martes, 6 de febrero de 2007

CRIMEN DE OCASION - CAP. 10

Miraron la entrada del edificio, no observando a nadie ni ningún movimiento. Después de memorizar el código, se dirigieron a la puerta de entrada. Santrock tipeó la clave, accionó cuidadosamente la llave y la puerta se abrió. Se introdujeron rápidamente en un ascensor y Wendell oprimió el botón del piso 25. En el trayecto Santrock memorizó la segunda clave. Descendieron del ascensor en un palier totalmente oscuro. Permanecieron inmóviles unos segundos aguzando el oído y acostumbrando la vista a la oscuridad. No se observaba nada anormal. Había un silencio absoluto. El corazón de Wendell latía apresuradamente. Por un momento pensó por qué demonios había insistido en venir, pero todo se fué disipando a medida que se familiarizaba con el lugar. Cuando Santrock lo dispuso, se dirigieron lentamente hacia la puerta del departamento, sin hacer el menor ruido. El detective encendió una pequeña linterna y con un haz de luz focalizado iluminó el teclado numérico. Marcó el número memorizado en el ascensor, accionó suavemente la llave y la puerta se abrió. Una vez que ambos entraron, cerró cuidadosamente con llave. El ambiente estaba absolutamente oscuro. Santrock encendió nuevamente su linterna y examinó minuciosamente el living, que estaba totalmente ordenado. Valiosos cuadros colgaban en sus paredes. Sobre la superficie del bahut, se veían hermosos objetos de arte de cuantioso valor. En voz cuchicheada el detective preguntó: - El dormitorio de Patty está en la planta alta ?. Wendell contestó afirmativamente con la cabeza, un poco para no hacer ruido, otro poco porque no podía articular palabra.
Pausadamente Santrock se dirigió hacia la escalera principal, haciendo una seña a Wendell para que lo siga y subieron lentamente a la planta superior. La puerta del dormitorio de Patty estaba abierta y entraron iluminándose con el pequeño haz de luz de la linterna. La cama permanecía deshecha, tal como figuraba en el informe policial. El detective hizo una seña a Wendell para que se quedara al lado de la puerta y se puso a gatear por el suelo, iluminando al ras del piso y pudo observar aún, algunos minúsculos restos de porcelana, que correspondían al jarrón chino hecho añicos. En el ángulo derecho estaban las manchas de sangre. Una pequeña, donde había estado el cuerpo de Patty y otra mayor donde había muerto el desconocido con su cabeza destrozada. - Esto ha sido una carnicería - pensó.
Se dirigió a la puerta que comunicaba con el baño, que se encontraba abierta y penetró en él. No había allí manchas de sangre. En general se encontraba ordenado. Una tohalla arrugada mal colgada del tohallero. La inspeccionó, no encontrando nada llamativo, tampoco manchada de sangre. Siempre gateando regresó al dormitorio, e iluminó debajo de la cama. El haz de luz chocó contra un pequeño objeto que brilló al interceptarlo. Volvió a alumbrarlo y vió algo redondeado y refulgente. Apretando su cuerpo contra el piso, extendió su brazo izquierdo y lo tomó con la punta de los dedos. Lo miró detenidamente. Era un botón dorado, de mediano tamaño y en su superficie tenía grabada una letra P. Lo guardó en su bolsillo y siguió inspeccionando. Terminó con el dormitorio y el baño.
- Basta por aquí - dijo Santrock - Donde puedo encontrar papelería personal ?
- A la derecha del dormitorio, hay un escritorio que habitualmente usaba Patty para sus cosas personales - informó Wendell.
Se dirigieron a la habitación adyacente. Era un pequeño despacho. Su atención se centró en el escritorio estilo Luis XVI, que tenía tres cajones. Los dos laterales estaban abiertos y habían sido prolijamente revisados. El cajón central se encontraba con llave. Santrock introdujo su mano en el bolsillo de su pantalón y extrajo una yuga, merced a la cual la cerradura cedió en segundos. Dentro del cajón encontró dos talonarios de cheques del Chase Manhattan Bank, uno de ellos terminado, pero conservando los talones, el otro a medio usar y una libreta tipo agenda. Los guardó en su bolsillo para revisarlos después con detenimiento.
Satisfecho con el resultado de su visita, el detective juzgó conveniente retirarse. Descendieron las escaleras con la luz apagada, apelando a su ejercitada memoria, y comenzaron a cruzar el living en dirección a la salida. En ese momento una sombra surgida de la nada se abalanzó sobre el detective con agilidad felina y le propinó un golpe tremendo en la sien izquierda con un objeto duro y frío. Santrock cayó mareado al suelo. Cuando Wendell quiso reaccionar, recibió un feroz golpe con el canto de la mano en la garganta que le cortó la respiración. Santrock comenzó a reponerse, pero el atacante con la celeridad de un rayo, le descerrajó una patada en el estómago que lo dejó sin aliento. Sin fuerzas para levantarse solo pudo ver que la sombra llegó a la puerta, la abrió y salió como una exhalación. Quedó tendido unos minutos, tratando de juntar aire. Se tocó la sien izquierda y notó en sus dedos algo húmedo y viscoso. Estaba sangrando. Buscó a su alrededor a Wendell y lo encontró detrás suyo, haciendo un supremo esfuerzo por incorporarse y con una respiración estertorosa. Lo tomó de un brazo y le indicó que permaneciera en el suelo.
- El intruso ya se fué - dijo - trata de reponerte respirando hondo y pausado.
- Ya estoy mejor - contestó Wendell - Pero por cierto que pegaba fuerte.
Santrock se revisó los bolsillos. Aún tenía las chequeras y el botón hallados en el departamento. Se incorporó lentamente, se acercó a la puerta y la abrió. Miró hacia uno y otro lado y no vió a nadie. Regresó en busca de Wendell que ya estaba de pie. Descendieron a la planta baja y salieron del edificio.
- Caminamos un rato ? - invitó Santrock. Wendell aceptó.
El aire fresco de la noche y la llovizna que les daba en la cara los fué reanimando de a poco. Mientras caminaban, repasaron lo sucedido. Recordaron que luego de entrar, Santrock había cerrado la puerta con llave, por lo que dedujeron que aquella persona que entró después que ellos, lo hizo conocedora de los códigos y contando con las llaves. Cuántas llaves estarían en danza ?. Ya no quedaban dudas de la existencia de la tercera persona.

