modas, servicios, salones de belleza, etc., por cifras que no llaman la atención, pero hay doce cheques extendidos por un valor total de casi trescientos mil dólares, en cuyos talones no está registrado a la orden de quien se hizo. Solo está escrito el monto y S/C. Habitualmente esto significa Sin Cargo, pero aquí no lo entiendo...
Wendell examinó los dos talonarios y se quedó perplejo. Tardó unos segundos en contestar.
- Yo estuve averiguando sobre la existencia de cuentas corrientes de Patty y están a la orden recíproca con su marido.- dijo Wendell cuando reaccionó - Son tres, en distintos bancos. He averiguado, tal como quedamos, sobre los cheques emitidos en todas ellas y fundamentalmente son cheques de Stuart y por cifras que no llaman demasiado la atención, emitidos a favor de diversas casas de comercio. Pero de esta cuenta privada, con firma solamente de Patty, no había tenido noticias. Por otra parte esos cheques con la inscripción S/C... - repitió lentamente - No se me ocurre a quién se habrán entregado.
- S/C… primer enigma...- dijo Santrock distraídamente – Aunque no tan misterioso. Podrían ser las iniciales de Steven Carlsson, el profesor de gimnasia ? Sabías que Patty aportó una buena suma de dinero para montar el gimnasio del edificio ? - preguntó a quemarropa Santrock.
- Sabía que había colaborado - asintió Wendell sorprendido - pero de ninguna manera se me hubiera ocurrido que su aporte ascendía a semejante suma. Con todo ése dinero hay suficiente para montar cuatro gimnasios - y prosiguió razonando - Además, la compra de un aparato cualquiera en una casa de comercio, se paga con un cheque a la orden de la casa que lo vende.
- El hecho de que los cheques hubiesen sido extendidos a Steven Carlsson en forma personal y directa - aseveró Santrock dando un giro con sus palabras - y por sumas superiores a las que demandaría la compra de aparatos para el gimnasio, llama la atención y puede hacer pensar...
- Entiendo claramente - interrumpió Wendell y agregó - Hable sin rodeos.
- Bueno...- siguió el detective con cierta prudencia - hace pensar que Patty era víctima de una estafa o...
- O que Steven se acostba con mi hermana yle sacaba dinero, verdad ? - interrumpìó Wendell.
- Puede hacer pensar... - murmuró Santrock.
- Yo lo pienso - dijo cortante Wendell con su cara pálida.
- Lo cual - continuó lentamente Santrock - agrega un ingrediente más al caso y un elemento que no encaja dentro del esquema...En fin...ya lo ordenaremos en la medida que aparezcan nuevos elementos. En otro orden de cosas, Gibbons, mi ayudante, está siguiendo a Stuart y hemos llegado a la conclusión que tiene una amante desde hace aproximadamente un año que se llama Shaun. Sabías algo de ésto - preguntó.
- Si, claro, con ella viajó a Buenos Aires - contestó Wendell.
- No, ésta es otra - aclaró Santrock, pasándose una mano por sus cabellos - La de Buenos Aires fué una aventura del momento.
- Todos los días uno se sorprende con algo nuevo - reflexionó Wendell.
- En estos casos, la importancia de las amantes - explicó el detective - radica en que cuando es asesinado uno de los cónyuges, el hecho pasional de ninguna manera debe ser descartado. Son sospechosos el cónyuge y la amante.
- Entiendo - asintió Wendell, tragándose la bronca.
- Y acá te tengo otra sorpresa - dijo el detective mostrando una hoja de papel - Encontré el anónimo que recibió Patty. Lo tenia doblado en su libreta.
Wendell lo desplegó y leyó su texto, compuesto por letras de distinto tamaño y color, recortadas de revistas:

PRONTO
MORIRÁS

Y repitió a media voz : - Pronto Morirás.
- Ni idea – dijo y dirigiéndose al detective agregó - De todos modos si fué Brett, tal como supuso Patty, o era otra persona, ésto puede ser un alerta como para tener en cuenta.
Sus palabras quedaron interrumpidas por la campanilla del teléfono. Santrock levantó el tubo:
- Hola - dijo.
- Habla Teddy - se identificó su ayudante - Lo llamo para informarle que hace un momento, a la salida del departamento que ocupa Stuart, una mujer lo increpó duramente. Stuart estaba acompañado por Shaun. De acuerdo a la versión del diariero de la esquina, la mujer lo había estado esperando hace tiempo, cuando lo vió lo insultó a los gritos, llorando y lo abofeteó.
- Alguna otra amante despechada ? - preguntó Santrock.
- No. Las amantes de Stuart son todas hermosas - respondió Teddy con sorna - La mujer que lo insultó es una mujer fea, de aspecto humilde y mal vestida.
- Necesitamos hablar con ella !! - indicó el detective.
- La tengo casi localizada… déme un par de horas – pidió Teddy.
- Bien muchacho !! – lo felicitó el detective – avísame cualquier novedad.
- Todo esto es muy extraño - dijo pensativo Santrock colgando el tubo y le contó toda la conversación a Wendell.
Santrock se incorporó lentamente, se dirigió hasta el placard. Wendell adivinó su intención. Ya había aprendido que para concentrarse, el detective apelaba a un buen trago. Santrock regresó con dos whiskys dobles on the rocks y en un tácito entendimiento tendió un vaso a Wendell. Luego de un primer sorbo en silencio, Santrock, que ya estaba sentado en su sillón anunció:
- Hay más novedades - y prosiguió - Mañana me dedicaré a investigar todo lo relacionado con la identidad de una persona que desapareció aquí en Nueva York la misma noche que asesinaron a Patty. Tengo casi la certeza que es el hombre que buscamos. Tendré que ir a Tampa y a Miami. - Tampa ? - preguntó con sorpresa Wendell.
- Sí, Tampa. Por qué ? - inquirió con curiosidad Santrock.
- No... nada en particular. Sólo es que da la casualidad que Tampa es la ciudad donde nació Stuart - aclaró Wendell.
- Qué casualidad ! - dijo Santrock en voz baja, y se tomó el resto del whisky.

Wendell calculaba que por lo menos durante las próximas cuarenta y ocho horas se produciría una pausa en el incesante flujo de novedades que habían surgido de la investigación y que le habían impactado tanto. No estaba acostumbrado a esta vorágine de sorprendentes acontecimientos, totalmente distintos de su rutina cotidiana. Habitualmente se estima que el mundo de los negocios es complicado y sujeto a tensiones, pero para Wendell no existía punto de comparación con lo que estaba viviendo en estos días. Todos estos pensamientos deambulaban por su cabeza, mientras trataba sin éxito de conciliar el sueño. Cuando le contó las novedades a Lisa, le causó cierto escozor participarle algunos pormenores. La conversación fué extensa y tensionante. Para colmo esta impasse hasta que regrese Santrock, le crispaba los nervios y le provocaba una sensación de desasosiego. Y en esa vigilia, tratando de desentrañar cuáles eran realmente sus pensamientos, llegó a la conclusión que no podía mantenerse sin tomar alguna iniciativa en relación con Brett, sintiéndose culpable de no haber liberado a Patty de una situación que lo involucraba, porque era consecuencia de resoluciones del directorio. Así es que se durmió con la determinación de ver al día siguiente a Brett, tratar a fondo la cuestión y llegar a una conclusión respecto a su responsabilidad en la muerte de Patty.
