domingo, 21 de enero de 2007

CRIMEN DE OCASION - CAP. 3

El Inspector Parnell, de la división Homicidios y su ayudante, el teniente Morrison se hicie-ron cargo de la investigación del crimen. El Inspector Parnell era un hombre de unos cuarenta y ocho años, de mediana estatura, ligeramente obeso, portador de una calvicie incipiente. Impecablemente vestido con traje gris oscuro, camisa blanca y corbata azul a rayas, demostraba una evidente soltura en su desenvolvimiento. Su ayudante, el teniente Morrison, bastante más joven, contrastando con su jefe era alto, fornido, de físico atlético, piel blanca y cabellos rubios y vestía uniforme. Claramente se apreciaba su subordinación al Inspector ya que siempre permanecía un poco detrás de éste.
Observaron minuciosamente todos los detalles del ambiente e interrogaron a Wendell, quien procedió a contar todos los pormenores desde el momento de su llegada, hasta el arribo de la policía. Los investigadores lo escucharon atentamente y luego Parnell preguntó:
- Conoce a la otra persona ? - señalando el dormitorio con un movimiento de cabeza.
- No lo he mirado con detenimiento - dijo Wendell - pero dado el estado de su cara, no se le reconocen bien las facciones - agregó, mientras el recuerdo le hacía revolver el estómago. - Aún así - continuó - no me resulta conocido.
- Tengo entendido que usted ingresó al dormitorio acompañado del portero del edificio. - dijo el Teniente, que hablaba por primera vez.
- Tocaron algo de allí, movieron los cuerpos o alguna otra cosa ? - se anticipó a preguntar el Inspector, robándole a su subordinado la misma pregunta.
- Solamente toqué a mi hermana - dijo Wendell - Le tomé el pulso en el cuello y la abracé.
El inspector se levantó del sillón, caminó unos pasos hasta la ventana, encendió un cigarrillo y permaneció mirando hacia afuera.
- Sabe usted si su hermana tenía enemigos que quisieran su muerte ? - preguntó dándose vuelta de repente.
- No señor - respondió sorprendido Wendell - No le conozco enemigos.
- Ninguna clase de enemigos ? - presionó Parnell mirándolo fijamente.
- Bueno... mi hermana es presidenta de una Empresa muy importante - confió Wendell - y usted sabe, que siempre hay fricciones y disputas dentro de la misma, especialmente cuando su cargo es codiciado por un grupo de socios, con los cuales tenemos frecuentes desaveniencias, pero de allí a pensar en que pueden tener relación con su muerte...
- Todo el mundo es sospechoso, hasta que se demuestre lo contrario - interrumpió Parnell con la remanida frase de novela policial y profundizó - Las fricciones que me comentó, tienen relación con cuestiones de dinero ?...
- En realidad, Inspector, - explicó Wendell - nuestra Empresa mueve sumas importantes y en la lucha por el poder, el dinero siempre está involucrado. Pero, yo interpreto...
- Está bien.- cortó Parnell secamente - Le recomiendo que el trabajo de interpretar lo deje para nosotros. - y añadió lentamente: Sr. Bryant, necesitamos su colaboración para tratar de identificar al hombre. Acompañenos al dormitorio, para ver con detenimiento si lo conoce.
- Si es necesario, lo haré - dijo Wendell con resignación.
Los tres subieron la escalera, Wendell con sus piernas temblorosas. El impacto de ver de nuevo el cuadro no fué menor que el de la primera vez, pero reuniendo todas su fuerzas, observó detenidamente al hombre, quien no tenía ningún rasgo que le resultara familiar.
- Realmente no lo he visto en mi vida - dijo Wendell, moviendo negativamente la cabeza y agregó: - No entiendo cómo pudo entrar en este lugar. Los únicos accesos al departamento son: la puerta principal o la puerta de servicio y tengo entendido que ambas, se accionan con llave y combinación numérica.