Teddy Gibbons, el ayudante de Santrock, estaba en su oficina. Esperaba a su jefe a quien tenía que comunicarle unas cuantas novedades. Matizando la espera, hojeaba el New York Times, mientras saboreaba una buena taza de café con leche. Alrededor de las ocho y media, escuchó los inconfundibles pasos de Santrock por la vieja escalera.
- Buen día, Teddy - saludó el detective.
- Buen día, Jefe - contestó Gibbons y mirando el apósito que mostraba en su sien izquierda preguntó irónicamente - Con qué chocó ?
- Humm... - gruñó Santrock - Anoche tuve un accidente de trabajo en el departamento de Patty Johnson. Cuéntame qué averiguaste de Stuart Johnson.
- Buen chico este Stuart – dijo Gibbons sarcásticamente - Ha estado casi todos los días con una joven llamada Shaun Clifford, que es su amante.
- La chica con que fue a Buenos Aires - exclamó Santrock con suficiencia, haciendo una fácil deducción.
- No precisamente. - la voz de Teddy sonaba burlona y con un cierto aire de misterio - ésta es otra. Nuestro corresponsal en Buenos Aires me informó que en el registro del Hotel Caesar Park figura una tal Cindy Evans y la descripción obtenida dice que es morocha y de ojos negros, mientras que Shaun es rubia y de ojos azules.
- Humm – gruñó Santrock y reflexionó – Parece que a Stuart le gusta variar.
- No sólo la variedad, sino también la calidad, porque ambas son hermosas - acotó Gibbons y prosiguió - pero en lo que a nosotros nos interesa, le diré que Shaun es amante de Stuart desde hace más de un año, mientras que Cindy, parece haber sido una aventura circunstancial.
- Así que Shaun es una amante con cierta estabilidad - murmuró Santrock pensativo y luego de un silencio continuó - y desde hace un año...humm... La chica tendrá intenciones de casarse ? - preguntó levantando sus cejas.
- No sé, pero la oportunidad se le presenta de primera - razonó Gibbons - flamante viudo...y con plata de la grande...
- En la vida, la oportunidad se puede presentar...- filosofó el detective - pero también se puede buscar, mi querido Teddy.
- Qué quiere insinuar, jefe ? - inquirió intrigado Gibbons.
- Nada...Nada...Humm - masculló Santrock y añadió - Vigila bien a Stuart y Shaun.
- O.K., jefe - asintió Teddy.
- Por otra parte, mira - dijo Santrock mostrando un pequeño objeto a Teddy - lo encontré en el dormitorio de Patty.
- Un botón ! Poca cosa para tamaño apósito ! - dijo burlonamente Gibbons.
- Te parece poca cosa ? - inquirió Santrock con un dejo de ironía - Puede ser la pista que nos conduzca al asesino.
- A ver...a ver...- se interesó Teddy - Un botón dorado, con la característica "P" de la marca Pierre Cardin. Por su tamaño presumiblemente de un saco.
- Ajá - asintió Santrock - P i e r r e C a r d i n - repitió pausadamente
- Sí. Generalmente, los sacos azules o negros de la marca Pierre Cardin, vienen de fábrica con esos botones con la "P" grabada - dijo Teddy con naturalidad.
- Es una pista - aceptó Santrock – y no despreciable por cierto. Entonces … la persona que anoche me golpeó y que tiene llave del departamento, podría haber ido a buscar este botón - continuó razonando Santrock.
- Es posible...
- Bien… sigamos adelante – dijo Santrock – Por otra parte, necesito que sea vigilado también el joven Brett Taylor, así que dile a tu hermano Bill que se encargue de ello. Dale todos los datos y que se pegue a él como una estampilla, de día y de noche. O:K ?