Se despertó temprano, nervioso pero seguro, tomó apenas unos sorbos del café que le ofreció Lisa y salió en el Oldsmóbile conducido por Jimmy rumbo a las oficinas de la Empresa. Era demasiado temprano para encontrar a Brett, pero no se podía aguantar en su casa. Indicó a Jimmy que lo dejara cerca de las oficinas, compró un diario para entretenerse y se sentó en un café, al lado de la ventana para distraerse, mientras llegaba la hora y ensayaba su discurso.
Cuando llegó la hora apropiada, se dirigió hacia las oficinas. Su corazón latía aceleradamente y gotas perladas de sudor frío se acumulaban en su frente. Caminó más lentamente respirando profundamente para serenarse y entró en el edificio saludando al portero. Subió al piso 17 y en segundos penetraba en las oficinas. Mientras iba a su despacho, recibió ls condolencias del personal y ni bien vió a Claire, su secretaria, le hizo una seña para que lo siga.
- Ha llegado ya Brett ? - preguntó a la secretaria.
- Creo que está en el 18 - respondió Claire.
El 18 era el piso superior, que también era ocupado por oficinas de la Bryant's Food Enterprise.
- Llámelo inmediatamente - ordenó Wendell en forma autoritaria - Tengo que hablar urgente con él.
- Sí señor Wendell - contestó Claire, asombrada por el tono inusual en su jefe - En seguida.
Mientras se retiraba, escuchó que Wendell le decía:
- Ah ! Cuando esté con Brett, que nadie nos interrumpa por ningún motivo.
Pocos minutos después Brett ingresaba en el despacho.
- Buen día..., me llamabas ? - dijo ensayando el saludo más cortés posible, que se le quedó congelado al observar el aspecto de Wendell.
Wendell estaba de pié detrás de su escritorio, apoyado con ambas manos sobre el mismo, su rostro pálido, con las facciones endurecidas. Los surcos nasogenianos remarcados, los ojos bien abiertos y con una gélida y profunda mirada.
- Adelante... siéntate - su voz era más una orden que una invitación.
Brett percibió de inmediato que el ambiente estaba espesísimo, se sentó defensivamente en la punta del sillón y quedó esperando lo que pudiera venir.
- Me he enterado que habías amenazado a Patty - comenzó a decir Wendell sin variar su tono - quisiera que me expliques éso.
- No... yo no...- balbuceó Brett intentando negar.
- No trates de mentir, reverendo hijo de puta - rugió Wendell.
- Bueno...quiero decir que...- trató de explicar Brett - yo no hice nada más que decirle que le íbamos a sacar la presidencia de la Empresa.
- Y el anónimo ? - preguntó concisamente Wendell.
- Qué anónimo ? - repreguntó el muchacho.
- Bien sabes a qué me refiero - gritó Wendell dando la vuelta a su escritorio y acercándose.
- No sé de que me hablas - negó Brett bajando la vista.
- Mocoso de mierda, aprendiz de delincuente - Wendell lo tomó de las solapas, levantándolo del asiento - Me vas a confesar la verdad absoluta o te voy a reventar aquí mismo.
La mirada de Wendell echaba chispas, sus puños cerrados estrujaban las solapas del elegante saco de Brett y éste entendía que la situación era más que complicada. Aún así, esbozó otra negativa: - No sé nada – dijo quedamente.
Con esta última palabra coincidió un feroz rodillazo en los testículos, que hizo aflojarse y gemir a Brett, siguiendo un puñetazo de su mano derecha que se incrustó en su sien izquierda. Wendell soltó las solapas que sostenía con su mano izquierda y Brett cayó pesadamente al piso. Wendell quedó de pie a su lado con las piernas abiertas, una a cada lado de él y los brazos en jarra a la cintura, listo para proseguir la golpiza.
- No… no, por favor - suplicó Brett llorando - te contaré la verdad.
Wendell se agachó, tomó nuevamente de las solapas, lo levantó y lo tiró sobre un sillón, en donde quedó hundido.
- Yo....yo mandé ese anónimo - confesó entre sollozos - pero no hice más nada.
- Dime la verdad, pedazo de maricón - insistió Wendell propinándole un fuerte trompis que le fracturó la nariz - Tú la mataste a Patty o pagaste a un asesino amigo tuyo para que lo haga ?.
- No...no...yo no tengo nada que ver - gimió Brett mientras chorreaba sangre de sus fosas nasales - Sólo mandé ese anónimo para asustarla.
Wendell había apelado a toda su violencia para llegar a este punto y no sabía como seguir profundizando el interrogatorio. No conocía el metier policial, ni siquiera él era un "violento". Lo ocurrido había sido producto de su bronca reconcentrada y no se arrepentía, ya que Brett se lo merecía. Pero...podía dejar el asunto ahí y creer en la inocencia de su primo ?
- Eso lo definirá más adelante la policía, de acuerdo con sus investigaciones. Si eres culpable, te van a desenmascarar - concluyó Wendell - Por ahora, ésto va para una mierda como vos.
Acto seguido salió del despacho, dejando a Brett totalmente desparramado, gimiendo y sangrando en el sillón. Cerró dando un portazo y se dirigió a los ascensores, bajo la mirada atónita de Claire y otros empleados que se habían quedado paralizados al intuir lo que había ocurrido en el interior del despacho.
Wendell descendió a la planta baja, saludó nuevamente al portero al salir del edificio, encendió un cigarrillo y se dispuso a caminar un rato por la City. Por una parte estaba nervioso, pero por otra sentía la íntima satisfacción de haber hecho algo que tenía pendiente. Mientras caminaba, recordaba las palabras y la actitud cobarde de Brett. No sabía si lo ocurrido sería útil para la pesquisa, pero por lo menos se había sacado un entripado de encima.
(continuará)

martes, 6 de febrero de 2007

CRIMEN DE OCASION - CAP. 10

Miraron la entrada del edificio, no observando a nadie ni ningún movimiento. Después de memorizar el código, se dirigieron a la puerta de entrada. Santrock tipeó la clave, accionó cuidadosamente la llave y la puerta se abrió. Se introdujeron rápidamente en un ascensor y Wendell oprimió el botón del piso 25. En el trayecto Santrock memorizó la segunda clave. Descendieron del ascensor en un palier totalmente oscuro. Permanecieron inmóviles unos segundos aguzando el oído y acostumbrando la vista a la oscuridad. No se observaba nada anormal. Había un silencio absoluto. El corazón de Wendell latía apresuradamente. Por un momento pensó por qué demonios había insistido en venir, pero todo se fué disipando a medida que se familiarizaba con el lugar. Cuando Santrock lo dispuso, se dirigieron lentamente hacia la puerta del departamento, sin hacer el menor ruido. El detective encendió una pequeña linterna y con un haz de luz focalizado iluminó el teclado numérico. Marcó el número memorizado en el ascensor, accionó suavemente la llave y la puerta se abrió. Una vez que ambos entraron, cerró cuidadosamente con llave. El ambiente estaba absolutamente oscuro. Santrock encendió nuevamente su linterna y examinó minuciosamente el living, que estaba totalmente ordenado. Valiosos cuadros colgaban en sus paredes. Sobre la superficie del bahut, se veían hermosos objetos de arte de cuantioso valor. En voz cuchicheada el detective preguntó: - El dormitorio de Patty está en la planta alta ?. Wendell contestó afirmativamente con la cabeza, un poco para no hacer ruido, otro poco porque no podía articular palabra.
