viernes, 19 de enero de 2007

CRIMEN DE OCASION - CAP.2

Jimmy detuvo el Oldsmóbile en la puerta del edificio donde vivía Patty.
- Espera un momento; enseguida vuelvo - dijo Wendell y cruzó la ancha vereda en dirección a la puerta principal que se encontraba abierta, pues era la hora en que el portero realizaba la limpieza. Ingresó al edificio y penetró en el espacioso hall, adornado con abundantes plantas de interior. A la derecha una pared totalmente revestida de espejo y apliques de luz estilo imperio. Atrás y a la izquierda, las paredes mostraban una boisserie de caoba con tableros moldurados que era una obra de arte. En uno de los rincones un juego de sillones Luis XVI, que probablemente nadie usaría, pero que cubrían la demanda decorativa del amplio espacio. Sobre ellos una ostentosa araña de cristal multicolor. Saludó con la mano a Juan, el portero, que estaba concentrado en su tarea. Avanzando unos pasos, se dirigió directamente a un ascensor de alta velocidad non-stop hasta el piso 20, penetró en él y oprimió la tecla número 25. El ascensor inició su vertiginosa carrera y Wendell sintió como si sus pies quisieran perforar el piso. Al llegar al piso 25, las puertas se abrieron automáticamente y Wendell accedió al palier privado del piso de Patty. Se encaminó hasta la puerta, tocó timbre tres veces, código de la familia para anunciarse y esperó. Pasaron alrededor de treinta segundos sin respuesta y tocó los tres timbres nuevamente mientras rezongaba para sus adentros: “Seguramente estará retocándose el maquillaje… Por qué tendré yo que hacerme cargo de mujeres ajenas, aunque sea mi hermana ?”. Pasaron otros treinta segundos y no obtuvo respuesta. Wendell comenzó a alarmarse. Repasó mentalmente su conversación con Patty en la víspera y sin dudas habían quedado en que pasaría a buscarla a las 8.30 hs. y eran las ocho y treinta y dos. Tocó timbre nuevamente y golpeó fuertemente la puerta. Nada. Trató de escuchar algún ruido proveniente de adentro. Nada.
- No conozco la clave ni tengo la llave para abrir la puerta - reflexionó - Le preguntaré al portero si vió salir a Patty.
Descendió a la planta baja. Juan continuaba despaciosamente con su trabajo.
- Vió usted salir a la Sra. Johnson ? - preguntó Wendell.
- No, por cierto - contestó el portero con acento español - y estoy aquí desde las seis de la mañana, añadió sin dejar de trabajar..
- He tocado timbre varias veces, he golpeado la puerta, pero nadie contesta - dijo preocupado Wendell y agregó - Tampoco se escuchan ruidos dentro del departamento.
Juan se apoyó en el escobillón, su cara denotó extrañeza, estrechó aún más su escasa frente y enarcó sus superpobladas cejas, rasgos ambos que denotaban su origen hispano y reafirmó cadenciosamente: Pues por aquí no ha salido.
- Tiene usted llaves de piso 25 - preguntó Wendell visiblemente alarmado - y conoce la clave de la puerta de entrada ?
- Por supuesto - contestó el portero y se ofreció: Si usted lo desea, y bajo
su responsabilidad, podemos abrir la puerta, pero... no sé si debo...- dudó.
- Despreocúpese - interrumpió Wendell - Traiga las llaves y vamos arriba.
- De acuerdo, espere un momento.
El portero abandonó los implementos de limpieza y se alejó para el fondo del hall, donde una puerta se disimulaba en la boisserie, desapareciendo por ella. A los pocos segundos regresó, con un manojo de llaves en su mano.
- Subamos - dijo, y prestamente ambos tomaron el ascensor.
Mientras subían, distintos pensamientos atravesaron la cabeza de Wendell, pero no pudo elaborar ninguno lógico. Llegados al piso veinticinco, se pararon frente a la sólida puerta blindada, Juan introdujo la llave en la cerradura, repitiendo lentamente en voz queda uno a uno los seis dígitos que tenía anotados con grandes caracteres en un papel, a medida que los marcaba en el teclado numérico: Cinco...ocho...dos...cuatro...cuatro...nueve. Se escuchó un clic y con aire triunfal giró la llave, abriendo la puerta.
- Patty - llamó Wendell entrando rápidamente al living.