- O.K. jefe - obedeció Teddy – ya mismo lo llamo.
Mientras Teddy hablaba con su hermano Bill, trasmitiéndole la orden de su jefe y dándole las instrucciones del caso, Santrock contemplaba el botón en su mano, acariciándolo como si fuera un mágico talismán.
El teléfono celular del detective sonó en ese momento
- Hola - atendió el detective.
- Hola Santrock… Habla Sam - dijo una voz pastosa del otro lado de la línea.
- Hola Sam - dijo Santrock reconociéndolo - Escucho...
- Desde el martes a la noche, ha desaparecido un hombre que puede ser el que usted busca - informó Sam y añadió - dejó todas sus cosas, que no son muchas, en la habitación que ocupaba en el hotel Rex.
- Hotel Rex - repitió Santrock - dame la dirección.
Sam se la dijo y el detective la anotó prolijamente en su agenda.
- Gracias, Sam. Luego paso para darte lo que te dije - prometió Santrock refiriéndose a la gratificación.
- O.K. viejo - asintió Sam con satisfacción y cortó.
- Teddy, estamos en carrera ! - dijo Santrock con entusiasmo.
Salieron a la calle. Santrock tomó un taxi y se dirigió al hotel que Sam le había indicado. Era un hotelucho de baja categoría, situado en el Bronx, no recomendable para gente normal. Estaba ansioso por ver si existía conexión entre este "desaparecido" y el desconocido del caso Johnson, cosa que podía o no tener relación, porque en esta ciudad, no era infrecuente que desaparezca una persona. Por otra parte, la coincidencia de las fechas era un factor que jugaba a favor.
El taxi estacionó en la puerta del hotel, que más bien era un aguantadero. Realmente una pocilga sucia y semiderruída. Entró y se dirigió hacia un mostrador que había a la derecha, frente a una especie de nicho que pretendía ser una conserjería. Una mujer entrada en años, de color, con gruesos lentes estaba trabajosamente haciendo unas anotaciones en un libro. Interrumpió su trabajo, cuando Santrock le habló:
- Me han informado que un pasajero del hotel ha dejado sus ropas y no ha regresado desde el martes a la noche.
- Es verdad - dijo la mujer con voz gruesa que denotaba un acento centroamericano y cierta desconfianza.
- Tiene usted anotado sus datos personales ? - preguntó Santrock.
- Es usted de la policía ? - contestó la mujer con otra pregunta.
- De ninguna manera - aclaró Santrock rápidamente, conocedor que a esta gente no le gustaba mucho tener tratos con la policía y mostrándose amable - Ocurre que una persona conocida ha desaparecido y pienso que puede ser la misma que se alojó aquí. Le agradecería - dijo, marcando esta palabra y sacando de su bolsillo un billete de veinte dólares que hizo juguetear en su mano - si me puede dar los datos de esta persona... y si fuera posible - agregó al ver ojos de codicia en la mujer - ver si entre sus cosas no dejó algún documento que tenga una foto para reconocerlo.
- Es posible - aceptó la mujer - pero no es lo permitido...
Ante la clara insinuación que denotaban sus palabras, el detective sacó otros veinte dólares de su bolsillo. La mujer continuó: - De todas formas, no le vamos a negar este favor. Pase por aquí - y tomando el libro que estaba escribiendo, se internó por un oscuro y mugriento pasillo.
(continuará)