Pausadamente Santrock se dirigió hacia la escalera principal, haciendo una seña a Wendell para que lo siga y subieron lentamente a la planta superior. La puerta del dormitorio de Patty estaba abierta y entraron iluminándose con el pequeño haz de luz de la linterna. La cama permanecía deshecha, tal como figuraba en el informe policial. El detective hizo una seña a Wendell para que se quedara al lado de la puerta y se puso a gatear por el suelo, iluminando al ras del piso y pudo observar aún, algunos minúsculos restos de porcelana, que correspondían al jarrón chino hecho añicos. En el ángulo derecho estaban las manchas de sangre. Una pequeña, donde había estado el cuerpo de Patty y otra mayor donde había muerto el desconocido con su cabeza destrozada. - Esto ha sido una carnicería - pensó.
Se dirigió a la puerta que comunicaba con el baño, que se encontraba abierta y penetró en él. No había allí manchas de sangre. En general se encontraba ordenado. Una tohalla arrugada mal colgada del tohallero. La inspeccionó, no encontrando nada llamativo, tampoco manchada de sangre. Siempre gateando regresó al dormitorio, e iluminó debajo de la cama. El haz de luz chocó contra un pequeño objeto que brilló al interceptarlo. Volvió a alumbrarlo y vió algo redondeado y refulgente. Apretando su cuerpo contra el piso, extendió su brazo izquierdo y lo tomó con la punta de los dedos. Lo miró detenidamente. Era un botón dorado, de mediano tamaño y en su superficie tenía grabada una letra P. Lo guardó en su bolsillo y siguió inspeccionando. Terminó con el dormitorio y el baño.
- Basta por aquí - dijo Santrock - Donde puedo encontrar papelería personal ?
- A la derecha del dormitorio, hay un escritorio que habitualmente usaba Patty para sus cosas personales - informó Wendell.
Se dirigieron a la habitación adyacente. Era un pequeño despacho. Su atención se centró en el escritorio estilo Luis XVI, que tenía tres cajones. Los dos laterales estaban abiertos y habían sido prolijamente revisados. El cajón central se encontraba con llave. Santrock introdujo su mano en el bolsillo de su pantalón y extrajo una yuga, merced a la cual la cerradura cedió en segundos. Dentro del cajón encontró dos talonarios de cheques del Chase Manhattan Bank, uno de ellos terminado, pero conservando los talones, el otro a medio usar y una libreta tipo agenda. Los guardó en su bolsillo para revisarlos después con detenimiento.
Satisfecho con el resultado de su visita, el detective juzgó conveniente retirarse. Descendieron las escaleras con la luz apagada, apelando a su ejercitada memoria, y comenzaron a cruzar el living en dirección a la salida. En ese momento una sombra surgida de la nada se abalanzó sobre el detective con agilidad felina y le propinó un golpe tremendo en la sien izquierda con un objeto duro y frío. Santrock cayó mareado al suelo. Cuando Wendell quiso reaccionar, recibió un feroz golpe con el canto de la mano en la garganta que le cortó la respiración. Santrock comenzó a reponerse, pero el atacante con la celeridad de un rayo, le descerrajó una patada en el estómago que lo dejó sin aliento. Sin fuerzas para levantarse solo pudo ver que la sombra llegó a la puerta, la abrió y salió como una exhalación. Quedó tendido unos minutos, tratando de juntar aire. Se tocó la sien izquierda y notó en sus dedos algo húmedo y viscoso. Estaba sangrando. Buscó a su alrededor a Wendell y lo encontró detrás suyo, haciendo un supremo esfuerzo por incorporarse y con una respiración estertorosa. Lo tomó de un brazo y le indicó que permaneciera en el suelo.
- El intruso ya se fué - dijo - trata de reponerte respirando hondo y pausado.
- Ya estoy mejor - contestó Wendell - Pero por cierto que pegaba fuerte.
Santrock se revisó los bolsillos. Aún tenía las chequeras y el botón hallados en el departamento. Se incorporó lentamente, se acercó a la puerta y la abrió. Miró hacia uno y otro lado y no vió a nadie. Regresó en busca de Wendell que ya estaba de pie. Descendieron a la planta baja y salieron del edificio.
- Caminamos un rato ? - invitó Santrock. Wendell aceptó.
El aire fresco de la noche y la llovizna que les daba en la cara los fué reanimando de a poco. Mientras caminaban, repasaron lo sucedido. Recordaron que luego de entrar, Santrock había cerrado la puerta con llave, por lo que dedujeron que aquella persona que entró después que ellos, lo hizo conocedora de los códigos y contando con las llaves. Cuántas llaves estarían en danza ?. Ya no quedaban dudas de la existencia de la tercera persona.

Teddy Gibbons, el ayudante de Santrock, estaba en su oficina. Esperaba a su jefe a quien tenía que comunicarle unas cuantas novedades. Matizando la espera, hojeaba el New York Times, mientras saboreaba una buena taza de café con leche. Alrededor de las ocho y media, escuchó los inconfundibles pasos de Santrock por la vieja escalera.
- Buen día, Teddy - saludó el detective.
- Buen día, Jefe - contestó Gibbons y mirando el apósito que mostraba en su sien izquierda preguntó irónicamente - Con qué chocó ?
- Humm... - gruñó Santrock - Anoche tuve un accidente de trabajo en el departamento de Patty Johnson. Cuéntame qué averiguaste de Stuart Johnson.
- Buen chico este Stuart – dijo Gibbons sarcásticamente - Ha estado casi todos los días con una joven llamada Shaun Clifford, que es su amante.
- La chica con que fue a Buenos Aires - exclamó Santrock con suficiencia, haciendo una fácil deducción.
- No precisamente. - la voz de Teddy sonaba burlona y con un cierto aire de misterio - ésta es otra. Nuestro corresponsal en Buenos Aires me informó que en el registro del Hotel Caesar Park figura una tal Cindy Evans y la descripción obtenida dice que es morocha y de ojos negros, mientras que Shaun es rubia y de ojos azules.
- Humm – gruñó Santrock y reflexionó – Parece que a Stuart le gusta variar.
- No sólo la variedad, sino también la calidad, porque ambas son hermosas - acotó Gibbons y prosiguió - pero en lo que a nosotros nos interesa, le diré que Shaun es amante de Stuart desde hace más de un año, mientras que Cindy, parece haber sido una aventura circunstancial.