- Patty - repitió casi frenético.
No hubo respuesta a sus palabras. El living estaba prolijamente ordenado; Wendell no observó ninguna cosa fuera de su lugar habitual y conocía la casa de memoria. Cruzó el living con grandes pasos y entró en el comedor, que tampoco mostraba anormalidades. Dada la hora pensó que encontraría a Patty en el dormitorio o en su baño y corrió apresuradamente escaleras arriba, seguido por el encargado que se había contagiado del nerviosismo de Wendell. Encontró la puerta cerrada con llave y llamó a su hermana con desesperación. No hubo respuesta... Como una tromba tomó carrera y lanzó su atlético cuerpo contra la puerta, mientras el corazón le latía a toda velocidad. Una vez...dos veces y la puerta cedió de cuajo, cayendo junto con Wendell dentro del dormitorio y sus ojos atónitos observaron el cuadro dantesco que se ofrecía.
La cama deshecha y desplazada de su lugar, trozos de un espejo esparcidos por el piso, una silla partida, lo que él había conocido como un voluminoso y pesado jarrón chino, hecho mil pedazos y algunos de ellos teñidos parcialmente de sangre y en un ángulo de la habitación, cercano a la puerta que comunicaba con el baño, el cuerpo desnudo de Patty, recostado sobre su lateral izquierdo, con una pierna extendida y la otra semiflexionada, ambos brazos extendidos hacia adelante y una mancha de sangre en el pecho, sobre el lado izquierdo. Su rostro conservaba una mueca de dolor y espanto y sus ojos abiertos. Wendell se precipitó sobre ella llorando y gritando su nombre, puso sus dedos en el frío cuello de su hermana y comprobó que estaba muerta. Se abrazó al cuerpo inerte de Patty tratando infructuosamente de ahogar sus sollozos, permaneciendo así inmóvil por unos segundos.
- Mire aquí, señor Bryant - la voz quebrada del portero lo volvió a la realidad.
Se dió vuelta y pudo ver algo que, en su obnubilación, increíblemente le había pasado inadvertido. El cuerpo de un hombre muerto, tendido a unos escasos tres metros de su hermana sobre su lateral derecho, enfrentado al cuerpo de Patty. Bajo el mismo asomando por todos lados un gran charco de sangre. Su miembro superior derecho extendido hacia donde estaba Patty y en su mano un revólver, que Wendell reconoció como un Colt 38 largo. Su cráneo era una masa informe sanguinolenta, totalmente destrozado, los rasgos de su cara no podían identificarse porque estaban masacradas y cubiertas de coágulos, semejando una horrible y terrorífica máscara sangrienta.
Wendell sintió que todo le daba vueltas, un sudor frío le comenzó a bañar todo el cuerpo y se le aflojaron las piernas. A la vez, percibió que se le revolvía el estómago y que estaba a punto de vomitar. El portero percibió lo que le pasaba a Wendell, lo tomó de un brazo y lo llevó a una habitación contigua, recostándolo en la cama.
- Quédese un momento aquí, muchacho - dijo y añadió: Respire hondo varias veces, que le traeré un trago para que lo reanime.
Contra su voluntad, Wendell no tuvo más remedio que obedecer, porque si en esas condiciones intentaba ponerse de pié, terminaría en el suelo.
Cubriéndose el rostro con sus manos recomenzó a sollozar. Juan hurgó en el living y regresó con un vaso de whisky en su mano, que Wendell bebió de un sorbo. Una sensación de calor le recorrió el cuerpo, y lentamente se fué sintiendo mejor. Poco a poco se fué reincorporando y los primeros pensamientos coherentes le afluyeron a su cabeza.
- Muchas gracias, Juan, ya estoy mejor - dijo y le pidió: Por favor, dígale a mi chofer que está en la puerta que suba. Mientras tanto, telefonearé a la policía.
(continuará)

3 comentarios:

@Intimä dijo...

Ays la descripción del cuerpo hallado es tan buena que se me erizo la piel solo de imaginar la escena.
Un besito seguiré leyendo
Pd: Gracias por tu visita a mi página, es un placer tenerte por alli. ;-)

electrah dijo...

ahora síiii,jejejeje
se pone muuuuy interesante todo esto..........

LaLy dijo...

Excelente relato....espero su continuación...

Saludos!