martes, 23 de enero de 2007

CRIMEN DE OCASION - CAP.4

A los pocos minutos, llegaron los peritos para tomar las primeras pruebas de laboratorio in situ, momentos después el médico forense. Parnell llamó a Wendell y le dijo:
- Una vez que se haga el primer reconocimiento de los cadáveres, éstos serán trasladados a la morgue judicial para hacerles la autopsia. Tendremos que dejar el departamento clausurado, con prohibición de la entrada en forma absouta para cualquier persona y dejaremos un agente de vigilancia.
- De acuerdo - coincidió Wendell - queremos que se haga una exhaustivo análisis de todo esto. Yo personalmente me encargaré de requerir a usted información sobre la marcha de la investigación.
- Despreocúpese, Sr Bryant.- expresó el Inspector Parnell, y continuó con soberbia - Nosotros somos auténticos profesionales y sabemos perfectamente como proceder en este tipo de casos.
- Así lo espero - replicó secamente Wendell, a quien el Inspector Parnell no le resultaba para nada simpático.
- Es más, - continuó Parnell casi sin escucharlo - obtenido el informe del forense, se aclararán muchas cosas.
- Acaso han encontrado algún elemento de prueba importante ? – preguntó Wendell.
- Probablemente... probablemente...- insinuó socarronamente Parnell.
Se despidieron fríamente y Wendell, Lisa y el chofer se retiraron. Habían pasado tantas cosas esa mañana, que no tenían idea de la hora. Eran las 14.30. Wendell se sentía extenuado, pegajoso y maloliente. Evidentemente su secreción de adrenalina había batido todos los récords.
Avisado de la muerte de su esposa, Stuart tardó tres días en conseguir pasajes para regresar, llegando escasas horas antes del sepelio. Wendell, luego de la indignación inicial, fué convencido por Lisa, de no mencionarle a Stuart que se había enterado involuntariamente que se encontraba acompañado por una dama en el Hotel Caesar Park.
Stuart y Wendell fueron citados a la División Homicidios por el Inspector Parnell, para brindarles las conclusiones del forense.
Wendell y Stuart se sentaron en unos gastados sillones de una inhóspita sala de espera, mientras los anunciaban al Inspector. Guardaron silencio, cada uno sumido en sus pensamientos.
Stuart mostraba en su cara los signos del ajetreo de las últimas horas. Era un hombre apuesto, alto y delgado, con cutis fresco y sonrosado, propio de una persona joven, pero en este momento profundas ojeras se marcaban en su rostro. Mantenía el ceño fruncido y tenía los ojos enrojecidos.
Cuando pasaron al despacho, el Inspector Parnell se dirigió a Stuart:
- Estará enterado de los acontecimientos, pero oficialmente le repetiré. Su esposa fué encontrada muerta en el dormitorio de su departamento, juntamente con un individuo que no llevaba documentación alguna ni elemento que sirviera para identificarlo. Sabe usted de la existencia de alguna persona que deseara la muerte de su esposa ? - preguntó bruscamente.
- No - respondió Stuart.
- Sabe usted si su esposa tenía alguna relación con gente de mal vivir ? - continuó preguntando el Inspector, mientras se paseaba por el despacho.
- De ninguna manera, Inspector - respondió Stuart, visiblemente ofendido.
El Inspector detuvo sus pasos y mirando fijamente a Stuart le espetó:
- Tenía su esposa algún amante ?
- No señor, no tengo conocimiento de ello - contestó Stuart moviéndose nerviosamente en su silla.
- Y usted tiene alguna ? - preguntó ásperamente Parnell.
- No... yo no - balbuceó Stuart y reponiéndose inquirió - pero..., qué quiere usted insinuar, Inspector ?
- Nada… Sólo pregunto - y siguió - Puede usted probar fehacientemente que se encontraba en Buenos Aires cuando sucedió el hecho ?
- Por supuesto - repuso Stuart entre sorprendido y molesto - Tengo registrado mi alojamiento en el hotel Caesar Park, pasaje de ida y regreso, con partida de Buenos Aires en el día de ayer.
- Bien - admitió Parnell y luego de pensar unos segundos preguntó - Cuántas personas tenían la clave para la apertura de la puerta de su departamento ?.