- Así que Shaun es una amante con cierta estabilidad - murmuró Santrock pensativo y luego de un silencio continuó - y desde hace un año...humm... La chica tendrá intenciones de casarse ? - preguntó levantando sus cejas.
- No sé, pero la oportunidad se le presenta de primera - razonó Gibbons - flamante viudo...y con plata de la grande...
- En la vida, la oportunidad se puede presentar...- filosofó el detective - pero también se puede buscar, mi querido Teddy.
- Qué quiere insinuar, jefe ? - inquirió intrigado Gibbons.
- Nada...Nada...Humm - masculló Santrock y añadió - Vigila bien a Stuart y Shaun.
- O.K., jefe - asintió Teddy.
- Por otra parte, mira - dijo Santrock mostrando un pequeño objeto a Teddy - lo encontré en el dormitorio de Patty.
- Un botón ! Poca cosa para tamaño apósito ! - dijo burlonamente Gibbons.
- Te parece poca cosa ? - inquirió Santrock con un dejo de ironía - Puede ser la pista que nos conduzca al asesino.
- A ver...a ver...- se interesó Teddy - Un botón dorado, con la característica "P" de la marca Pierre Cardin. Por su tamaño presumiblemente de un saco.
- Ajá - asintió Santrock - P i e r r e C a r d i n - repitió pausadamente
- Sí. Generalmente, los sacos azules o negros de la marca Pierre Cardin, vienen de fábrica con esos botones con la "P" grabada - dijo Teddy con naturalidad.
- Es una pista - aceptó Santrock – y no despreciable por cierto. Entonces … la persona que anoche me golpeó y que tiene llave del departamento, podría haber ido a buscar este botón - continuó razonando Santrock.
- Es posible...
- Bien… sigamos adelante – dijo Santrock – Por otra parte, necesito que sea vigilado también el joven Brett Taylor, así que dile a tu hermano Bill que se encargue de ello. Dale todos los datos y que se pegue a él como una estampilla, de día y de noche. O:K ?
- O.K. jefe - obedeció Teddy – ya mismo lo llamo.
Mientras Teddy hablaba con su hermano Bill, trasmitiéndole la orden de su jefe y dándole las instrucciones del caso, Santrock contemplaba el botón en su mano, acariciándolo como si fuera un mágico talismán.
El teléfono celular del detective sonó en ese momento
- Hola - atendió el detective.
- Hola Santrock… Habla Sam - dijo una voz pastosa del otro lado de la línea.
- Hola Sam - dijo Santrock reconociéndolo - Escucho...
- Desde el martes a la noche, ha desaparecido un hombre que puede ser el que usted busca - informó Sam y añadió - dejó todas sus cosas, que no son muchas, en la habitación que ocupaba en el hotel Rex.
- Hotel Rex - repitió Santrock - dame la dirección.
Sam se la dijo y el detective la anotó prolijamente en su agenda.
- Gracias, Sam. Luego paso para darte lo que te dije - prometió Santrock refiriéndose a la gratificación.
- O.K. viejo - asintió Sam con satisfacción y cortó.
- Teddy, estamos en carrera ! - dijo Santrock con entusiasmo.
Salieron a la calle. Santrock tomó un taxi y se dirigió al hotel que Sam le había indicado. Era un hotelucho de baja categoría, situado en el Bronx, no recomendable para gente normal. Estaba ansioso por ver si existía conexión entre este "desaparecido" y el desconocido del caso Johnson, cosa que podía o no tener relación, porque en esta ciudad, no era infrecuente que desaparezca una persona. Por otra parte, la coincidencia de las fechas era un factor que jugaba a favor.
El taxi estacionó en la puerta del hotel, que más bien era un aguantadero. Realmente una pocilga sucia y semiderruída. Entró y se dirigió hacia un mostrador que había a la derecha, frente a una especie de nicho que pretendía ser una conserjería. Una mujer entrada en años, de color, con gruesos lentes estaba trabajosamente haciendo unas anotaciones en un libro. Interrumpió su trabajo, cuando Santrock le habló:
- Me han informado que un pasajero del hotel ha dejado sus ropas y no ha regresado desde el martes a la noche.
- Es verdad - dijo la mujer con voz gruesa que denotaba un acento centroamericano y cierta desconfianza.
- Tiene usted anotado sus datos personales ? - preguntó Santrock.
- Es usted de la policía ? - contestó la mujer con otra pregunta.
- De ninguna manera - aclaró Santrock rápidamente, conocedor que a esta gente no le gustaba mucho tener tratos con la policía y mostrándose amable - Ocurre que una persona conocida ha desaparecido y pienso que puede ser la misma que se alojó aquí. Le agradecería - dijo, marcando esta palabra y sacando de su bolsillo un billete de veinte dólares que hizo juguetear en su mano - si me puede dar los datos de esta persona... y si fuera posible - agregó al ver ojos de codicia en la mujer - ver si entre sus cosas no dejó algún documento que tenga una foto para reconocerlo.
- Es posible - aceptó la mujer - pero no es lo permitido...
Ante la clara insinuación que denotaban sus palabras, el detective sacó otros veinte dólares de su bolsillo. La mujer continuó: - De todas formas, no le vamos a negar este favor. Pase por aquí - y tomando el libro que estaba escribiendo, se internó por un oscuro y mugriento pasillo.
(continuará)

lunes, 5 de febrero de 2007

CRINEN DE OCASION - CAP. 9

Wendell descendió de un taxi en la esquina de la cafetería había sido citado. La tarde se había nublado y amenazaba con llover, cosa bastante frecuente para la estación. Caminó hasta la puerta del bar frente a Homicidios y penetró en él. El ambiente estaba lleno de humo de cigarrillo, ruido infernal de tazas, platos y bandejas, voces destempladas resonando en el salón y frecuentes risotadas.
Buscó una mesa con ventana a la calle y allí se sentó a esperar, consultando a cada momento su reloj. Pidió un café y encendió un cigarrillo.
Eran las ocho y cinco, cuando vió la corpulenta silueta de Santrock cruzar la calle e ingresar a la cafetería. Wendell estaba a la vista.
- Hola Wendell - saludó Santrock con una sonrisa.
- Qué tal ? - contestó Wendell y agregó ansiosamente - Cómo andan las cosas ?
- Viento en popa - comentó el detective, sentándose a la mesa y pidiendo un café - Hay algunas novedades, -prosiguió Santrock - No todo es tan simple como lo considera el tarado de Parnell.
- Me parecía que tomaban las cosas con demasiada ligereza - asintió Wendell.
- Así es - asintió el detective - en estos casos el esclarecimiento no es una cosa sencilla. Todos son sospechosos hasta que se demuestre lo contrario. Por una parte, mi ayudante Teddy está siguiendo a Stuart de día y de noche. Debemos saber cómo se mueve y en qué ambientes.
- Seguramente en ambientes femeninos - supuso Wendell.
- Bueno... no hay que anticiparse - dijo Santrock.
- Dejemos entonces a Stuart y cuénteme las novedades - pidió Wendell ansioso.