- Entrar por las ventanas es imposible – añadió el Inspector - Nos encontramos en el piso 25 de un edificio de 38 pisos y no hay forma humana de hacerlo.
- Es verdad - dijo en voz baja Wendell - es inexplicable.
- Bien..., dejemos que la investigación lo aclare - dijo el Inspector Parnell.
Cuando descendieron al living, el Inspector Parnell se ocupó de hacer unas llamadas telefónicas y ya había llegado Lisa, la esposa de Wendell.
- Es necesario localizar a Stuart – dijo Wendell a su mujer ordenando su acción. - No sé cómo le hablaré para comunicarle lo que pasó.
- Debes llamar a la oficina - le dijo Lisa.
La oficina !!!. Wendell ni siquiera tenía presente la oficina, la reunión con los canadienses, los Mac Taylor... ohhhhh....!!!!
- A la mierda todo - dijo bruscamente, y como si estuviera despertando de un sueño, tomó el teléfono, discó el número de la Empresa y comenzó a recuperar su condición inteligente.
- Hola... habla Wendell Bryant. Comuníqueme urgente con mi secretaria...- la voz de Wendell había retomado compostura.
- Hola...Claire...Comunique a todo el mundo que falleció Patty.- espetó a quemarropa Wendell.
- Qué dice Sr. Bryant ? - la voz de Claire sonó asombrada y temblorosa.
- Lo que escuchó - dijo secamente Wendell - Comuníqueselo a los Mac Taylor para que se pongan contentos.
- Sr. Bryant ! - dijo Claire sorprendida.
- Sí. Esos hijos de puta van a gozar - la voz de Wendell sonaba desconocida - Y cierren la Empresa por un lapso de tres días por duelo, así hasta el lunes no hay actividad.
- Pero Sr. Bryant, la reunión con los canadienses...- esbozó Claire.
- No hay ningun tipo de reunión. Cancele todas las entrevistas.- ordenó Wendell.
Del otro lado de la línea, Claire no podía salir de su estupor.
- Busque en la agenda el nombre del hotel en Buenos Aires en el que se hospeda mi cuñado y el número de teléfono para llamarlo. Consígamelo ya.- indicó Wendell.
- Sí, señor - contestó Claire confundida. A ver...A ver... Está en el Hotel Caesar Park en Buenos Aires – y le dio el número de teléfono.
Wendell había recuperado su habitual energía y lucidez, virtudes que siempre lo habían destacado. Los hechos acacecidos le habían producido un estado de estupidez transitorio no común en él, pero ya se encontraba despierto y con todas sus neuronas funcionando.
Llamó al Hotel de Buenos Aires, mientras mentalmente ensayaba un discurso que lo sacara airoso en la comprometida tarea de poner a su cuñado al tanto de lo sucedido.
- Buenos días, Hotel Caesar Park - se escuchó la voz de la telefonista.
- Buenos días, puede Ud. comunicarme con el Sr. Stuart Johnson ?
- Un momento, por favor - sonó la voz metálica y aburrida de la telefonista.
Pasaron unos instantes en los cuales el corazón de Wendell latía aceleradamente, mientras seguía rebuscando las palabras que emplearía para comunicar tal noticia.
- El Sr. Johnson no se encuentra en estos momentos. Tampoco su esposa. Quiere Ud. dejar algún mensaje ?.
Wendell quedó estupefacto. No se le había cruzado por la cabeza que Stuart hubiera aprovechado su viaje para jugarse una aventurita. Entendía ahora la insistencia en viajar sin postergaciones a Buenos Aires.
- No, gracias – murmuró Wendell y colgó, mientras pensaba si todas las cosas le saldrían mal ese día.
(continuará)

4 comentarios:

electrah dijo...

MMMMMMMMMMMMM........

Anónimo dijo...

muacks!

electrah dijo...

si me has vuelto a leer te recomiendo que hagas terapia
Y si,...adivinaste!!!aunque algunos me llaman enferma
besos

Deshinibida dijo...

olas, hace rato que no venia a saludar y veo que has estado ocupado escribiendo una novela. aun no la he visto con calma pero tratare de ponerme al dia, besos