- Tres personas: Mi esposa, el portero y yo. - contestó con seguridad Stuart.
- El portero es de confianza ? - inquirió Parnell.
- Absoluta - señaló Stuart, agregando - Hace trece años que trabaja allí.
El interrogatorio siguió durante más de dos horas, en el cual le preguntó sobre la actividad empresaria de ella y de él, sus relaciones conyugales, hábitos y costumbres de ambos y un cúmulo de cosas, que ni el mismo Stuart recordaría después. Luego de haber agotado aparentemente el arsenal, se detuvo breves segundos y mirándolo a los ojos dijo gravemente:
- Sr Johnson, deberá usted acompañarme a la Morgue, a fin de realizar el reconocimiento del cadáver del hombre que fué encontrado muerto junto a su esposa.
Stuart sabía que le iban a pedir ésto y que debería afrontarlo, así que asintió con aire de resignación.
- Acompáñeme - dijo Parnell poniéndose en marcha.
Después de transitar por varios pasillos que intercomunicaban a la sección Homicidios con la Morgue, arribaron a un lugar con gruesas puertas metálicas.
- Muéstrenos el cadáver del caso Patty Bryant – ordenó el Inspector a un empleado con guardapolvo gris.
El empleado abrió una pesada puerta, filtrándose desde adentro un aire helado impregnado de olor picante a formol y penetraron en un amplio recinto, totalmente azulejado, impecablemente limpio. En la parte central, se veían varias mesas rectangulares de mármol blanco. Las paredes laterales mostraban múltiples puertas metálicas cuadradas tipo nicho, numeradas en su frente.
- Aquí está - dijo abriendo la pequeña puertita de acero inoxidable y retirando hacia afuera una especie de camilla montada sobre rulemanes, sobre la cual se adivinaban claramente los relieves de un cuerpo, totalmente tapado por un lienzo blanco.
- Destápelo, por favor - solicitó el Inspector al empleado.
Stuart percibió una especie de escalofrío que le recorría la columna vertebral, mientras se preparaba para ver lo que ya le había anticipado Wendell. El empleado descorrió el lienzo en su parte superior y dejó ver la extremidad cefálica del cadáver. A pesar de estar prevenido, Stuart no pudo reprimir un gesto de repulsión, palideció quedando al borde del desmayo.
- Conoce esta persona ? - preguntó formalmente Parnell.
- No...para nada...- balbuceó Stuart.
- Está seguro que nunca lo vió en su vida ? - insistió el Inspector.
- Seguro - reafirmó Stuart.
- Bien - dijo Parnell - hemos terminado.
El empleado empujó la camilla hacia adentro, cerró cuidadosamente la puerta y los tres salieron del recinto. Stuart y el Inspector regresaron en silencio adonde los esperaba Wendell.
- Hemos terminado por hoy – dijo secamente Parnell y agregó – Seguiremos las actuaciones y les avisaremos cuando tengamos el informe completo.
Stuart y Wendell salieron a la calle. Se escuchaban las campanadas del reloj de una iglesia cercana que daba las cuatro de la tarde. El aire estaba bastante pesado en la hora de la siesta y lo único que ambicionaban era un buen descanso. Las últimas cuarenta y ocho horas habían sido agotadoras para ambos. No conversaron demasiado, ninguno de los dos tenía ganas de hablar. Se despidieron y cada uno tomó un taxi rumbo a su domicilio.

5 comentarios:

Laura G dijo...

Acabo de ponerme al tanto de esta novela, me gusta mucho, espero el próximo capítulo!

Besos

@Intimä dijo...

Interesante así que seguiremos leyendo.
Besitos.

Hugo dijo...

Laura, Tina Marie y Darilea: les agradezco vuestra visita.
Se darán cuenta que me gusta escribir, pero por sobre todo me gustaría que me critiquen...jaja, porque es la única manera de aprender.
Como me dijo Electrah... encontraba un estilo en mi redacción. Es posible, me encanta Chase entre los últimos novelistas policiales, pero leo novelas policiales desde los 10 años...y éesto fue hace tiempito...
Hugo

electrah dijo...

bueno,yo de estilos no sé nada.sólo que hay cosas
que me gustan o no.
sigo leyendo
besos.

Etèria dijo...

Mas... quiero mas.

Besos