- Abre bien las orejas, que te paso a contar - dijo el detective a Wendell, que se lo tragaba con la mirada - Estuve conversando con los Mac Taylor, bastante antipáticos por cierto, sobre todo el menor, que no disimuló para nada su satisfacción por lo sucedido, el muy hijo de puta. Además, reconoció haber mantenido una discusión con Patty en forma personal, epilogando la misma en una velada amenaza, a la cual no puede darse por sí sola demasiada trascendencia, salvo que aparezcan otros elementos que lo comprometan.
Santrock hizo una pausa, mientras tomaba un sorbo de café.
- Lamentablemente - acotó Wendell - no me enteré de esa famosa amenaza a tiempo, porque ese maldito Brett se las hubiera tenido que ver conmigo. A propósito, hay otro detalle del cual me enteré anoche. Patty había recibido un anónimo amenazador, al cual ella no había atribuído trascendencia, ya que pensaba que eran fantasías de Brett con el propósito de intimidarla.
- Ajá....- Santrock se tomó tiempo para meditar y luego preguntó - Dónde se podrá encontrar ese anónimo ?
- No sé - dudó Wendell - tal vez lo tiró, o tal vez esté en el departamento.
- Bueno...- siguió pensando Santrock - ya volveremos sobre el tema, pero no es una cosa que haya que despreciar.
- En otro orden de cosas, estuve en la Contaduría de la Empresa y he visto el movimiento de la cuenta de Patty - continuó Santrock - Llama mucho la atención los retiros que ha hecho. Tiene un saldo en rojo de alrededor de cuatrocientos mil dólares, producido en los últimos tres meses.
- Sabía que había hecho retiros, pero no tanto - acotó Wendell sorprendido - Tal vez su marido, como si no le alcanzara su sueldo, le habrá estado birlando dinero para negocios propios.
- No sabría decirte si es así - murmuró el detective - En relación con éso, necesito saber en qué Bancos tiene Patty sus cuentas y el estado de ellas, además de los cheques emitidos, a nombre de qué personas y retiros efectuados. Es posible que me lo averigues ?
- Si, aunque de las cuentas que tenga en conjunto con Stuart, éste ya habrá retirado fondos. Pero de todas formas yo me encargaré de ello -aseguró Wendell.
- Bajo otro aspecto, en Homicidios pude ver todo lo actuado - prosiguió el detective - Te diré que el hombre encontrado en el departamento de Patty no creo que sea el asesino, y si lo fué, una tercera persona lo mató a él. Lo que me llama la atención es el papel que tenía el desconocido, en el cual tenía anotada las claves de ingreso y una fecha: MARTES 11… No podía entrar otro día ?
Wendell abrió sus ojos desmesuradamente y quedó sin articular palabra. El no había reparado en la importancia del papel. Santrock lo tenía de sorpresa en sorpresa. Realmente estaba desconcertado.
- Pero...cómo puede ser que cualquiera pueda entrar en un edificio de máxima seguridad ? - balbuceó Wendell.
- Eso todavía no te lo puedo contestar, pero pronto tendré información - repuso Santrock - Lo concreto es que la bala que mató a Patty, fué disparada desde una altura tal, que demuestra que la persona que lo hizo se encontraba de pié. Con las heridas que tenía el desconocido, no podía haber estado de otro modo que tendido en el suelo, salvo que le haya disparado antes de recibir esos tremendos golpes. Pero como las heridas que presenta Patty son tan importantes que se considera que su muerte fué instantánea, entonces es absolutamente improbable que ella haya podido golpear con tanta fuerza al desconocido. Dime entonces ... quién golpeó al desconocido ?
Wendell no salía de su asombro. Ese torbellino de información lo había mareado. Aún así pudo hilvanar un razonamiento y murmuró: - Entonces existiría una tercera persona.
- Efectivamente - asintió Santrock - No cierra el cuadro sin alguien más.
Interrumpió momentáneamente su informe, para tomar el resto de café que ya estaba frío. Wendell buscaba mentalmente una identidad para esa tercera persona, pero era inútil.
- Estuve con el representante de SAFETY GATEKEEPER - siguió Santrock.
- Qué es eso ? - interrumpió Wendell extrañado.
- La marca de la cerradura con sistema computarizado de seguridad que tienen, tanto la puerta del edificio como la del departamento. - explicó - La cerradura tiene una memoria que registra la hora cada vez que se abre la puerta desde el exterior. Fuimos al departamento y el técnico que me acompañó verificó que la noche del hecho, la puerta fué abierta en tres oportunidades; a las 0,45 , a la 1.10 y a las 2.55 de la mañana. Considerando que la primera la hizo Patty cuando regresó, y otra el desconocido me pregunto: Quién realizó la tercera apertura de la puerta ?
- Y en quién piensa usted ? - preguntó Wendell, luego de unos segundos.
- Ni idea. Eso es lo que tenemos que averiguar - masculló el detective, continuando - He tendido las redes para tratar de identificar al desconocido. Hizo una pausa y llamando al mozo, pidió una hamburguesa y una gaseosa. Wendell se adhirió al pedido.
- Perdona, pero me estoy muriendo de hambre - dijo - y esta noche debo seguir con cosas que no pueden esperar. Han levantado en el día de hoy la vigilancia del departamento, pero todavía sigue clausurado. Conseguí los códigos y las llaves y tengo decidido hacer una visita - explicó - Es clave en una pesquisa realizar una revisación detenida y meticulosa del lugar del hecho. Es probable que pueda aportar alguna pista que se le pueda haber escabullido a la policía.
- Su ayudante está ocupado, no quiere que lo acompañe ? - se ofreció Wendell.
- Tu presencia sería de utilidad, ya que tú sabes donde guardaba Patty sus chequeras, pero tenemos que entrar clandestinamente - advirtió Santrock - porque esto no es oficial.
- No importa, si le puedo representar alguna ayuda – insistió Wendell.
- No me gustaría que te arriesgues - se resistió Santrock.
- No creo que pueda haber riesgos, ya que salvo el ingreso sin permiso, no puede pasar nada - dijo Wendell, deseoso de participar.
- Bueno, - admitió el detective sonriendo - Te voy a aceptar de acompañante. Te felicito por tu valentía.
- Por favor, el que tiene que agradecer soy yo - dijo orgullosamente Wendell.
- Por otra parte - siguió diciendo Santrock - te voy a dar otra tarea que es de trascendental
importancia y que a mi me resulta imposible de realizar.
- Con mucho gusto - aceptó Wendell y preguntó - De qué se trata ?
- El informe policial dice que momentos antes de su muerte, Patty tuvo relaciones sexuales y se estima que no fue una violación - señaló Santrock.
Si bien ésto representaba un duro impacto cada vez que se mencionaba, Wendell asimiló la conmoción lo mejor posible y tratando de no inmutarse escuchó atentamente mientras el detective continuaba:
- He conseguido, por supuesto en forma clandestina, una muestra del semen que se encontraba en la vagina y otra del testículo del desconocido. Quisiera hacer el análisis de estas muestras en un lugar altamente especializado, de tal manera que su resultado sea totalmente inobjetable. Ese lugar es el laboratorio de la Oficina Criminal Federal en Wiesbaden (Alemania), pero para que lo hagan, tendrás que encontrar alguna conexión de alto nivel. Será posible ?