11 comentarios:

Patricia dijo...

Hola Hugo!
Gracias por visitar mi blog, he leido tu poema de la muerte y me parece excelente. La verdad es que todos quisieramos morir diciendo que estamos listos, que ya merecemos nuestra partida, ojalá y asi tengamos la oportunidad de irnos. Me atrevi a dejarte mi comentario en este post porque no se si revises en post anteriores. Me tomare poco a pcoop el tiempo para leer los crimenes de ocasion.

saludos!!

Anónimo dijo...

Sigues sabiendo mantener el interés.
Saluditos.

Etèria dijo...

¿Cuántos capitulos quedan?... Jajaja. De verdad lo estoy pasando como una enana cada vez que vengo a visitarte, una nueva pista, un giro, un detalle nuevo... Pero es soy de las que cogen una novela policiaca y no pueden irse a dormir hasta que la acaban.

Mil besos y gracias por mantenerme atada a tu blog.

la señora de las especias dijo...

Otro blog por conocer... y por lo que he leido cargadito de cosas buenas...
Un abrazo.

Warren/Literófilo dijo...

Mae estoy atentísimo a esta novela, vamos a ver, por cierto un punto nunca va después de un signo de puntaución. Tu blog por cierto ya es de mi recomendados en mi blog.

Laura G dijo...

Hey!! Unos días sin pasar y ya adelantaste unos cuantos capítulos!

Ya me pongo al tanto de cómo sigue la historia!!

Beso

Anónimo dijo...

Feliz inicio de Jueves en América.
Saludos.

@Intimä dijo...

No hay quien se resista a D. dinero eh¡¡ Anda que no le va dejar ver sus pertenencias.
Un besito sigo los siguientes capítulos.
MUackkk

david santos dijo...

Hola!
Gran trabajo, Ugo.
Muchas gracias

victor simoes dijo...

Um blogue com história. E uma boa opção, permitindo estimular o interesse dos leitores. Gostei de conhecer o teu blogue, muito bom!
Obrigado pela visita na Voz do Povo.

Um abraço

electrah dijo...

yo conozco ese hotel!!!!!!es de lo peor!!!!
sigo esta historia,dale, mandá un capítulo por día,no seas malo
besos