- Pienso que no habrá problemas. En nuestra filial de Alemania, el gerente tiene relaciones en las más altas esferas y estoy seguro que solucionará todo - dijo Wendell con certeza.
- Bien - asintió conforme Santrock - Allí se deberá hacer el estudio genético de ambas muestras para obtener el perfil genético de cada una y determinar si ambas se corresponden.
En ese momento llegó el mozo, trayendo las dos suculentas hamburguesas y las gaseosas que habían solicitado. Santrock tomó una de ellas y hambriento como estaba, le aplicó un mordiscón considerable. Wendell pensaba en las muestras de las que le había hablado el detective y sintió como si se le cerrara el estómago. Para colmo Santrock sacó dos pequeños frasquitos de un sobre de papel madera y con la boca llena le dijo:
- Aqui tienes, estas son las muestras - entregándoselos.
Wendell no tuvo más remedio que recibirlos, mientras percibía que se le revolvía el estómago y el olor de la hamburguesa le resultaba nauseabundo.
- Es imprescindible que el estudio se envíe a Wiesbaden - prosiguió Santrock sin darse cuenta de lo sucedido y aplicado a saborear su comida – porque es un un lugar superconfiable y además lo harán a la brevedad.
- De acuerdo - dijo Wendell tratando de reponerse - Lo mandaré de inmediato.
- Muy bien - aprobó Santrock - Por último, en el gimnasio del edificio se ha efectuado una inversión considerable. Tienes idea en qué proporción participó Patty y con qué beneficios ?
- No sé - dijo Wendell y prometió - Trataré de averiguarlo.
- Bueno, nada más por ahora - dijo Santrock - Cuando tengas novedades me lo comunicas. Qué te parece si esta noche a eso de las 2 de la mañana, hacemos la visita del departamento ?
- De acuerdo - contestó Wendell.
- Pasa a buscarme por el Union Square Coffe, en Broadway y 14th.St. media hora antes. O.K.?
- O.K. - aceptó Wendell mientras pagaba la cuenta.
Se levantaron y se dirigieron a la puerta. Había comenzado a llover cuando salieron a la calle. Se despidieron alejándose en distintas direcciones. Santrock pasó frente a la ventana donde habían estado sentados y observó con extrañeza que la hamburguesa de Wendell había quedado intacta sobre la mesa.
Santrock se fue a su casa a descansar, pero su mente seguía trabajando. Sabía que identificar al desconocido era uno de los puntos claves de la investigación, y para ello había activado su red de vinculaciones con el mundo del hampa. Era menester saber el móvil que había llevado a este hombre al departamento de Patty, más allá de pensar que era improbable que fuera el asesino. Descartaba el robo, porque era evidente que el desconocido penetró en el departamento, y sin hurgar nada, se dirigió al dormitorio donde estaba Patty, escaleras arriba, lo que hacía pensar que la buscaba a ella. Si hubiera ido con intención de robar, en el living tenía a su disposición objetos valiosos. Pero no tomó nada de allí. Claramente había ido en busca de Patty.
Wendell tampoco se había quedado quieto. Fue a las oficinas de la Empresa, Subió hasta el piso 17 y una vez en su despacho telefoneó a la Oficina de Informes del Aeropuerto, donde le informaron que el primer vuelo para Frankfurt era el de Lufthansa y salía a las 0,25. En la oficina de Lufthansa, la mano de Dios le hizo hallar a un amigo que le solucionó el problema del envío de las muestras. Iban a ser llevadas en mano por un auxiliar de a bordo.
Luego se comunicó con el gerente de la firma en Alemania, pìdiéndole que vaya al aeropuerto a recibir el vuelo 6855 de Lufthansa procedente de New York. Debía esperar al personal del vuelo en oficinas de Lufthansa y entrevistar al Sr. Ruttendorf, auxiliar de a bordo, que llevaba el paquete. Establecer el contacto a alto nivel con la Oficina Criminal Federal en Wiesbaden, y entregar alli las muestras personalmente y a la brevedad.
De allí partió hacia el Aeropuerto, donde en oficinas de Lufthansa entregó las muestras para análisis que había acondicionado convenientemente.
Cuando miró su reloj, se dió cuenta que poco tiempo le quedaba para su cita con Santrock. Entre tantos trámites los minutos y las horas habían volado.
De allí mismo se dirigió al lugar de encuentro con Santrock. Caía una lluvia fina y persistente. Cuando llegó al café, Santrock lo estaba esperando en la puerta. Se saludaron e inmediatamente echaron a andar por Park Ave., a la espera de ver un taxi libre. Una vez que lo tomaron, indicaron al chófer que los dejara tres cuadras antes del destino final. Caminaron a paso vivo la distancia que faltaba por una calle absolutamente desierta. La hora avanzada más la lluvia, habían ahuyentado a todo transeúnte, circunstancia que indudablemente favorecía los planes de Santrock.
(continuará)

jueves, 1 de febrero de 2007

CRIMEN DE OCASION - CAP. 8

Charly era un viejo camarada, aunque no tenía la inteligencia y perspicacia necesaria para progresar. Estaba agradecido eternamente a Santrock porque una vez, acosado económicamente por tener una hija enferma, se había visto involucrado en un caso de soborno. Estuvo a punto de perder su carrera, siendo salvado por su amigo, entonces Jefe de la División Homicidios.
- Hola - saludó Santrock a Charly que lo esperaba en la entrada.
- Hola - contestó Charly - el jefe se fué hace cinco minutos.
- Qué lástima - dijo irónicamente Santrock - seguramente le hubiera gustado saludarme.
- Sígueme - ordenó Charly llevándolo a una dependencia interior con grandes estanterías repletas de voluminosas carpetas y tomando una de ellas le dijo:
- Aquí tienes todo lo relativo al caso Johnson. Pónte cómodo.
Santrock tomó la carpeta que le mostraba, se sentó ante un largo pupitre de madera y la leyó rápidamente. En pocos minutos ya estaba al tanto de las actuaciones policiales.
- Bien - musitó - tal como suponía. Quitaron la guardia del departamento ?.
- Desde ésta mañana, pero sigue clausurado - respondió Charly.
- Quiero hacer esta noche una inspección del lugar y necesito por un momento las llaves - dijo Santrock, mientras tomaba nota de los códigos de las puertas de entrada.
- Humm... es comprometido. Si quieres podemos llevarlas cuando vamos a almorzar y mientras les haces sacar una copia..., pero a mi regreso las pongo en su lugar - propuso Charly.
- O.K.. - asintió Santrock - Otra cosa, necesito ver el cadáver de N.N., hablar con el forense y con Laboratorio. - pidió el detective con su cerebro trabajando a mil.
- Te acompaño - se ofreció Charly.
- No te molestes, conozco el camino - señaló Santrock, que conocía todos los pasillos internos y distintas dependencias como la palma de su mano y propuso - Espérame aquí. En unos veinte minutos estaré de regreso. Ya será tu hora de salir a comer y aprovecho para invitarte.
- Será un placer - sonrió Charly complacido.
Santrock se adentró por ese laberinto de pasillos y fué a todas las secciones que le interesaban. Encontró en todas ellas amigos que lo recibían con muestras de cariño y que le facilitaban el acceso a los datos que requería.
Treinta minutos demoró en todo su recorrido y a su regreso portaba un abultado sobre, asegurado con varias vueltas de cinta adhesiva. Charly lo esperaba y salieron hablando animadamente y pasaron por una cerrajeria para hacer las copias de las llaves. Luego, con paso presuroso fueron a un viejo restaurant, Curly's, frecuentado durante años por Santrock cuando trabajaba en Homicidios. El lugar no era del todo fino, pero allí se comía asombrosamente bien y el "viejo" era siempre recibido con honores. El ambiente era tan bullicioso que había que hablar a los gritos. Tomaron asiento en una mesa del fondo y Santrock haiendo una seña dijo:
- Hey, Paolo, comida de la mejor para dos hambrientos - urgió a todo pulmón - llamando al dueño de Curly´s, un hombre obeso y paradójicamente pelado, de unos 60 años, que atendía las mesas con un largo delantal que alguna vez había sido blanco y una camisa de mangas cortas.
- Viejo !! - exclamó y corrió a abrazarlo – tanto tiempo sin verte…!!!.
- Basta de saludos - bramó Santrock - Dile a Marietta, que active la cocina y nos mande esas Lasagnas rellenas Italian Style, que aquí están Charly y el Viejo.
- Y una botella de Chianti - agregó Charly ante el olvido de su amigo.
- Me permites un momento - dijo Santrock a su acompañante. Voy a hacer una llamada.
Santrock se levantó y fué hasta el teléfono que estaba en el pupitre del adicionista. Discó el número de Wendell.
- Hola - contestó el propio Wendell.
- Hola, habla Santrock - dijo el detective - Tengo unas novedades que comunicarte - comunicó Santrock - Véme en el café que está enfrente a Homicidios a las ocho y cuarto, puede ser ?
- De acuerdo, alli estaré – dijo Wendell ansioso.
Regresó a su mesa y se dispuso a gratificarse desde el punto de vista gastronómico. Conversó largo y tendido con su viejo y querido amigo y a las tres y media de la tarde abandonaron el lugar. Fueron a retirar las copias de las llaves, las cuales dieron algo de trabajo porque eran de cerraduras computadas.
Santrock llamó un taxi y se dirigió hacia el departamento de Patty. Indicó al conductor que estacione unos metros antes y en la vereda de enfrente y allí descendió. Por unos cuantos minutos se quedó contemplando el imponente edificio elevando su vista hasta el último piso, examinando detenidamente cada una de las plantas. Observó que el acceso a los departamentos desde el lado externo era tarea posible sólo para un hombre araña. Decididamente la única entrada era por la puerta. Cruzó lentamente la calle y se dirigió hacia la pesada puerta del edificio, que se encontraba cerrada. A la derecha de la misma, empotrada en la pared, una caja que contenía el dispositivo del portero eléctrónico y un teclado numérico. En la parte inferior del frente de chapa, estaba grabada la marca del aparato, SAFETY GATEKEEPER. Extrajo su agenda y la anotó. Oprimió el timbre de Portería y pocos instantes después apareció un hombre, al que identificó sin dudar, por la descripción que Wendell le había hecho de Juan.
- Qué desea, señor - preguntó Juan sin abrir con su típico acento hispano.
- Necesito hablar con Steven Carlsson - respondió el detective añadiendo - Vengo por encargo del Sr. Wendell Bryant.
Juan abrió la puerta para darle paso.
- Pues pase - dijo cordialmente - El Sr. Carlsson se encuentra en el gimnasio.
- Muy amable - agradeció Santrock y preguntó - Por curiosidad, cuando usted abre la puerta, no debe accionar la clave ?
- Pues, no. Sólo se hace cuando se ingresa desde afuera - explicó Juan con suficiencia.
- Qué interesante - exclamó Santrock y agregó - Hace tiempo que tengo ganas de colocar algo así en mi departamento, pero no sé dónde comprarla.
- Pues yo tengo la dirección del representante. Si usted desea...- se ofreció Juan, quien mordió el anzuelo más rápido de lo que el detective esperaba.
- Me haría un gran favor - agradeció humildemente Santrock.
- Espéreme un momento, que enseguida se la traigo - dijo el portero yendo hacia la puerta posterior del hall.
Santrock, quien aprovechó para echar un vistazo al hall de entrada. De la puerta de entrada a los ascensores había muy poca distancia. El desarrollo del amplio ambiente, era hacia su lado derecho, donde se encontraban los sillones. El espacio ocupado por los ascensores ocultaba parcialmente este lugar, por lo que dedujo que si alguien ingresaba al edificio, una persona que esté en el fondo, la podía ver durante pocos segundos, pues después quedaba oculta tras los ascensores. Juan regresó con un papel con la dirección que Santrock necesitaba.
- Muchas gracias - dijo el detective y preguntó - Dónde está el gimnasio ?
- En el piso número cuarenta. - indicó el portero, abriéndole la puerta de un ascensor high speed.
- Hasta luego - saludó Santrock y se fué al piso indicado.
Cuando salió del ascensor se encontró en un hall de distribución que estaba amueblado con dos pequeños silloncitos. Varias puertas, todas abiertas permitían tener una visión de lo que era ese piso de deportes. Había un pequeño gabinete a la izquierda y al centro una gran puerta de blindex mostraba el amplio gimnasio, que constaba de dos partes. La primera, libre, donde se dictaban las clases y la otra, más atrás, donde estaban instalados los aparatos, frente a un gran ventanal corrido que mostraba una bella vista panorámica del río Hudson. Un tabique de Blindex térmico separaba el gimnasio del natatorio, que tenía unos 25 metros de largo. La humedad que se observaba en el tabique del lado de la piscina, indicaba que era climatizada. Todo el último piso estaba destinado para gimnasio y natatorio, con modernos vestuarios, duchas, salas de masajes y una simpática cafetería. Por un pasillo hacia atrás se iba, segun los carteles al sauna, baño finlandés y sala de relax. A la derecha, una puerta abierta mostraba una oficina donde se encontraba una esbelta joven, de largo pelo rubio lacio, con moderna vestimenta deportiva adherida al cuerpo y una tarjeta de identificación en el pecho, donde se leía: "Jill". Santrock entró y le preguntó: - Podría ver al Profesor Steven Carlsson ?
- Un momento, por favor. Tome asiento - contestó y oprimiendo un botón del intercomunicador llamó - Steven, lo buscan en la oficina.
Desde su ubicación y a través de la otra puerta de blindex, Santrock observaba la actividad de un conjunto de muchachas que se esforzaban cumpliendo los ejercicios en los aparatos. Cuatro mujeres no tan jóvenes, pedaleaban en un rincón de la derecha en sus bicicletas ergométricas y otra trotaba elásticamente en un treadmill. Un joven de físico atlético, vestido con un slip fucsia y una camiseta tipo musculosa al tono, apareció desde el sector del natatorio y se dirigió hacia la oficina. Era un hombre de unos treinta y dos años, cerca de 1,90 de estatura, bien parecido, rubio, de tez blanca, pero sumamente bronceado. Sus rasgos faciales y especialmente sus ojos azules mostraban cierta reminiscencia escandinava, lo cual coincidía con su apellido.
- Que desea señor ? – preguntó Steven directamente a Santrock.
- Necesito hablar una palabra con usted, en privado - se anticipó a decir el detective.
- Bien - convino Steven, y con un ademán lo invitó a pasar a su despacho - Siéntese - dijo, y él se sentó a medias sobre el escritorio, en actitud de apurar el trámite.
- Lo he venido a ver en relación con el crimen de la Sra. Patty Johnson - dijo Santrock - Tal vez estará enterado.
- Sí...sí, claro - respondió Steven sorprendido - En qué puedo serle útil ?
- Estoy a cargo de la investigación por pedido de la familia y tengo entendido....
- Perdón, pero, usted es de la policía ?... - preguntó Steven interrumpiendo bruscamente al detective - Le pregunto porque... se rumoreaba que ya ha sido totalmente esclarecido. - afirmó.
- No, yo no soy de la policía - aclaró visiblemente molesto el detective - Le repito que yo estoy a cargo de la investigación en forma privada, por pedido del Sr. Bryant, hermano de la víctima. Recién hoy he iniciado mi tarea y me encuentro abocado a la recopilación de los elementos que ratifiquen o no la opinión oficial.
- Y bien, qué necesita de mí ? - preguntó Steven, poniéndose a disposición del detective, pero demostrando cierta molestia.
- En principio, tengo entendido que la Sra. Johnson - recomenzó Santrock por tercera vez y marcando las palabras - venía habitualmente al gimnasio. Usted solía tener trato con ella ?
- Sí, ella tomaba clases de gimnasia conmigo, pero además hacía aparatos y natación, pero individualmente - dijo Steven mostrándose más proclive al diálogo.
- Cuántas veces a la semana y cuanto tiempo le destinaba al gimnasio ? - inquirió Santrock.
- Venía diariamente al finalizar sus actividades, y generalmente estaba un par de horas, salvo los fines de semana, en que solía pasar toda la tarde. Solo faltaba cuando sus reuniones de negocios la mantenían muy ocupada, pero eso no sucedía muy a menudo - explicó Steven.
- Venía sola o acompañada ? - preguntó Santrock.
- Siempre sola - respondió Steven - No sé si usted sabrá que se encontraba sujeta a abundantes situaciones de stress y tomaba la actividad en el gimnasio como relax físico y mental.
- Había hablado con usted alguna vez de los motivos de sus tensiones ? - indagó Santrock mirando fijamente al profesor.
- No... O mejor dicho no... específicamente - balbució Steven.
- Pero... ella le había dicho que sufría muchas tensiones ? – profundizó.
- Sí..., alguna vez... sí - reconoció Steven.
- Y de que índole eran sus problemas - preguntó el detective levantándose de su silla, parándose de espaldas al profesor, delante del vidrio, simulando mirar los grupos de jóvenes que trabajaban en el gimnasio, pero usando el vidrio como espejo para ver la reacción de Steven.
- Problemas relacionados con su Empresa - se apresuró a contestar Steven - denotando cierto estado nervioso.
- Alguna vez refirió haber recibido algún tipo de amenaza ? - inquirió con voz baja el detective.
- No... nunca, - contestó Steven con cierto asombro.
- Todas estas muchachas son del edificio, o vienen también de afuera ? - preguntó Santrock cambiando abruptamente de tema.
- El gimnasio acepta también gente que no viva en el edificio, pero solo aquellos que vengan invitados - dijo Steven claramente más calmo.
- Siempre se permitió ésto ? - siguió preguntando Santrock.
- Al principio no se permitía, pero desde hace aproximadamente un año sí - contestó Steven.
- Cómo es que se aceptó gente de afuera ? - inquirió el detective.
- Aquí se realizó una inversión importante en aparatos, que no resultaba rentable si no se aumentaba la cantidad de concurrentes - aclaró Steven, decidiéndose a explicar - y justamente fué la Sra. Johnson quien consiguió la autorización del consorcio para que vinieran otros grupos.
- Cómo hacía para ingresar la gente de afuera, preservando las medidas de seguridad del edificio ? - preguntó Santrock.
- Lo hacen en horarios en los cuales está el portero y él les abre la puerta. - contestó Steven.
- La Sra. Johnson aportó algún dinero para facilitar esta inversión ? - preguntó Santrock, cambiando el ángulo del interrogatorio, casi seguro de la respuesta.
- Sí - dijo secamente Steven.
- Bien, Sr Carlsson - dijo Santrock yendo hacia la puerta - No lo molesto más, muchas gracias. Si llega a recordar algo relativo a ésto, no vacile en llamarme - concluyó dándole su tarjeta.
- Con mucho gusto - murmuró Steven.
Santrock tomó un ascensor, que justo en ese momento llegaba trayendo un grupo de seis chicos y chicas adolescentes que venían al gimnasio y oprimió el botón para descender. Cuando llegó a la planta baja, se encontró nuevamente con Juan.
- Qué hermoso gimnasio que tienen en el edificio !! – dijo Santrock.
- Pues realmente es fantástico - dijo entusiasmado el portero - Vió cuántos aparatos modernos tiene ?
- Realmente muy bien montado – asintió el detective.
Aprovechando el buen humor y la locuacidad del portero, el detective comentó: - Tanta muchachada que viene, supongo que representará un buen ingreso para el consorcio, no ?
Esto solo fué suficiente para tirarle la lengua.
- Para el consorcio ? Pues nada. Para el Profesor Carlsson, dirá usted - picó rápidamente Juan y agregó no sin un dejo de envidia - El tiene para sí la explotación del gimnasio. Ese muchacho se sacó la lotería en este edificio !
- Pero habrá tenido que invertir mucho dinero ! - comentó con aire ingenuo el detective.
- Tal vez sí !...Tal vez no ! - contestó Juan haciéndose el enigmático.
- Pues entonces - dijo Santrock - que le aproveche. Buenas tardes y gracias - saludó y se alejó con paso rápido.
Miró su reloj, que marcaba las cinco de la tarde. A las ocho y cuarto tenía que encontrarse con Wendell. Miró su reloj, calculó el tiempo y pensó: - Aprovecharé el tiempo hasta las ocho. Haré una visita que puede resultar muy trascendente, si no me falla el pálpito. Son rió al pensarlo.
Se detuvo en la esquina, miró para los cuatro costados, tratando de localizar un taxi. Era una hora pico y todos los taxis iban ocupados. Tuvo que esperar varios minutos hasta que consiguió uno vacío.
(continuará)